Editorial

::: LOS CHACALES DEL AGUA :::

Para captar agua de los canales de Chinecas de manera ilegal y sistemática como lo hacen desde hace mucho tiempo, los agricultores que han invadido las tierras del proyecto  se valen de una serie de implementos y artimañas que, a decir verdad, no son ninguna novedad.  Los métodos son muy antiguos y ampliamente conocidos pero aún así permite a sus aprovechados usuarios obtener   muy buenos resultados sin pagar a cambio un solo céntimo.

Una de las maniobras consiste en la instalación de sifones, que son tubos de plástico de regular sección que se utilizan para succionar el agua por gravedad  y que lo logran en cantidades bastante considerables. Otra artimaña consiste en la colocación de diques sumergidos que permiten embalsar el agua para luego desviarla a voluntad.

En  ambos casos, esta ilegal actividad ocasiona un grave y  acelerado deterioro, tanto en el borde de los canales de irrigación como en  las  paredes interiores, hecho que más de las veces produce roturas y desbordes con otros daños colaterales.  Eso quiere decir que el perjuicio no solamente está en la cantidad de agua que se deja de cobrar sino también en el costoso trabajo de reparación y mantenimiento que continuamente  tiene que realizar Chinecas con dinero del estado.

No obstante que este latrocinio se remonta incluso a los primeros años del canal IRCHIM y que además se realiza ante la vista y paciencia de propios y extraños, llama la atención que después de tanto tiempo los funcionarios de Chinecas  quieran hacernos creer  que recién están descubriendo la pólvora.

Hasta donde se sabe, el proyecto de irrigación cuenta con personal a dedicación exclusiva encargado de realizar la vigilancia y monitoreo del sistema de riego las 24 horas del día. La presencia de los sifones y embalses artificiales es algo que  no puede pasar por desapercibido para nadie, menos para quienes están en la obligación de impedir y denunciar su instalación. Ni siquiera otorgándoles el beneficio de la duda, se puede aceptar que los inspectores de Chinecas no hayan advertido semejante  aberración.

Por lo demás, para nadie es un secreto que alrededor de 3 mil hectáreas de Chinecas están en  este momento en poder de agricultores informales, quienes se han hecho de una parcela agrícola valiéndose de la fuerza. A partir de ahí se puede deducir el volumen de agua que se capta de manera ilegal, ya que la mayoría de estos agricultores  irriga sus tierras por gravedad y no con riego tecnificado. El resultado es el alto índice de salinidad que afecta a las tierras y el incontenible afloramiento de agua que se observa en varios sectores de Nuevo Chimbote.

Nos imaginamos la incomodidad que esta coyuntura debe causar a los agricultores formales, aquellos que han adquirido sus tierras con todas las de la ley y pagan puntualmente sus cuotas de abastecimiento de agua. Según lo han explicado  los propios funcionarios de Chinecas, este robo sistemático perjudica a los agricultores de valle de Nepeña ya que el volumen de agua que deben recibir normalmente ha  disminuido en forma considerable.

Si bien es cierto es mejor tarde que nunca, en buena hora que Chinecas se ajuste bien el cinturón y haya decidido poner en vereda a quienes el ingenio popular ha bautizado como los chacales del agua.