Editorial

::: ¿QUIÉN DETIENE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER? :::

Un informe proporcionado por el Centro de Emergencia Mujer de la Provincia del Santa da cuenta que durante el  año 2020 se han registrado en esta jurisdicción cuatro feminicidios y veintiún tentativas de ese delito, a lo que suma 5,119 casos de violencia contra la mujer en sus demás modalidades.

Lamentablemente no se puede incluir en este cuadro otros casos similares debido a que sus víctimas no se atreven a formular ninguna denuncia por temor a represalias o para evitar vergüenza y escándalos en la familia. Sin embargo, el drama que encierran estas cifras ocupa más de los días las primeras páginas de los periódicos y demás medios de comunicación.

El argumento central de esta novela de nunca acabar, no es otro que la actitud machista y posesiva del hombre sobre la mujer, inspirado a su vez en un comportamiento tan antiguo como la humanidad. Esta es una forma de conducta que todavía se mantiene firmemente enraizada en algunas sociedades, entre ellas la nuestra.

Lo imperdonable de tal comportamiento, es la porfía de aceptar que semejante actitud es producto de nuestra cultura, con lo cual la violencia contra la mujer se mantendría como una forma de costumbrismo y por consiguiente dejaría de ser considerado un delito agravado. En el marco de nuestros códigos morales y legales, eso es inaceptable. Así que tenemos que olvidarnos de esa frase común de nuestro folklore “más me pegas, más te quiero”. La violencia contra la mujer, sea física, discriminatoria o sicológica, es un delito que se castiga en forma sumaria y con severas penas.

Otro capítulo de esta interminable novela es el que protagonizan los indebidamente llamados padres de familia que abandonan sus hogares y obligan a sus ex esposas a asumir el doble rol de padre y madre. Los juzgados de familia de la provincia del Santa reciben un promedio de 15 á 20 denuncias al día por este dramático concepto.

Otro de los episodios de esta tragedia cotidiana y que es noticia de cada día, viene de parte de aquellos esposos que luego del divorcio o la separación de mutuo acuerdo, no aceptan por ningún motivo que su ex pareja inicie una nueva relación conyugal. Para estos desalmados la mujer  es un objeto de su propiedad, con el que pueden hacer lo que les dé la gana, incluso disponer de sus vidas. Para ellos no existe la igualdad de derechos del hombre y la mujer.

El afán de revancha por el que se dejan dominar éstos últimos, es tan ciego y demencial que no contentos con atentar contra la vida de sus ex esposas, llegan al extremo de hacer lo mismo con sus menores hijos, según ellos, para que no se avergüencen de nada ni sufran en el futuro. De esa manera creen haber “lavado” su orgullo de hombre, así terminen sus días en una prisión.

Contra este drama cotidiano, el Centro de Emergencia Mujer de la Provincia del Santa, en coordinación con el Ministerio de la Mujer y el Programa Aurora, acaban de dar un nuevo impulso a las acciones de apoyo a favor de las víctimas de violencia contra la mujer. Básicamente el apoyo comienza con el asesoramiento legal para que las víctimas ejerzan su derecho a la defensa y obtengan la debida asistencia familiar. Otro aspecto es el apoyo sicológico, tanto para la madre como para los hijos, ya que solo así podrán superar el trauma causado por la violencia.

Por cierto, eso no es todo lo que se necesita para frenar la violencia contra la mujer que cada día aumenta, pero sí es una gran ayuda para combatirla y eso ya es algo digno de resaltar.