Conforme lo hemos dado a conocer en nuestra edición de ayer, el gobierno regional de Ancash mediante acuerdo de consejo publicado en el diario oficial El Peruano ha declarado de interés regional el proyecto turístico denominado Bahía Mágica del cual, por toda referencia, se dice que estará localizado en Chimbote y “es un prototipo modelo de ciudad turística sostenible” llamado a dinamizar la economía, el turismo y la cultura. Ello no obstante, el acuerdo de consejo no proporciona mayores detalles que permitan conocer, por lo menos a groso modo, en qué consiste el proyecto y cuáles son sus principales características.
Para mayor inquietud, lo único que precisa el acuerdo es que se trata de un documento de alcance únicamente declarativo, haciendo hincapié que eso no implica para el gobierno regional de Ancash ninguna sujeción ni obligación contractual. Para decirlo en buen castellano, la declaratoria de interés regional no sería más que un hermoso ramo de flores lanzadas al viento.
Hasta donde alcanza nuestro modesto entender, se sabe que una de las primeras responsabilidades de todo gobierno regional es promover el turismo por ser una actividad no solamente sostenible sino también generadora de ingresos y bienestar general. Eso conlleva a dar por aceptado que ésta no es precisamente una actividad de coyuntura sino más bien una herramienta estratégica de desarrollo, que por lo mismo exige ser priorizada y no ninguneada. Como ha quedado plenamente demostrado, para cualquier ciudad del Perú y el mundo el turismo es la gallina de los huevos de oro.
No se entiende por eso cómo es que el gobierno regional, en vez de liderar la implementación del referido proyecto turístico, más bien se haya apresurado a sacar el cuerpo con el desconcertante argumento de no asumir ninguna sujeción ni obligación contractual. Mejor lavada de manos, ni Pilatos. Eso es como asistir al nacimiento de un hijo huérfano de padre y madre.
No es con simples declaraciones verbales o escritas cómo se gesta el desarrollo del turismo regional. Por mucho que sea el protagonismo que cumple la inversión privada, en ocasiones como ésta los organismos de gobierno están en la obligación de dar el ejemplo dando el primer paso y no lanzando la pelota a terreno ajeno.
A todo eso, no sería raro que la declaración regional, cuyo lenguaje está muy bien calculado, tenga relación con una especial y dramática coyuntura. En las actuales circunstancias, cualquier proyecto turístico que pretenda tener como escenario la bahía de Chimbote, debe hacerlo previo trabajo de recuperación y descontaminación. Nadie en su sano juicio podría atreverse a hacer turismo en uno de los escenarios más contaminados del planeta. Cualquier esfuerzo o inversión que pudiera emprenderse en las actuales circunstancias equivaldría a gastar pólvora en gallinazo.
Como bien lo acaba de hacer notar el Colegio de Biólogos de Ancash, la descontaminación de la bahía El Ferrol es una tarea de titanes que hace temblar las piernas a muchos organismos del Estado, entre ellos el gobierno regional.
De ahí que el proyecto Bahía Mágica, como su nombre lo indica, solo podría terminar en un acto de magia.