Ya lo habían anticipado. Después de venir ocupando en forma provisional las instalaciones del parque Fesideta, el último fin de semana los comerciantes que hace más de un año fueron desalojados del mercado El Progreso, no aceptaron su traslado al estadio Manuel Gómez Arellano. La razón es que en este lugar también van a tener la condición de ocupantes temporales, que lo que ellos desean, es que, cualquiera que sea el lugar de una nueva reubicación, ésta tenga carácter definitivo y reúna las condiciones básicas y elementales que requiere todo centro de abasto. Lo que ya no desean es sentirse gitanos en su propia tierra.
En señal de impotencia tras no haber podido llegar a ningún punto de acuerdo con la autoridad municipal, el mismo día del desalojo los comerciantes ocuparon por varias horas las pistas y veredas de los alrededores del parque Fesideta, creando con ello un serio malestar no solamente a los vecinos del lugar sino también al tránsito vehicular y peatonal. Cosa que por supuesto la ciudad no comparte.
Pero aún cuando finalmente los comerciantes fueron desalojados de la vía pública, esta ingrata experiencia ha puesto de manifiesto una vez más la falta de capacidad de la que se adolece la comuna provincial para enfrentar y dar solución a esta clase de problemas, los mismos que son tan álgidos como antiguos. Demás está decirlo, pero ésta es una historia que Chimbote ya la conoce y la ha vivido en reiteradas oportunidades. Tanto así que la población ha soportado por mucho tiempo el impacto negativo que este problema representa para el orden y la seguridad de la ciudad.
Es realmente penoso, por decir lo menos, comprobar que frente al caso de los comerciantes de El Progreso, la municipalidad provincial del Santa no haya previsto una solución por lo menos aceptable. No se puede hablar ni siquiera un plan de contingencia. Problemas de esta magnitud no se solucionan con paliativos, menos con improvisaciones, ni tampoco encogiéndose de hombros. Los problemas de la ciudad no se solucionan por sí solos. Para eso está la autoridad municipal.
Después de todo, el desalojo de los comerciantes de El Progreso es algo que se conocía con mucha anticipación. Tiempo ha habido más que suficiente para habilitar un terreno con servicios básicos de agua, desagüe y electrificación y no mandar al desvío a los comerciantes con aquello de “busquen ustedes el terreno que mejor les convenga”. ¿Para qué está el municipio?. Todas las marchas, contramarchas e indecisiones que han surgido en torno a este problema han acentuado una sensación de caos, inestabilidad e inseguridad que nada bueno le hace a Chimbote.
Por lo demás, existe un Plan de Desarrollo Urbano y otro de zonificación que bien pueden servir de referencia para tomar una decisión que ponga las cosas en su debido lugar, sin necesidad de crear una tormenta en un vaso de agua. Ya suficientes problemas tenemos en Chimbote con obras paralizadas y mal ejecutadas como para tener que añadir una raya más al tigre.
¿En los tres meses y medio que todavía le quedan, podrá la actual gestión municipal hacer lo que no ha hecho en tres años y medio?. Calma, la respuesta la tendremos el próximo 31 de diciembre.