Editorial

::: UNA VÍA INEVITABLE :::

Para no creerlo. Desde hace 70 años, la carretera Panamericana atraviesa el centro de Chimbote adoptando para tal caso los nombres de avenida Enrique Meiggs y avenida José Gálvez. Más de 2,000 vehículos de transporte interprovincial y carga pesada circulan diariamente por estas avenidas generando no solamente una endiablada congestión vehicular, sino también dando lugar a un peligro latente, tanto para el tránsito peatonal como de vehículos menores, lo que hace cada día más urgente la necesidad de contar con una Vía de Evitamiento.

Ha transcurrido más de diez años desde que el gobierno central anunció la ejecución de esta esperada infraestructura vial pero ha sido recién el 28 de febrero del presente año cuando por fin se ha dado inicio a los trabajos. Nada puede ser motivo de mayor satisfacción que convertir en realidad una promesa.

La vía tiene como punto de partida el cruce del balneario de Besique y culmina en la localidad de Campo Nuevo, distrito de Guadalupito. En total tendrá una extensión de 40 kilómetros, con doble carril en ambos sentidos y dos puentes que cruzarán los ríos Lacramarca y Santa. De esta manera, el recorrido de los vehículos se reducirá a tan solo 20 minutos, la mitad del tiempo que emplean actualmente en atravesar las calles de Chimbote.

La inversión asciende a 174 millones de dólares y se generará  no menos de 400 puestos de trabajo, el 30 por ciento de los cuales estará constituido por mano de obra local. El plazo de ejecución es de 18 meses calendario. No cabe duda que estamos frente a una magnífica obra de ingeniería vial que terminará por descongestionar las calles de Chimbote, especialmente los cuellos de botella que más de los días se forman desde la zona de Villa María hasta el Vivero Forestal.

Pero detrás de todo esto existe una historia que no se puede olvidar. El 23 de julio del 2016 el ex presidente Ollanta Humala colocó la “primera piedra” de esta vía, con corte de cinta y brindis incluido, asegurando que su ejecución iba a empezar a más tardar en octubre de ese mismo año. Lo dijo ante la complacencia del señor Jaime Crosby Robinson, gerente de OHL, la empresa española que financia la obra y será la concesionaria del cobro de peaje. No se sabe si debido a un lapsus o error involuntario, el presidente Humala y el señor Crosby  aseguraron en ese momento que el Estado iba a devolver el monto de la inversión mediante un contrato de concesión por un periodo de siete años. Eso fue lo que dijeron ¡siete años¡.

Otra sorpresa la dio el 16 de mayo del 2018 el entonces alcalde de Nuevo Chimbote, Valentín Fernández Bazán, luego de reunirse en Lima con el ministro de Transportes Edmer Trujillo. El burgomaestre sureño aseguró en todos los idiomas que la construcción de la vía iba a comenzar “si o si”  en agosto de ese año. El anuncio no pasó de ser puro protagonismo.

Hasta ahí todo puede ser parte de un escenario al que ya estamos acostumbrados. Sin embargo, lo que aún no ha quedado claro  es el plazo del contrato de concesión que el Estado ha suscrito con OHL. En ciudades como Trujillo y Barranca, solo por citar dos ejemplos, este plazo es de 20 años hasta un máximo de 25. Sin embargo, en el caso de Chimbote se afirma que el plazo sería de ¡treintaisiete años¡, vale decir treinta años más del que anunciaron en julio del 2016 el presidente Humala y el gerente de OHL. ¿No es una barbaridad?

Se asegura que las adendas de ampliación del contrato fueron incluidas durante la gestión de la ex alcaldesa provincial Victoria Espinoza García y precisamente del ex alcalde de Nuevo Chimbote Valentín Fernández Bazán. Esto es algo que sin duda amerita una pronta y necesaria aclaración.