El juzgado penal colegiado de la Corte Superior del Santa inició el capítulo final de la novela policial que protagonizan los delincuentes conocidos como “Los Patecos”, quienes han sido condenados la semana pasada a penas efectivas de prisión por sus vínculos con la actividad criminal en nuestro Puerto.
Penas que oscilan entre 8 y 13 años de prisión efectiva han recibido la mayoría de integrantes de esta gavilla delictiva, los cuales vienen ya purgando carcelería en diferentes centros penitenciarios, especialmente en “Piedras Gordas” de Lima, hacia donde fueron trasladados por un tema de seguridad.
Aun cuando los medios de comunicación pudieron conocer que el líder de esta gavilla delincuencial era Lenner Cruz Alejos (a) “Bala, los magistrados lo han condenado solo a 11 años de carcelería, mientras que sus dos hermanos Erick y Aidol Cruz Alejos, los han condenado a 13 años de prisión.
De la misma manera, otros dos miembros de la banda como son Richard Manuel Cano Castro (a) “Narizón” y Juan Carlos Ordoñez Campos (a) “Juan Carlos”, fueron sentenciados a 8 años de prisión, mientras que a la única mujer detenida con los maleantes, identificada como Yurico Yajaira Palomino Cornejo fue absuelta de los cargos y se ordenó la dejen en libertad.
La sentencia también considera como último integrante de la banda a Carlos Omar Prada Piñas, más conocido como “guchelly”, quien se encuentra en calidad de prófugo de la justicia, razón por la cual le han reservado el fallo hasta cuando sea capturado.
Seguramente, como a muchos, la sentencia puede parecer sumamente indulgente para gente que ha demostrado estar estrechamente vinculada a la delincuencia organizada, empero, no se puede olvidar que la Policía Nacional se anticipó a que estos sujetos puedan cometer un hecho de graves connotaciones al capturarlos cuando estaban entrenando para un crimen selectivo.
Como se recuerda, la Policía detuvo a los integrantes de esta gavilla cuando retornaban de la zona de La campiña en donde se dedicaban a entrenar en las alejadas chacras con un fusil de guerra que contaba con mecanismos de precisión, tenía una mira telescópica como las que utilizan los francotirador o los expertos en aniquilamiento.
Este es un hecho que debería ser considerado en función a los antecedentes de esta gente, a su manejo de muchos asaltos y extorsiones, a los atentados criminales por la vía del sicariato, todo lo cual fue materia de una prolija investigación.
Para ello solo basta recordar uno de los pasajes violentos que protagonizaron estos sujetos cuando se enfrentaban a una gavilla criminal de Trujillo, quienes se juraron venganza mutua y por ello se enviaban a sicarios para asesinar a sus lugartenientes y después de buscaron entre los integrantes de las dos gavillas.
Uno de estos ataques se perpetró en la vivienda de la familia Cruz Alejos, en el P.J, Dos de Mayo, hasta donde fueron seguidos por una gavilla de sicarios que dispararon a matar contra ellos con miniametralladoras con la cual vaciaron cacerinas y dejaron no solo agujereada la vivienda sino que asesinaron a uno de sus integrantes.
Desde entonces se desató un baño de sangre en Chimbote, incluso, uno de los hermanos Cruz Alejaos también fue victimado en una Cebichería, de allí que era más que evidente que estos maleantes formaban parte de una organización criminal con la que hay que tener mucho cuidado y es mejor tenerlos presos por muchos años, lejos que salgan a la calle después unos cuantos años para volver a delinquir.
Como es de dominio público, la actividad de “Los Patecos” nunca se detuvo a pesar del encarcelamiento de sus principales líderes e integrantes, por el contrario, por intermedio de otros sujetos mantuvieron su actividad delictiva a través de amenazas y extorsiones telefónicas que se concretaban con amedrentamientos y ataques perpetrados por sus cómplices contra aquellos que no se convencían de sus llamadas.
No se puede olvidar que, como todas las organizaciones criminales que registran actividad en nuestro Puerto, “Los Patecos” han mutado en su accionar delincuencial, han dejado de lado las extorsiones a transportistas y propietarios de vehículos e incursionaron en el tráfico de terrenos, en las invasiones de Nuevo Chimbote en donde vieron que su accionar demencial y asesino podría generar ingentes ganancias a través de las amenazas contra quienes son propietarios o posesionarios de lotes de terreno.
De allí que los medios de comunicación han publicado varias muertes de dirigentes de asentamientos que han sudo ultimados por estas gavillas de delincuentes que suelen resolver sus diferencias con el sicariato, no resisten que nadie se oponga a sus ambiciones delincuenciales y cuando se encuentran con alguien que les pone la mano, lo que hacen es contratar a sicarios juveniles para que lo saquen del camino.
Por ello es que hay muchos que no lograrán entender cómo es que han merecido una pena tan indulgente pese a que se sabe lo que han hecho, sin embargo, la justicia no puede ponerse en supuestos y rumores, tiene que sancionar con pruebas ciertas y contundentes y, en el caso de los Patecos, los han condenado por la tenencia ilegal de armas y explosivos, tal como consta en las actas respectivas.
Sin embargo, es importante que la justicia haya zanjado este tema de una buena vez, los propios sentenciados y el Ministerio Público podrán plantear los recursos impugnatorios respectivos, y será la Sala Penal de Apelaciones la que revise este fallo y pueda incrementar las penas si lo considera pertinente.
Esto ultimo es la expectativa de todos los Chimbotanos en la medida que la impresión que nos ha dejado el fallo inicial es de insatisfacción, de advertir que estamos ante una sentencia corta, una que castiga y sanciona a los delincuentes pero no toma en cuenta que formaban parte de una de las más peligrosas organizaciones delincuenciales que conozca la historia de Chimbote, razón por la cual hay que esperar con fe el pronunciamiento de los magistrados superiores, para que se calibre la responsabilidad penal que les alcanza y se sancione con todo el peso de la ley a quienes impusieron la ley del miedo en las calles. La justicia debe ser, esencialmente, justa con la sociedad afectada por estos maleantes.