A propósito de la deuda impagable:
- Fueron las decisiones erradas y la decisión de los socios de elegir a la persona equivocada, que fue llevada por personas que fueron dirigentes y que nunca aceptaron su error. El causante de todas las desgracias del club galvista, vive feliz y contento y es una autoridad local en su pueblo natal.
Han pasado 2,986 días, desde aquel domingo 7 de julio del 2013, cuando cambió el destino de José Gálvez FBC. Aquel día se realizaron las elecciones en medio de un jolgorio electoral como nunca antes se había visto. El equipo estaba en primera división(descentralizado) y ese día jugaban ante Alianza Lima en el horario estelar dominical.
Escenas idóneas(hinchas, barristas, prensa, cobertura, ambiente ideal) para cumplir con los estatutos y para que una nueva directiva se instale y empiece a gobernar en un periodo donde se había firmado un contrato televisivo de un millón cuatrocientos mil dólares. Nunca antes se había presentado una coyuntura tan positiva y que hacia augurar un futuro sólido.
Pero el destino quiso que todo sea distinto, el club se topó con la realidad, porque eligieron a la persona equivocada y en menos de 14 meses el equipo se fue a la departamental de la Copa Perú. Un récord sin precedentes.
Ese domingo 13 de julio del 2013 los socios galvistas eligieron como presidente a Augusto Sipión Barrios, DNI 16780856, en cuya lista estaban personajes controvertidos como un tal William Hernández Collazos y Julio Peñaranda Bonilla.
Lo que empieza mal, termina mal. Ese año 2013 se firmó el mejor contrato televisivo, pero lamentablemente se incorporaron jugadores que no rindieron e incluso hasta el entrenador no estuvo a la altura de las circunstancias. Ese mal inicio que es de absoluta responsabilidad de esa directiva anterior a Sipión, es decir Sandro Bazán y compañía, no acertó y las consecuencias se vieron posteriormente porque los jugadores no rindieron.
Pero desde el 14 de julio para adelante, Sipión y su grupo solo consiguieron empeorar el asunto, cambiaron de entrenador y el que vino fue peor y el equipo se fue a la segunda división como por un tubo o en otras palabras, como si hubiera estado en un tobogán.
Cuando llegó enero del 2,014 ante las pretensiones de Sipión, pues se conocía lo que iba hacer, se hizo una reunión para darle un golpe de estado, pero su alfil, su escudero William Hernández con su voto frustró ese momento cuando todo estuvo listo para cambiar el panorama y el futuro.
Sipión siguió con su entrenador y sus jugadores y el equipo en el mes de octubre y noviembre luchaba sin fuerzas y lógicamente en los últimos meses sin él, se fue al descenso a la Copa Perú para nunca más volver. En la retina están esos llantos del arquero chiclayano, el grandazo, Paul Pantoja, aquel domingo 9 de noviembre cuando Pacífico FC lo sentenció de muerte en el estadio Centenario. Pantoja, entendía todo y mostraba su impotencia ante tanto desatino.
Antes de empezar su participación en segunda en ese año 2014, Sipión firmó el convenio con la Safap y ese convenio es el que van a restregar de por vida cada vez que la franja llegue a alguna instancia de competencia.
Con las deudas de ese año 2014, en segunda división, éstas aumentaron y conclusión es simple, esas gestiones dirigenciales deficientes( no solo la Sipión sino también la de Sandro Bazán) son las que han conllevado a acumular sumas terribles e impagables. Si bien la Safap ha sumado intereses y costas y casos que no deben estar, lo cierto es que la suma hoy en día es la que se muestra en ese documento que aquí publicamos el último lunes donde se asegura que la deuda es 482,593.66 dólares.
ALCALDE DE SANTA ROSA
Sipión se fue mucho antes de terminar ese 2,014, abandonó el club. Siguió en sus actividades empresariales, pero nunca asumió culpas ni responsabilidades. Con él no es el asunto. No hay mecanismos tampoco para alguna obligación de por medio. A él lo eligieron y los que se equivocaron fueron los socios, en especial los que hicieron su campaña. A todos los tenemos identificados, pero no daremos nombres incluso de aquel ex presidente que dijo que cuando fallezca quiere que su ataúd sea envuelto con una bandera de José Gálvez.
Hoy Sipión, es alcalde del distrito chiclayano de Santa Rosa y lógicamente por su cabeza ya no esta José Gálvez de por medio. Se olvidó de su estancia en Chimbote pues hasta su empresa conservera es manejadas por su hermano y si en el 2016 era perseguido por sus deudas tributarias, hoy está limpio de polvo y paja. Tranquilo y feliz de la vida, mientras que las tempestades están en el club que él presidió y dejó en el fondo del abismo. (El Editor)