Chimbote es un puerto pesquero por antonomasia, en décadas pasadas fue considerado el primer puerto pesquero del mundo por la captura y producción de anchoveta que permitió el embarque de miles de toneladas de harina y aceite de pescado que en su momento trajo una riqueza inconmensurable que, desgraciadamente, no fue aprovechada para su futuro y desarrollo.
Hoy, con esos méritos en los libros de historia, la pesca no ha dejado de ser la actividad económica representativa, nuestra ciudad cuenta con un puerto que mantiene una importante actividad pesquera tanto industrial como artesanal, sin embargo, pese a ello se encuentra el producto a precios bastante altos y alejados de la mesa popular.
Por ello es que la anchoveta, tradicionalmente ignorada en la mesa familiar pese a su enorme potencial y sus precios accesibles a cualquier bolsillo, se ha convertido en estos últimos tiempos en un producto que no puede faltar en las compras del mercado, su preparación corre por cuenta de la iniciativa e imaginación de las amas de casa y su consumo redunda favorablemente en el crecimiento y desarrollo de los niños y jóvenes.
Sin embargo, siendo un pescado de fácil descomposición, la anchoveta que llega a los mercados debe ser aquella que es capturada en embarcaciones que cuentan con sistemas de refrigeración o aquella que es calada por pescadores artesanales y que tiene pocas horas de extracción, de lo contrario, ya solo servirá para la actividad industrial.
Esto es lo que han advertido, por ejemplo, en la Municipalidad de Nuevo Chimbote que, por intermedio de su gerencia de desarrollo económico, le ha puesto la puntería a los puestos de venta de esta especie, especialmente en los mercados de este distrito hasta donde llega el producto y suelen limpiarlo con la finalidad de venderlos por montones.
Esa anchoveta muchas veces está en fase de descomposición, es abierta para extraerle las vísceras y es expuesta por varias horas en los puestos, por lo que si se suma el tiempo que lleva de extraída del mar hasta su comercialización, se tiene que tener mucho cuidado con el estado que presenta cuando llega a las manos del consumidor.
Por ello es que los funcionarios del Municipio llegaron la semana pasada al mercado Buenos Aires y encontraron que los puestos informales que se dedican a la venta de esta especie los ofrecían a pesar que ya estaban en estado de descomposición, cuando ya no estaba en condiciones de ser ofrecido para el consumo humano, por lo que debería ser descartada y retirada, empero, en esas condiciones la ofrecen y la venden con los consecuentes efectos gástricos para quienes se la llevan al estómago.
Esta misma dependencia edil, que cargó con más de 10 kilos de anchoveta en estado de descomposición, había intervenido una semana antes el mercado de Bellamar, en donde encontró pota en mal estado pero que estaba expuesta y se ofrecía a las amas de casa, sin que exista control alguno por parte de los administradores del mismo centro de abastos.
En realidad, la acción de los funcionarios de la comuna distrital no se debería circunscribir únicamente al comiso de los productos en mal estado, lo que tienen que hacer es denunciar estos hechos porque los comerciantes conocen la calidad de las especies, saben cuándo un producto hidrobiológico entra en estado de descomposición y pese a ello lo ofrecen uy lo venden de manera intencional.
Esta es una actitud peligrosa, se pone en serio riesgo la salud de las personas cuando se entrega las especies en estado de descomposición, más aun cuando los males que generan no son los mismos en todas las personas, hay quienes presentan defensas que controlan estos males y no pasan de una infección gástrica, empero, en otras personas puede generar secuelas mucho más delicadas y eso se tiene que evitar.
Hay que tener en cuenta que en los mercados no existen ambientes con sistemas de refrigeración, solo los comerciantes que venden carnes rojas cuentan con congeladoras, mientras que loa que ofrecen pescado generalmente llevan lo suficiente para la venta del día y carecen de equipos de conservación. Ahora que se ha detectado esta venta perniciosa, la Municipalidad debería implementar sistema de control permanente porque de por medio se encuentra la salud de la población.
NADA HA CAMBIADO
La última semana se realizó el simulacro de sismo con secuela de Tsunami a nivel nacional, acción que se concretó en horas de la tarde con la finalidad de hacer más real el evento y tener la oportunidad que los ciudadanos se instruyan en una hora en la que probablemente pueda registrarse un fenómeno telúrico.
Sin embargo, tal como ha venido ocurriendo en los últimos años, el evento concitó poca atención entre la población, el simulacro se redujo nuevamente al desplazamiento de las instituciones y organizaciones encargadas de emprender este evento y que tienen la responsabilidad de prestar auxilio y asistencia en un terremoto.
La población civil no entiende hasta el momento que estos eventos se han hecho, precisamente, para que ellos puedan conocer las maneras como reaccionar ante un fenómeno telúrico, para que conozcan cuales son las zonas de seguridad y como deben desplazarse rápidamente a ellas ante la amenaza, por ejemplo, de un tsunami.
Lamentablemente, a la hora de que se registran los siniestros son esos mismos pobladores los que no saben que actitud tomar, no conocen las zonas de seguridad y las desgracias se hacen más trágicas cuando, precisamente, esto es lo que buscan evitar estos eventos, sensibilizar y concientizar a la población en la necesidad de estar preparados ante una desgracia.
Una vez más los medios de comunicación han comprobado que hada ha cambiado en este rubro, que los colegios y algunas instituciones son las únicas que colaboran, por lo menos los pobladores de la zona costera responden cuando existe un simulacro de tsunami, a lo mejor porque comprenden que serían los primeros afectados, empero, lo que se busca es la participación masiva. Aún quedan dos simulacros este año, esperemos que la indiferencia quede de lado y todos se sumen a estos adiestramientos.