Extremadamente confiado de la responsabilidad penal que le alcanza, el aun gobernador regional Waldo Ríos Salcedo, llegó el pasado miércoles al recinto de la Sala Penal Liquidadora de Huaraz con la finalidad de tomar parte en la audiencia de uno de los tres juicios penales que tiene pendiente de la gestión que realizó como alcalde de esa misma ciudad los años 1999 y 2000.
Se trata de cargos formulados por el Ministerio Público por irregularidades en la ejecución de la obra de alumbrado del Parque Perú y de la berma central de la avenida Antonio Raimondi; así como la electrificación de las plazuelas de los caseríos de San Nicolás, Huamarín, Villa Progreso y del centro poblado menor de Coyllur, en la época que se desempeñó como alcalde de Huaraz, entre los años 1999 y 2000.
Este juicio estaba sumamente retrasado, por ello es que se derivó a una Sala Penal Liquidadora porque corresponden a todos aquellos procesos que están sujetos a la normatividad del código procesal penal antiguo, lo que nos da una idea de la manera como se ha dilatado, siendo el propio Gobernador uno de los que ha promovido esta situación.
Tal parece que tanto el abogado del gobernador como sus colegas que defienden a sus co encausados, estaban convencidos que los magistrados de la Sala Penal Liquidadora solo los habían convocado para escuchar los alegatos de sus patrocinadores y los cargos del Fiscal y, de inmediato, retornarían a sus actividades diarias, como que los otros dos acusados son también funcionarios de la actual gestión de Ríos Salcedo en el gobierno regional.
Sin embargo, apelando a las atribuciones que le confiere la ley, teniendo el tiempo a disposición, decidieron dictar la sentencia final correspondiente, un documento que todos los medios de comunicación sabíamos que sería lapidario debido a los alcances que tenían las acusaciones que afrontaba el Gobernador.
Y nuestras sospechas resultaron ciertas, el Colegiado impuso a Waldo Ríos y dos co acusados una condena de cinco años de pena efectiva, ordenando en ese mismo instante su traslado al establecimiento penal de Huaraz “Víctor Pérez Liendo”, razón por la cual sin mayor trámite los efectivos de la Policía Judicial procedieron a conducir a la autoridad regional a la Carceleta Judicial.
El fallo judicial sorprendió a sus abogados y al centenar de personas que había llevado Waldo Ríos como portátil hasta las inmediaciones del Palacio Judicial con la finalidad de presionar a las autoridades judiciales, una práctica propia de la corrupción de su antecesor César Álvarez Aguilar que le ha costado ingentes cantidades de dinero al erario de nuestra golpeada y maltratada Región.
El fallo está dado y no hay vuelta que darle, solo le quedaba al abogado defensor plantear el correspondiente recurso de nulidad, hoy denominado Casación, para intentar llevar el expediente a la Corte Suprema de la República a efectos que en instancia de revisión se busque que revocar la condena, empero, para que ello suceda primero debe fundamentar su impugnación en un plazo de diez días hábiles y esperar que se realice el procedimiento de admisibilidad por parte de la instancia suprema y la convocatoria a la vista de la causa, un camino procesal que se calcula en unos ocho meses a un año.
De allí que la situación del Gobernador Regional Waldo Ríos ha caído ya en un profundo y oscuro hoyo, a la luz de los procesos penales que tiene pendiente ya como gobernador, como el caso de los donantes y otros que el Ministerio Público de Chimbote y Huaraz le han iniciado, aún tiene pendiente otras dos causas penales de su gestión como alcalde, por lo tanto, su futuro ya no tiene retorno al sillón regional.
Lamentablemente, esta es la consecuencia de una elección equivocada, nuestro medio de comunicación como muchos otros advertimos a los electores de Ancash que estábamos ante un candidato que arrastraba un historial judicial terrible, que tenía una condena penal que se le impuso en la peor época de corrupción en el país como fue sus vínculos con el montesinismo como que visitó la famosa salita del SIN y recibió dinero de Vladimiro Montesinos para convertirse en un congresista “topo” en el año 2001, tal como lo expresa la sentencia condenatoria que recibió por este hecho.
Inclusive a pesar que el propio Jurado Nacional de Elecciones advirtió que en caso de ser elegido Waldo Ríos no podría juramentar el cargo porque se hallaba judicialmente inhabilitado al no haber cumplido los términos de la sentencia en el extremo del pago de la reparación civil, una obtusa mayoría electoral en Ancash lo ungió como presidente regional.
Solo en ese momento Ancash perdió un año en su historia, Waldo Ríos debió negociar el pago de la reparación con un grupo de donantes, regresó cinco meses después y hasta que se instale y designe a nuevos funcionarios se perdió todo un año. Ahora con su encarcelamiento deberá retornar a la Gobernación el Vicepresidente Enrique Vargas Barrenechea, un personaje de muy triste recordación porque ya ha ejercido el cargo y todos conocen sus tremendas limitaciones.
“A lo hecho, pecho” dice el conocido adagio para describir la obligación de asumir la consecuencias de lo que se ha hecho y la población de Ancash cometió el gravísimo error de elegir a las autoridades equivocadas, no solo en este periodo sino en los anteriores, así que habrá que alentar que las cosas cambien de alguna manera, que las propias instituciones orienten y encaminen a un próximo gobernador que no tiene experiencia ni trayectoria.
Lamentablemente, hubo quienes advertimos lo que iba a pasar, la actual situación procesal de Waldo Ríos Salcedo, parafraseando a García Márquez, podemos decir que era una crónica de un encarcelamiento anunciado, es el previsible derrotero no solo de un político que ha engañado descaradamente al pueblo, sino que arrastraba un prontuario que no estaba oculto sino que a muchas personas ni siquiera les importó. Ahora, el nuevo Gobernador tiene también juicios en ciernes, no es un hombre intachable sino que seguramente que lo veremos por los estrados judiciales y esperemos que no siga el mismo camino, de ser así el futuro de Ancash será bastante lúgubre.