CRUELDAD
La desaparición y presunta muerte de un chimbotano, tripulante de una embarcación, en los muelles del puerto del Callao ha causado consternación por el triste desenlace, por un lado, y repudio y rechazo por el otro. Esto último, por el maltrato que ha recibido la familia de William Enrique Manrique Bocanegra por parte de la empresa propietaria de la embarcación que en ningún momento se molestó siquiera en comunicar a los parientes lo que estaba sucediendo. Esto lo ha revelado la esposa de Manrique en los medios nacionales, al señalar que tomaron conocimiento de lo que estaba sucediendo por una llamada del “bahía” de la embarcación a su progenitor para comunicarle que Williams había sido secuestrado y tras ello le colgó el teléfono. ¿Es esta la manera como una empresa se dirige a los familiares de un trabajador que presuntamente había sido víctima de un percance? Pues hasta ese omento se manejaba la versión del vigilante de la embarcación en el sentido que unos sujetos había abordado la nave y se había llevado a su compañero de trabajo secuestrado. Claro, lo fantasioso de la versión y el solo hecho que los presuntos secuestradores no se habían llevado ningún objeto de valor de la nave, hizo sospechar a los investigadores que sometieron a este sujeto, Emerson Sosa Minaya, a un intenso interrogatorio en el que incurrió en groseras contradicciones hasta terminar por confesar que lo había matado luego de una agria discusión en el interior de la embarcación. Se trata indudablemente de un hecho de sangre que la Policía debe esclarecer, se deben conocer los motivos por los cuales este vigilante atacó alevosamente a su compañero de trabajo y lo arrojó al mar y este maleante que fungía de vigilante debe pagar con todo el peso de la ley haber dejado un hogar en luto, mientras que la empresa debe responder por su indiferencia y desdén cuando era consciente que estaba de por medio una vida y la angustia de una familia.
ACIERTO
En esta misma columna dijimos que el Gobernador de Casma ya debería haber comunicado al Ministerio del Interior la actitud desleal con su entidad e ilegal con la sociedad del ex teniente gobernador del Balneario de Tortugas que, en medio de la pandemia, no tuvo reparos en organizar una fiesta para celebrar su cumpleaños. Por ello que fue gratificante conocer que casi de inmediato se dispuso la remoción del mencionado personaje y en su remplazo se designó de inmediato a la moradora de este lugar, Gabriela Tapia Céspedes, para que se encargue de realizar las funciones propias de esta investidura. La flamante gobernadora es una activa casmeña que lleva muchos años viviendo y trabajando en Tortugas, conoce al dedillo la problemática de este lugar, y, sobretodo, tiene la firme voluntad de trabajar por el bienestar de los lugareños. Cuando se trata de designar a los responsables de cargos públicos o de investiduras se debe optar por los vecinos notables, de allí que en el caso de la nueva teniente gobernadora de Tortugas creemos que el Subprefecto de Casma no se ha equivocado. Le deseamos toda la suerte del mundo a Gaby Tapia y confiamos en que cumplirá una buena gestión.
DUELO
El gremio periodístico se encuera nuevamente de duelo. A los conocidos decesos registrados en los últimos meses se sumó ayer la triste desaparición del conocido docente y periodista Francisco Romero Loli, quien dejó de existir la mañana de ayer en una clínica de lima, hasta donde había sido trasladado por sus familiares en un esfuerzo por tratar de salvarle la vida. Paco Romero era un hombre identificado con las comunicaciones, inclusive, a pesar que en los últimos años no realizo una actividad permanente, aunque nunca se desligó de ella. Es un gremialista que siempre defendió los principales postulados de la prensa, por ello nos causa tristeza su pronta desaparición. Sus amigos de la urbanización Buenos Aires lo recordarán por siempre, cuidó la salud y salía en las primeras horas de la mañana a soltar las piernas y realizar ejercicios. Descansa en paz Paco y desde esta columna hacemos llegar nuestras mas sentidas condolencias a su esposa Anita y sus hijos.