Editorial

Editorial: ::: PROFUGO CON BANDA :::

El pasado fin de semana una noticia sorprendía a los ancashinos pues estaba relacionada nada menos que con la máxima autoridad de la Región, Waldo Ríos Salcedo y con su ya delicada situación jurídica, esa que al iniciarse el año lo dejó fuera del cargo y que ahora se convierte nuevamente en su pesadilla.

Ocurre que desde Huaraz se informaba que la Sala Penal Liquidadora había decidido ordenar la captura del Gobernador Regional porque, se dijo, fue declarado reo contumaz al no presentarse, una vez más, al juicio público que se le sigue en esa instancia por hechos que se remontan a más de un decenio atrás, cuando se desempeñó como alcalde de la sede regional.

Por lo menos esa era la noticia que se había dado a conocer desde las alturas de Ancash, incluso, trascendió que el Gobernador regional luego de ser informado de esta orden judicial había conseguido huir cuando se encontraba en Pomabamba participando en una ceremonia propia de su cargo.

Empero, en los últimos días se ha conocido que el Colegiado huaracino no había declarado reo contumaz a Waldo Ríos, lo que había decidido es variar el mandato de comparecencia restringida que se le había fijado en ese proceso y haciendo efectivo un apercibimiento decretó su detención, mandato judicial que equivale a una orden de captura con internamiento en el penal de esa ciudad.

Los magistrados habían reaccionado de esta manera luego de advertir la absoluta indiferencia del gobernador regional hacia los llamados de la justicia, la permanente burla a las citaciones y su ánimo de quebrar y frustrar el avance de los juicios mediante la presentación de documentos que, ciertamente, son expedidos de favor, como los certificados médicos que le otorgaban descanso justo en los días que debería de atender las audiencias públicas.

Por ello, el pasado fin de semana decidió rechazar una de estas sucesivas maniobras al percatarse no solo que el certificado médico ni siquiera señalaba los días de incapacidad sino que la autoridad regional no se mostraba coherente con estos documentos que supuestamente advierten de una mella en su salud, empero, permanentemente se encuentra viajando a otras ciudades, participando de actividades políticas y, precisamente, ese mismo día se sabía que no estaba descansando sino que había viajado a Pomabamba para cumplir su agenda de trabajo.

Lo extraño es que Waldo Ríos apela a esta maniobra y se marcha a otra ciudad a sabiendas que la Sala Penal lo había notificado con un apercibimiento estricto y categórico como era la advertencia de dejar sin efecto el mandato de comparecencia que le permitía seguir el juicio en libertad por lo que tanto él como su defensa eran conscientes de lo que les podía suceder si desacataban la orden.

La Sala Penal Liquidadora es un colegiado que se ha creado para atender y concluir con la carga procesal de los procesos iniciados antes de la vigencia del nuevo Código Procesal Penal, es decir que están sujetos a la antigua normatividad y por ello es que el mandato judicial de aprehensión es el de detención y no de prisión preventiva como rige en la actualidad.

Justamente, este órgano jurisdiccional atiende los juicios que se remontan a años anteriores y Waldo Ríos Salcedo aun arrastra procesos penales de la época en que se desempeñó como alcalde de Huaraz, es decir del año 2000, los cuales ha venido postergando y dilatando con estas argucias como las que ha sancionado la Sala Penal el pasado fin de semana.

Y, es que Waldo Ríos no solo tiene uno sino varios procesos penales que están pendientes, al margen de las investigaciones que se han iniciado este año relacionados con los donantes que “le regalaron” un millón de soles y todas aquellas que ya se derivan de su accionar al frente del gobierno regional.

De allí que no se entiende cómo es que, con semejante prontuario judicial, Waldo Ríos no ha sido lo suficientemente capaz de poder atender las notificaciones que le ha cursado la justicia, de impedir que su cargo e investidura se viera asediada y amenazada por actuaciones judiciales que, quiéralo o no, siempre caen por su propio peso cuando no se responde con valentía e hidalguía las acusaciones del Ministerio Público.

Precisamente, lo que preocupa a los ancashinos es que nuevamente su máxima autoridad se ve envuelto en problemas con la justicia, que se haya visto obligado a tener que huir de una orden de captura y esconderse como lo hace cualquier requisitoriado cuando es consciente que esa situación pone nuevamente en peligro la gobernabilidad de la región Áncash, como ha ocurrido a lo largo de estos dos últimos años.

Lo más grave es que Waldo Ríos no se ha encerrado entre cuatro paredes apenas ha sido comunicado que existía una orden de captura en su contra, sino que se ha escapado de manera casi cinematográfica de los custodios policiales que le prestan protección diaria y quienes estaban en condiciones de poder aprehender a la autoridad, empero, el gobernador regional los adelantó y sutilmente pudo escabullirse sin que advirtieran que trataba de alejarse de ellos.

Esta es la maltratada imagen que nos queda de la máxima autoridad de Ancash, un individuo que lejos de predicar con el ejemplo para que todos respeten los mandatos de la autoridad, se muestra esquivo, se esconde y elude la orden del Colegiado que lo ha sancionado por su actitud torpe de burlarse permanentemente de las notificaciones.

Realimente ya hemos perdido la cuenta de las autoridades y ex autoridades que se encuentran al margen de la ley, que se han escondido y se mantienen en la clandestinidad porque pesa sobre ellos una orden de captura e internamiento en el Penal, la única diferencia es que a diferencia de Victoria Espinoza, Juan Gasco, Jaime Casana, Rommel Meza o José Lomparte, en el caso de Waldo Ríos tenemos un prófugo con banda presidencial, con la insignia de la máxima autoridad de nuestra región, es decir, esto es lo último que nos faltaba.