Al parecer aquello de que quien había pasado el Covid-19 quedaba inmunizado por largo tiempo, no es así. Reporte de prensa nos decía hace unos días de un caso detectado en Filipinas, en el que transcurridos tres meses de su primera enfermedad el paciente volvía a repetirla otra vez. Hace dos días en Ecuador un paciente contagiado en Mayo, volvía a sufrir la enfermedad en estos días. Y para mayor certeza mía, mi buen amigo y médico R.A.C.G. en ejercicio aquí en Chimbote, tras dos meses de convalecencia del primer contagio comprobado y más tarde recuperado, ha sufrido de nuevo la enfermedad, siendo ingresado, e intubado en la UCI del Hospital III del Es Salud, de la que tras varios y largos días de estancia, se consiguió iniciar su recuperación y hace una semana ha vuelto a su casa. Así que, la protección proporcionada por el propio virus no parece ser lo suficiente potente como para revertir o evitar en el corto plazo nuevas repeticiones. Si bien habría que determinar si las cepas o variantes del virus son las mismas o diferentes en cada caso. Tal vez por eso, la vacuna del laboratorio Sinopharm de origen chino que se va a experimentar aquí en unos días es a base de dos cepas diferentes de SARS-CoV-2 provenientes de dos ciudades importantes chinas, Wuhan y Beijing, que sufrieron la pandemia recientemente. A dos mil voluntarios se les inoculará una, a otros dos mil la otra, mientras a los restantes dos mil sólo será placebo. Dependiendo de los resultados quizá finalmente se aplique la vacuna en dos dosis, que serían diferentes. Sea como fuere, la vacunas parecen ser lo más apropiado para combatir el COVID-19, aunque la última noticia fechada hace escasos días nos anuncia que las investigaciones del laboratorio Astra Seneca no sólo van encaminadas, y por cierto, bastante adelantadas, a la obtención de una vacuna sino también a un fármaco para combatir la enfermedad, que podría estar constituido por anticuerpos monoclonales que consistiría en lo que se denomina “inmunidad pasiva” en la que se administra al paciente proteínas o material genético para incrementar su inmunidad. Esto vendría a ser similar a la forma de actuar de un plasma proveniente de un paciente recuperado, sólo que elaborado de forma muchísimo más moderna y depurada. Esta técnica se utiliza con éxito en el tratamiento del SIDA y en el de varios tipos de cáncer. En la actualidad ya disponen de numerosas variedades de anticuerpos monoclonales que parecen ser muy prometedoras para el tratamiento del COVID-19. Sea como fuere, parece por la experiencia desarrollada, que las mayores esperanzas se centran en la obtención de vacunas capaces de administrar memoria al sistema inmune del hombre para que sus anticuerpos actúen en el tiempo cuando el virus se haga presente. Seamos claros, las vacunas no curan nada, sino que sirven a modo de profilaxis para desarrollar un mecanismo de memoria a modo de respuesta para nuestras defensas. Así pues veamos qué es eso de una vacuna.
Una vacuna es un preparado que sirve para evitar o eliminar los patógenos que originan una enfermedad estimulando la producción de anticuerpos. Normalmente se han venido elaborando a base de los mismos microrganismos causantes del ataque, ya debilitados o muertos, y más recientemente de sus propias proteínas o toxinas. Este agente externo introducido y atenuado en forma de vacuna en el organismo sirve para que el sistema inmunológico reconozca en su memoria al microbio y cuando entre pueda reconocerlo y destruirlo más fácilmente. O sea, actúan de forma profiláctica. Así pues, las vacunas son el método más eficaz para la prevención de las enfermedades infecciosas. La poliomelitis, el sarampión y el tétanos han sido derrotados en el mundo por las vacunas, y ya no digamos la viruela, erradicada actualmente y en su día desencadenante de millones de muertos. Actualmente son veinticinco las vacunas aprobadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para combatir otras tantas infecciones.
La terminología “vacuna” proviene de “variolae vaccinae” que traducido quiere decir “viruela de la vaca”, nombre que le dio un científico llamado Edward Jenner que estudió la viruela bovina. En sus estudios de 1798 describió como la viruela bovina podía atenuar la que aquejaba al hombre. Fueron más de 83 años después (1881) cuando Louis Pasteur, en honor de Jenner, solicitó se adjudicara el término vacuna a las inoculaciones que entonces se practicaban. Como queda mucho por decir acerca de las vacunas, su historia, y las controversias existentes acerca de su utilización, fundamentalmente debido a la incultura o al fanatismo religioso, en un próximo capítulo abordaremos el tema. Mientras tanto quedamos expectantes.
Moraleja: Las vacunas son la mejor expectativa para la inmunización.
Así sea. EL VIGÍA