Editorial

::: PEDIATRÍA DEL HAMBRE :::

Niñez ancashina en estado crítico:

Sin necesidad de acudir a  mayores comentarios ni explicaciones,  la última Encuesta Demográfica y de Salud Familiar realizada por el INEI permite ver con toda crudeza,  cual patética radiografía,  los estragos que el azote del hambre viene ocasionando en la niñez de la región Ancash; un drama que lejos de replegarse, paradójicamente amenaza con incrementarse.

Según la encuesta, el 40.9 por ciento de niños ancashinos menores de cinco años padece de anemia crónica, mientras que el 16.5 por ciento amanece y anochece atrapado en las garras de la desnutrición.  Por todo lo que se sabe acerca de estos males endémicos,  es doloroso aceptar que esta indefensa población no pueda disfrutar de los beneficios de una buena  nutrición, precisamente en la etapa de sus vidas cuando más necesitan de ella. Probado está que un niño anémico y desnutrido jamás podrá lograr un desarrollo físico e intelectual, ni siquiera medianamente satisfactorio.

De otro lado y a manera de acotación, la encuesta señala que el 58 por ciento de los hogares ancashinos se encuentra en situación de inseguridad alimentaria. Lo que no significa que la causa del problema sean precisamente los hábitos de consumo. No. El problema es que más de los días  ese gran porcentaje de la población ancashina, particularmente aquella que habita las zonas marginales y rurales, se acuesta sin tener nada qué llevar a la olla.

Sin duda una de las principales razones de esta sórdida coyuntura es la falta de empleo, que en el caso de Ancash alcanza uno de los niveles más altos, pero también lo es  la forma cómo se vienen aplicando los programas sociales tanto a nivel de gobierno central como regional y local. Se advierte que no están correctamente focalizados, que existen enormes brechas por cubrir y, para colmo, las autoridades y funcionarios  encargados de su ejecución,  no tienen el menor escrúpulo en aprovechar el hambre de la población y los recursos del estado para obtener dividendos políticos.

A todo esto, no está demás reiterar  que por quinto año consecutivo  Ancash se mantiene como  la región que más dinero recibe por derecho de canon y regalías mineras. Aún así, de  los mil millones de soles que recibió el año 2021 por este concepto, 400 millones han revertido al tesoro público por falta de capacidad de gestión. ¿Cómo podemos darnos ese lujo mientras miles y miles de niños no tienen ni qué comer?. ¿Se puede llamar a esto justicia económica y social?.

Por si fuera poco, el mar que baña la costa ancashina es generoso en especies de invaluable  contenido proteínico,  pero sin  embargo estas especies no llegan a la mesa popular. La pesca de consumo humano parece haber sucumbido ante la voracidad de la pesca industrial.

Nada puede ser más prioritario para Ancash que reducir a su mínima expresión los efectos de la anemia y la desnutrición que tanto daño vienen ocasionando a la población infantil. Si los recursos para lograr este objetivo están ahí, al alcance de los organismos e instituciones encargados de su manejo, quiere decir que estos recursos no están siendo correctamente utilizados. No se puede jugar así con el futuro de la región Ancash. El hambre es el peor azote pediátrico.