La era de la mentira
Por: DANTE BOBADILLA
Desde hace un tiempo observamos el proceso de descomposición de la República. Y lo que carcome sus cimientos es la mentira. Hoy se informa y satura a la gente con toda clase de embustes, que son el resultado de la ignorancia, el activismo y la inmoralidad. Hay una apabullante demagogia diaria que exhibe un desconocimiento total de la democracia, el Estado, la economía, la historia y la Constitución; pero dicha con seguridad arrogante. La verdad ha sido sepultada por algunos periodistas, intelectuales soberbios, políticos tan ignorantes como ambiciosos, y personajillos de segunda encumbrados por las redes sociales.
Indigna escuchar constantemente disparates como “la verdadera democracia es la que está en las calles”. Comunicadores, juristas y politiqueros hacen apología del vandalismo callejero, idealizando las protestas con una de las mentiras más relamidas: “el derecho a la protesta está consagrado en la Constitución”. Falso. No existe ningún “derecho a la protesta”. Lo único que existe es el derecho a reunirse pacíficamente y previo permiso de las autoridades. Pero en estado de emergencia está suspendido. Y es normal oír a candidatos presidenciales diciendo tonterías a boca de jarro. La señora Verónika Mendoza acaba de culpar a la Constitución por todos los muertos de la pandemia. El señor Julio Guzmán, que tiene una bancada en el Congreso, califica como “golpe de Estado” a una determinación del Congreso porque su postura no ganó en la votación, y sale a las calles a imponer su opinión a gritos.
Si estos son los candidatos presidenciales, los juristas no están rezagados. El señor Omar Cairo ya francamente da risa. Defendió el golpe de Estado de Vizcarra cuando cerró al caballazo el Congreso –tras atropellar una facultad exclusiva del Congreso– apelando a una leguleyada, invocando una figura inexistente en la Constitución y sin respetar el debido proceso, ya que se pasó por alto al Consejo de Ministros. Y ahora este mismo señor Cairo declara “golpe de Estado” a un proceso seguido por el Congreso con estricto apego a la Constitución y la ley. Pero además, ha tenido la frescura de invocar a las FF.AA. a la desobediencia. Si así se conducen los juristas, qué podemos esperar de esos jóvenes desinformados por la izquierda para que sean carne de cañón y dinamitar la República.
Tenemos una casta de juristas que han puesto de moda la deconstrucción de todos los conceptos, al mejor estilo marxista. Ellos afirman que las muchedumbres en las calles y los porcentajes de las encuestas son los que otorgan “legitimidad”. ¿De dónde sacaron semejante disparate? La legalidad es algo que se obtiene siguiendo la ley, y la legitimidad es algo que se gana respetando el debido proceso. No hay más interpretaciones que esta. La turba callejera y las encuestas amañadas no otorgan ninguna clase de legitimidad ni son muestra de democracia. Esos son solo recursos de tribus salvajes y dictaduras tercermundistas.
Indigna ver tanta defensa de un presidente vacado por corrupto y mentiroso. ¿Dónde están los valientes defensores de la moral y de la democracia que lloraban cada 5 de abril por el golpe de Fujimori, que condenaban los excesos de los noventa y odiaban a Fujimori por autoritario? Pues ahora defienden al autoritario de Vizcarra. Aplaudieron su golpe de Estado, la razzia de los adversarios políticos y mucho más. Estos sectores de mojigatos de la izquierda revelan ser solo unos hipócritas. Nunca les ha importado ni la moral ni la democracia, sino medrar del presupuesto público. Critican a la “mafia de las universidades” porque ellos manejan la mafia de las oenegés. Por eso es que ahora defienden desesperadamente a un régimen que fue uno de los más prepotentes, ineficientes y corruptos que haya sufrido el pueblo peruano. Pero incluso ahora tienen el cuajo de disfrazarse de “defensores de la democracia”, como Vizcarra se disfrazó de “luchador anticorrupción”. Con esas mentiras destruyeron el país.
Y ahora vemos a los mismos juristas que ayer defendían el golpe de Vizcarra apelando a la figura de los “hechos consumados” y el “principio de realidad”, diciendo que debemos esperar a que el Tribunal Constitucional se pronuncie, que todo lo que haga el Gobierno de Merino puede ser declarado ilegal, y que ya no podemos elegir al nuevo Tribunal Constitucional hasta que ellos nos den la conformidad. Ese es el nivel de hipocresía y mentira al que se ha llegado. Todo está degradado por la mentira y los intereses mezquinos. Es lo que nos deja Vizcarra como legado. (Tomado de El Montonero) (www.elmontonero.pe)