Por: Prof. Arq. Giorgio Romoli
Cada año el Perú se ve obligado a sacrificar un cierto número de víctimas y bienes a Molok, el cruel y sanguinario ídolo semítico de los cartagineses, porque no toma las medidas necesarias en su territorio. Utilizo esta metáfora, para hablar de las víctimas y bienes a causa de las lluvias de fuerte a extrema intensidad, a los desastres de los huaicos que se repiten todos los años en los meses de lluvia.
Si evaluamos la cantidad en milímetros de lluvia que cae en el Perú a lo largo de un año, podemos darnos cuenta de que es más o menos igual a la que cae en el resto del mundo, para la misma superficie. Sin embargo, con una diferencia: mientras que, por ejemplo en Europa, se distribuye durante muchos días del año (en Zúrich incluso dicen que llueve todos los días) donde usan impermeables y paraguas, aquí en Perú parece caer concentrada toda junta en pocos días. Por eso crea víctimas y desastres: no es lluvia, son verdaderos aguaceros.
¿Por qué los diversos gobiernos que han seguido a lo largo de los años no han tomado y no están tomando medidas?
Supongo porque el Perú es grande, tiene una orografía muy variable y, además, cada año el Dios Molok de los Huaicos cambia de zona. Si intentamos intervenir en una determinada localidad después de ocurrido el desastre, al año siguiente se produce el fenómeno o más al sur o más al norte y, cuando se puede predecir, es demasiado tarde, no se puede hacer nada para evitar los daños que ocasiona.
Desde un punto de vista científico, estas grandes cantidades de agua podrían ser un gran recurso. Parece absurdo pero en realidad es así.
Para intentar solucionar este problema se necesita una obra magna, como decían los latinos, es decir, una intervención tan grande comparable, dadas las debidas proporciones, a la construcción de la Gran Muralla China, las Pirámides de Egipto, Machu Picchu y las otras grandes construcciones de piedra de los Incas,.
Se debe hacer un estudio geográfico metódico de todo el país (con el uso de la alta tecnologìa hoy en día se puede hacer rápidamente) identificando claramente las impluvias, las cuencas de captación de agua, para poder crear barreras, diques de hormigón o terraplenes, que dan lugar a grandes reservas de agua, a lagos que van en sucesión desde las partes altas hasta el mar y pueden ser usados de diversas formas.
– La primera y más importante, evitar el desbordamiento de los ríos y por ende los huaicos. (Un río debe tener un Gerente que controle su cauce durante todo el año y establezca los trabajos a realizar para que siempre pueda albergar el caudal máximo calculado).
– La segunda, utilizar la salida de agua de estos lagos durante todo el año, para generar electricidad, energía limpia sin coste alguno, excluyendo claramente el gasto inicial de los equipos que la producen.
– La tercera, esta agua puede ser utilizada para riego y también para uso doméstico en muchas partes altas del Perú, donde es difícil encontrarla.
– La cuarta, si están bien diseñados y equipados con instalaciones, estos lagos también pueden ser explotados para el turismo.
Como he mencionado anteriormente, la incertidumbre, la variabilidad de estos fenómenos, obliga al Perú a estudiar metódica y científicamente este fenómeno destructivo y solo así puede intervenir en ‘partes’ hasta llegar a la salvaguarda de todo su territorio.
Seguramente estas transformaciones geográficas darán mucho que hablar en el extranjero, y si estàn bien hechas, pueden convertirse en un verdadero atractivo turístico nuevo en el Perú.
Chimbote, 14 de marzo de 2023.