Editorial

¡CUIDADO CON ATAHUALPA!

Lamentablemente la reciente y trágica desaparición de un joven bañista de 20 años en las traicioneras aguas del balneario Atahualpa, no es un hecho aislado y tampoco algo fuera de lo común. Cada vez que un bañista, por muy buen nadador que sea,  comete la imprudencia de ingresar a esta playa más allá de la línea donde revientan las olas, lo hace exponiéndose a ser arrastrado y absorbido por la fuerte corriente del mar.

A diferencia de otras playas vecinas donde no existe esta amenaza, el mar de Atahualpa es un mar traicionero. A decir de viejos pescadores de peña que lo frecuentan a diario, el mar de Atahualpa es escenario de corrientes encontradas que  generan remolinos absorbentes, lo que a su vez hace imposible para cualquier bañista poderse mantener a flote, por mucho que sea el esfuerzo que haga. Exactamente lo mismo sucede en el acantilado conocido como La Cocina, situado un kilómetro al sur. En ambos lugares la furia de la naturaleza es implacable. No se puede jugar con ella, menos desafiarla.

La existencia de esta peligrosidad tampoco es desconocida para nadie. Desde hace mucho tiempo, se sabe que el número de víctimas mortales que se registran en estos lugares es incontable y no solamente durante la temporada de verano sino también en cualquier época del año. Toda caída accidental o cualquier acto de imprudencia que se cometa, resulta ser fatal, como ha sucedido con el joven de 20 años. Por lo general, los esfuerzos de búsqueda, por muy intensos que sean, siempre resultan infructuosos.  Solo después de varios días, el mar devuelve el cuerpo de las víctimas.

A pesar de que todo esto es de amplio dominio público, no faltan grupos de bañistas, jóvenes por lo general,  que insisten en acudir a este lugar.  Y lo hacen restando importancia a toda advertencia, sin premunirse de flotadores ni tomar la más mínima medida de precaución; más aún sabiendo que en esta época del año la playa no cuenta con el servicio de personal de salvataje.

De ahí que estas consecuencias fatales no deberían quedar en el olvido. Es hora de pensar muy seriamente en hallar la manera de poner punto final a esta racha de accidentes que tanto dolor causan en la población.  Por todo lo que se ha vivido en los últimos años, no se puede desmerecer el  esfuerzo que se ha hecho hasta este momento mediante la colocación de carteles y la distribución de volantes de advertencia. Un esfuerzo que, como se puede ver, no ha rendido los resultados que se esperaban.

En ese sentido, no deja de ser necesario pensar esta vez, ya no en una simple campaña publicitaria sino más bien en una campaña de concientización; algo que permita a la población tomar plena conciencia del peligro que representa bañarse en la playa Atahualpa. Podrá ser muy bonita  y todo lo que sea, pero es una playa altamente peligrosa; no apta para bañistas.

Como es obvio, la eventual campaña de concientización tendría que ser promovida por las autoridades municipales pero, necesariamente, con la participación de otras instituciones como la Policía Nacional, la UGEL-Santa, universidades e instituciones educativas de todo nivel, centros laborales, colegios profesionales, etc. Sino ¿para qué sirve la institucionalidad?

Por lo demás, ahora que se avecina una nueva temporada de verano, no está de más recordarle a la población que existen otros balnearios como Besique, El Dorado, Caleta Colorada y Puerto de Santa, que no representan mayor peligro. Con el que hay que tener cuidado es con Atahualpa.