El gobierno ha anunciado la semana pasada que se ha conseguido cerrar un trato con el laboratorio chino Sinopharm para la adquisición de un lote de vacunas contra el Covid 19 cuya primera entrega de un millón de dosis se concretará este mes de enero.
El anuncio presidencial buscaba paliar la angustia de miles de peruanos que cerraron el 2020 e iniciaron el presente año en medio de un mar de dudas que generó la absoluta incertidumbre que existía respecto a la llegada de la vacuna, pues se había descubierto que el anterior gobierno no dijo la verdad, no había cerrado un solo trato con los diferentes laboratorios que están en este momento elaborando una vacuna que permita protegernos de esa terrible pandemia.
Y es que los anuncios que el año pasado hiciera el ex presidente Vizcarra eran únicamente contactos, intercambio de información, solicitudes, mas no se dejó firmado un solo contrato que garantice la llegada de la vacuna en cantidades apreciables como para inmunizar a una buena parte de los peruanos.
En buen romance, estábamos a fojas cero en un tema en el que en otros países ya se iniciaba la inmunización y contaban con millones de dosis a su disposición, por ello es que apenas lograron una promesa de venta para este fin de mes, el presidente Francisco Sagasti decidió lanzar un mensaje a la nación anunciando la próxima llegada de una vacuna que ni la ministra de salud conocía en qué condiciones llegaría.
Lo que ha sucedido es que la vacuna más efectiva es la de Laboratorios Pfizer, con una efectividad del 95% frente al Covid 19, empero, se trata de una dosis que requiere refrigeración y si el país necesita 60 millones de dosis en la medida que son dos aplicaciones en 21 días, ello quiere decir que debería tener capacidad para almacenar en frío millones de vacunas.
Es una realidad lacerante pero vigente en nuestro país, la capacidad de almacenamiento no existe, por ello es que el Gobierno ha decidido cerrar trato con los laboratorios Chinos porque ellos cuentan con una vacuna que no requiere este sistema de preservación, por ello es que en este momento están en condiciones de entregarle al Perú un millón de dosis en las próximas semanas y 38 millones al final del primer trimestre del año.
Por lo menos esas con las proyecciones que se han hecho, estos estimados suelen no ser precisos, de tal suerte que habrá que hacerse la idea que la inmunización masiva debe iniciarse cuando estemos celebrando el bicentenario de la independencia.
Mientras tanto, la única manera de hacer frente a esta pandemia es con la responsabilidad de cada uno de nosotros, el respeto irrestricto de las normas de prevención, el lavado permanente de las manos, el uso impostergable de las mascarillas y el necesario distanciamiento con otras personas.
Se ha dicho hasta el hartazgo que estas son las tres maneras efectivas de impedir un contagio y romper la cadena de contagios, a ellas se suman otras medidas que forman parte de los protocolos sanitarios de cada actividad económica, a la cual se puede sumar como necesaria el uso de los protectores faciales en los lugares en donde existe alta carga viral, no solo en los medios de transporte en los cuales es obligatorio, sino en mercados, parques y bodegas.
Lo que se tiene que evitar con las concentraciones de gente y si la naturaleza de nuestras actividades nos lleva a estos escenarios entonces no se pueden olvidar las tres reglas de oro que, ciertamente, nos pueden salvar la vida.
Lamentablemente, todo esto ocurre cuando el país está ingresando a una segunda ola de la enfermedad, cuando se ha confirmado la existencia de un rebrote que está colapsando los hospitales, que está generando emergencias en el uso del oxígeno medicinal y vuelven a recordarnos aquellos momentos angustiosos en los cuales la gente se moría o quedaba grave a consecuencia de ese maldito asesino invivible.
Si la Policía, la Fiscalía y la Municipalidad siguen incursionando en las llamadas fiestas Covid, si la gente insensible y desconsiderada sigue asistiendo a reuniones de toca clase, si los peruanos no nos cuidamos, estamos condenados a seguir llorando a los miles de muertos que se sumarán a este ritmo.
No hay que olvidar que existe una nueva cepa, que el virus se ha tornado más peligroso, entonces la pregunta que se cae de madura es ¿porque que exponernos? ¿para qué desafiar a un virus que no se comporta igual en todos los hombres y que puede ser letal para unos e inocuos para otros? ¿para que arriesgarnos?
Hay que hacernos la idea que la vacuna no llegará a todos los mortales en un futuro próximo, no nos creemos falsas expectativas sobre este mecanismo de inmunización porque nos huele que no llegará sino en la segunda parte del año. Cuídense por favor.