La Ley 27867 que crea los gobiernos regionales y que fue promulgada el 18 de noviembre del 2002, establece que uno de los principales objetivos de estos organismos es promover el desarrollo de sus jurisdicciones territoriales mediante la ejecución de planes, programas y proyectos orientados a generar el crecimiento económico y consecuentemente a elevar el nivel de vida de la población.
Han pasado ya diecinueve años desde su promulgación y este objetivo no pasa de ser una simple palabra escrita, por lo menos en lo que a Ancash se refiere. En todo lo que va de transcurrida su gestión, la labor del gobierno regional se mantiene concentrada en la ejecución de obras vecinales (parques, veredas, losas deportivas, etc.) que son competencia municipal y solo generan duplicidad de esfuerzo. Que sepamos, en su agenda de trabajo no aparece ningún proyecto de desarrollo económico o sostenido.
Con el ánimo de mantener un punto de referencia, en este mismo especio y en más de una oportunidad hemos traído a colación la labor que desarrolló la Corporación Peruana del Santa, en la práctica la primera experiencia de gestión descentralizada que ha tenido el país. Veintitrés años de fructífera existencia (1943-1966) le ha bastado a la Corporación Peruana del Santa para realizar una labor hasta hoy sin precedentes.
En ese periodo relativamente corto, la Corporación Peruana del Santa construyó la central hidroeléctrica del Cañón del Pato, el Terminal Marítimo de Chimbote, la fábrica de acero SOGESA (hoy Siderperú) y el primer complejo de estructuras metal-mecánicas como fue la Maestranza. También implementó la primera cadena de hoteles de turistas instalados en Chimbote, Huaraz, Monterrey y Huarmey. De igual manera habilitó el centro recreacional del Vivero Forestal y construyó cinco barrios fiscales para sus trabajadores.
Cincuenta años antes de promulgarse la ley de gobiernos regionales, no se podrá negar que la Corporación Peruana del Santa se adelantó a al tiempo.
Para lograr todo lo que han hecho por Ancash, los funcionarios que dirigieron la Corporación Peruana del Santa no necesitaron realizar costosas campañas electorales para acceder a sus cargos, ni tuvieron a su lado a veinte consejeros regionales que nadie exactamente a qué se dedican y tampoco contaron con los millonarios recursos del canon minero. Ellos fueron elegidos por el gobierno central, no por intereses ni consignas políticas, sino en mérito a su probada capacidad profesional y mística de trabajo. Ninguno de ellos le jugó sucio al país, ni fue denunciado por corrupción. Por el contrario, honraron con creces la confianza que el gobierno depositó en su trabajo y ahí están los resultados. Por sus obras los recordaréis.
En 1978, cuando ya no existía la Corporación Peruana del Santa, se produjo un honroso intento por continuar con esa línea de trabajo. El Organismo Regional de Desarrollo del Norte-Centro (ORDENORCENTRO) creó el Parque Industrial San Antonio, para impulsar el desarrollo de la industria metal mecánica y otras actividades productivas que aún en estos días operan en forma aislada. Los parques industriales venían de dar excelentes resultados en la recuperación económica de los países devastados por la segunda guerra mundial. Era lógico esperar que el parque industrial San Antonio pudiera obtener un resultado similar luego de la destrucción que causó en Ancash el terremoto del 31 de mayo de 1970.
Para tal efecto, se otorgó al parque industrial San Antonio la categoría de proyecto especial, con autonomía económica y administrativa y personal a dedicación exclusiva. Sus oficinas ocupaban un gran espacio en el local donde ahora funciona la Sub Región Pacífico.
Para llevar las cosas al terreno de los hechos, ORDENORCENTRO adjudicó al parque un lote de 11 hectáreas en la zona de Tangay, quedando por delante la ejecución de los trabajos de lotización e instalación de los servicios de agua y electrificación para que los industriales pudieran instalarse y empezar a producir.
A más de cuarenta años de aquel intento, algunos de los trabajadores que laboraron en el proyecto recuerdan, no sin amargura, que gran parte del presupuesto era utilizado en viajes a Lima o Huaraz y otras actividades que nada tuvieron que ver con el proyecto.
Actualmente, después de haber asumido el activo y pasivo de ORDENORCENTRO, el parque industrial San Antonio ha desaparecido del vocabulario y de la agenda del gobierno regional de Ancash. Nadie en este organismo sabe nada ni da razón del proyecto. Nadie.
Las contadas veces que se escucha hablar del parque industrial San Antonio es cuando los medios de comunicación dan cuenta de los incendios que se producen en el bosque de árboles que lo circunda. En otras palabras, los únicos que de vez en cuando se ocupan del parque son nuestros amigos bomberos.