Chinecas en su hora decisiva:
Digamos que por razones congénitas y de proximidad geográfica, cada vez que se habla de la irrigación liberteña Chavimochic, que ya no es un proyecto sino una grata realidad, sintomáticamente acude a nuestra mente el tema de Chinecas. Eso se debe a que, a pesar de la abismal diferencia que ahora existe entre uno y otro, ambos proyectos fueron engendrados en mayo de 1985 en un mismo vientre, el del Instituto Nacional de Desarrollo, INADE.
En todo caso, la diferencia radica en que en septiembre de ese mismo año, a tan solo unas semanas de su nacimiento, Chinecas y Chavimochic fueron separados abruptamente por decisión del flamante presidente Alan García. Por razones de voluntad política, antes que por el principio de desarrollo estratégico nacional, el gobierno aprista consideró que no era posible ocuparse de la gestión de ambos proyectos en igualdad de condiciones. Sus razones tendría. Lo cierto es que a partir de ese momento Chinecas y Chavimochic pasaron a evolucionar en cunas separadas. Solo uno de ellos pudo gozar de las atenciones y privilegios que suele engendrar bajo las sábanas el poder político. El favorecido resultó ser Chavimochic.
Es posible que dicho favoritismo sea resultado del compromiso que previamente el gobierno aprista asumió con los grupos de poder económico que financiaron su costosa campaña electoral. Pues en tan solo unos meses, la ejecución de Chavimochic fue puesta en marcha y en menos de quince años las etapas I y II del proyecto ya se encontraban en plena producción.
En estos días, la prensa nacional ha dedicado amplia despliegue al reclamo de las fuerzas vivas de La Libertad que exigen la ejecución de la III Etapa de Chavimochic, cuyo ámbito territorial llega hasta el valle de Chicama. Esta III etapa significa la incorporación de 35 mil nuevas hectáreas, así como el ingreso de mil 400 millones de dólares anuales por concepto de agroexportación y la generación de 140 mil nuevos puestos de trabajo; todo un importante aporte al desarrollo del país.
Pero al mismo tiempo, la ejecución de la III etapa de Chavimochic significa la imperiosa necesidad de una mayor captación de agua. ¿De dónde?, pues del río Santa ¿de dónde más?. Quizás eso explique el porqué Chavimochic se salió con el gusto de construir su propia bocatoma sepultando con ello la idea de la bocatoma única o compartida. Para mí, todo. Para ti, las sobras.
Para colmo, como lo dijimos en un comentario anterior, fueron los mismos potenciales beneficiarios de Chinecas, los agricultores de Santa y Nepeña, quienes irónicamente respaldaron este beneficio a favor de Chavimochic. No se sabe si en forma consciente o deliberada, lo cierto es que desde el momento en que aceptaron la ejecución del proyecto “Chinecas Reestructurado”, con el que los endulzó el candidato a la re-reelección Alberto Fujimori, también estaban renunciando a la bocatoma única, conformándose a seguir utilizando las antiguas bocatomas La Víbora y La Huaca. Esta aceptación quedó sellada en un acta de conformidad que, a instancias del gobierno fujimorista, fue suscrita en el local de la Cámara de Comercio. ¿De qué se pueden quejar ahora?.
Quizá eso también explique la propuesta que hizo hace pocos años un ex gerente de Chinecas quien antes desempeñó el mismo cargo en Chavimochic. Sin el menor rubor, el ex funcionario propuso a los agricultores de Santa y Nepeña construir sus pozos tubulares para extraer agua del sub suelo. Aunque se cuidó de no decirlo, de esa manera, Chavimochic podía captar más agua del río Santa sin que nadie dijera nada.
Ahora que el tema de Chinecas podría estar nuevamente en el repertorio de los candidatos al gobierno regional de Ancash, sería bueno tener en cuenta estos antecedentes para poder hablar con fundamento.
Después de 35 largos años, toda apunta a señalar que el favoritismo del que goza Chavimochic todavía se mantiene. Dar vuelta a esta situación dependerá de la gestión que realicen quienes resulten elegidos en octubre del presente año. De eso dependerá que Chinecas resucite o simplemente reciba los santos óleos. Así de cruel es nuestra realidad política.