Cada vez que María Luisa Boutellier (67) acudía a realizar sus compras en el mercado Buenos Aires, acostumbraba regresar a pie hasta su domicilio ubicado en la avenida Country de la urbanización Buenos Aires. Su camino favorito era la berma central de la avenida Pacífico. Y así lo hacía no solamente para disfrutar de una caminata buena para la salud, sobre todo para las personas mayores como ella, sino también porque gustaba responder el saludo de las amistades con las que se cruzaba en el camino.
Como se sabe, esta conocida dama fue una de las fundadoras del grupo de acción social “Sagrados Corazones”, una institución benéfica que brinda ayuda a personas necesitadas, particularmente a pacientes internados en el Hospital Regional. Una acción que identifica a las personas de buen corazón.
Pero cuando María Luisa se encontraba a mitad de camino, sucedió lo inesperado. Dos delincuentes a bordo de una moto lineal la interceptaron en forma violenta para arrebatarle la billetera que confiadamente portaba en una de sus manos. En una reacción propia de todo ser humano, la indefensa María Luisa forcejeó con uno de los desalmados para evitar que le roben su dinero, evidentemente sin sospechar a lo que estaba exponiendo. Mucho más fuerte que ella, el delincuente no solo terminó por arrojarla al piso y quedarse con la billetera. Sin el menor miramiento, le disparó dos balazos en el rostro que acabaron con la vida de María Luisa en forma instantánea.
Este hecho, que ha causado estupor general en la población, ocurrió a plena luz de día, ante numerosos vehículos que a esa hora circulan por el lugar, a tan solo unos metros de la iglesia Sagrado Corazón y de la sede de la Unidad de Protección de Carreteras de Chimbote.
En medio de un charco de sangre, el cuerpo de María Luisa permaneció por más de una hora tendido en el pavimento hasta la llegada del fiscal y del médico forense quienes dispusieron el levantamiento del cadáver.
Es evidente que, más allá de un cruel asesinato, la muerte de María Luisa ha vuelto a poner en el tapete el grave problema de seguridad ciudadana que se padece en Chimbote y Nuevo Chimbote. Ya nadie puede sentirse seguro, ni en la calle ni en sus domicilios. Por donde quiera que sea, la delincuencia se encuentra al acecho sin importar la hora, el lugar ni las circunstancias. Y lo que es peor, sin importar para nada la vida de los demás.
Pero mientras estamos viendo que cada día la delincuencia aumenta y gana terreno, no se puede decir lo misma de la acción policial y de seguridad. Hay más policías cómodamente sentados y conversando animadamente al interior de las comisarías, que patrullando las calles. Esa una realidad hasta hoy inexplicable, que podemos comprobarla en todo momento y más de los días.
Tampoco se puede aceptar que la batalla contra la delincuencia la vamos a ganar con la instalación de más cámaras de seguridad; pues éstas son útiles después de consumado un acto delictivo pero no antes.
La lucha contra la delincuencia requiere de una labor de prevención que comienza con el patrullaje callejero. Jamás una cámara de seguridad, por muy sofisticada que sea, podrá ser más efectiva que un miembro de la policía. El factor humano es irremplazable. En la medida que eso no suceda, no será posible hablar de una efectiva acción de seguridad ciudadana. Los hechos dicen más que mil palabras.