Trabajo remoto: buena alternativa, pero con poca accesibilidad
En marzo, frente a la emergencia sanitaria por el COVID-19, el Poder Ejecutivo emitió un decreto de urgencia que establece como medida temporal al trabajo remoto. Un gran número de empresas se acogieron a esta medida para poder continuar con sus operaciones. Así, el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE) estimó que las personas que trabajan desde casa pasaron de 2,200 a 220,000 entre marzo y julio de este año. En este contexto, resulta importante definir el trabajo remoto y analizar si esta opción es viable según las características laborales en Perú y Áncash.
En principio, es necesario diferenciar el trabajo remoto con el teletrabajo, forma de relación laboral vigente desde el 2013. Aunque ambas permiten laborar de manera no presencial, a diferencia de la ley de trabajo remoto, la ley de teletrabajo señala que la asignación de equipos y compensación de gastos extras que incurre el trabajador, como subidas en tarifas de luz o internet, deben ser asumidos por la empresa. Además, en caso ocurriese un accidente laboral en el domicilio, el empleador asumiría una mayor responsabilidad bajo la normativa del teletrabajo.
Por dichas razones, mientras que el teletrabajo fue una modalidad poco utilizada, el trabajo remoto resultó una alternativa más viable para muchas empresas y permitió la continuidad de sus operaciones evitando el riesgo de contagios. Sin embargo, no todos los trabajos se benefician de esta opción de labores. La brecha digital, la alta informalidad y el tipo de actividad económica hacen más difícil que muchos empleos en Perú se realicen mediante el trabajo remoto.
No obstante, no todos acceden a esta modalidad de trabajo. Según un estudio del Banco Mundial, entre 35 países, la economía de Perú es la segunda menos viable para el trabajo a distancia. Esto se explicaría, entre otros motivos, por el bajo acceso de internet en casa. En el caso de Áncash, entre 2007 y 2019, las personas mayores de 13 años que accedieron a internet pasaron de 24.9% a 53.2%, menor al promedio nacional del año pasado (55.7%). Del total de la región, solo el 11.5% accedió a internet en el hogar. Además, entre los dispositivos usados, el 19.7% accedieron a través de computadoras y el 11.9%, mediante laptops.
Por otro lado, según el informe del Banco Mundial, el trabajo remoto es menos accesible según las actividades económicas, debido a que algunas requieren el uso de maquinaria específica o algún contacto con la gente. Entre esos sectores destacan hoteles y restaurantes, construcción y comercio. Estos sectores, que representaron en conjunto el 29.5% de los trabajadores en Áncash, fueron afectados por la paralización de actividades, por lo que tienen mayor probabilidad de desempleo.
Asimismo, un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI) afirma que, independientemente del tipo de ocupación, la alta informalidad dificulta el trabajo remoto debido a que en su mayoría suponen trabajos intensivos físicos y de poco uso de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). En el caso de Perú, la tasa de empleo informal es alta y llega a 72.7%, mientras que en Áncash aumenta a 78.7%. Estos altos porcentajes son preocupantes, pues representa el número de trabajadores que son vulnerables a políticas de distancia social y que pudieron haber perdido su empleo durante la paralización de actividades.
Finalmente, los dos estudios antes mencionados hacen énfasis en la importancia de cerrar la brecha digital. Esto puede realizarse mediante mayores inversiones como en infraestructura de banda ancha, sobre todo en zonas rurales que tienen menos acceso a internet. Esto no solo incrementaría la posibilidad de acceder al trabajo remoto, sino también impulsaría aspectos importantes actualmente como la inclusión financiera y la educación digital.