Editorial

Editorial: ::: POLICIA EN CRISIS :::

El alto mando de la Policía Nacional dispuso la separación temporal del Jefe de la División Policial de Chimbote, Coronel Miguel Acuña Gallo, quien ha sido sometido a un proceso disciplinario y decidieron remplazarlo en este período, que no excederá de 15 días, con el también Coronel Juan Martínez Arroyo.

La decisión llega en un momento sumamente difícil y complicado para la Policía Nacional de Chimbote, cuando apenas una semana antes la Dirección Nacional Antidrogas había detenido cerca al balneario de Tortugas al entonces Comisario de Buenos Aires, Comandante Freddy Tuesta Chicana con un alijo de 119 kilos de Clorhidrato de Cocaína.

Si ya es un escándalo que se ponga al descubierto que un efectivo de la Policía Nacional en actividad está delinquiendo, imagínense lo que ha significado para la institución tutelar que un alto oficial que ostenta la Jefatura de una importante dependencia policial está traficando con droga, peor aun cuando no se trata de un pequeña cantidad sino que se habla de cientos de kilos de droga de alta pureza.

Esto demuestra, a ojo de buen cubero, que el oficial no solo estaba vinculado a la actividad delictiva de manera superficial, por el contrario, es evidente que el “narco comandante” era integrante de una red criminal que se dedica a la extracción del estupefaciente a los mercados internacionales y para ello se valía de su rango y uniforme a efectos de sortear los controles y cualquier contingencia en el transporte del alcaloide

Por ello es que, de primera intención, se pensó que el Coronel Acuña era separado como consecuencia de este gravísimo hecho, empero, luego se conocería que además de este escándalo policial existían otros manejos turbios en la sede policial de Chimbote y enfrentamientos internos a nivel de la alta Jefatura.

Uno de estos hechos está relacionado con los cobros de cupos que se venían haciendo en la Jefatura del Cuadrante Seguro, aquella que tiene la responsabilidad de desplegar a los efectivos policiales diariamente para el patrullaje a pié, quienes tienen un bono diario más el rancho por efectuar esta labor.

Sin embargo, el jefe y responsable de este programa, el Mayor Alex Peña Cépeda, no lo estaba manejando con rectitud y honestidad, por el contrario, había promovido toda una argolla mediante la cual se estaba llevando al bolsillo parte de ese presupuesto a través de los cobros por lo bajo a los agentes beneficiarios.

Esto fue denunciado por personal subalterno cansado y decepcionado de los abusos que se cometían al amparo de los recursos destinados a la seguridad de la ciudadanía, pues lo que estaba ocurriendo es que algunos malos efectivos que se coludían con el Mayor Peña no prestaban el servicio, preferían realizar otras actividades y para no perder el bono lo que hacían era negociar con el corrupto oficial para que se quede con parte del pago diario a cambio que los registre como si hubiesen asistido.

Era una suerte de “policías fantasmas” en  nuestra ciudad, los agentes no salían a patrullar las calles pero igual cobraban como los demás que si trabajaran pero de ese dinero diariamente le tenían que entregar un porcentaje al Mayor Alex Peña para que pueda dar el visto bueno y autorizar el pago a sabiendas que no prestaron el servicio.

Es una doble patraña, un fraude al estado por disponer de recursos para un servicio que no se presta y un fraude a la comunidad porque la expone a la delincuencia al permitir que los efectivos designados para la custodia de las calles no salgan a trabajar dejando desguarnecida un sector de la ciudad.

Este hecho pretendió ser encubierto por los propios miembros de la Policía Nacional, ya es de dominio público que los denunciantes canalizaron esta queja anónima a través de una dependencia oficial que es la que demandó a la Inspectoría de la Policía, así como a la propia Jefatura Regional para que se tome cartas en el asunto y sancionen al pésimo oficial que negociaba con los pagos del cuadrante seguros.

Sin embargo, pasaban los días y la Inspectoría no solo no hacía nada sino que se permitía que el negociado continúe a vista y paciencia de todos dentro de la institución tutelar, razón por la cual la autoridad que recibió esta denuncia advirtió que llevaría el caso a las altas instancias del Ministerio del Interior, y, solo en ese caso decidieron tomar acciones retirando al Mayor Peña Cépeda y sometiéndolo a un proceso de investigación interna.

En realidad es otro escándalo de magnitud al interior de la Policía de Chimbote, aun cuando muchos dirán que estos casos no deberían sorprender porque así coloquen a otro oficial seguirá esa misma argolla inmoral, recuerdan que el ex comandante Jorge Calixto fue separado de la institución por un hecho similar, por quedarse con los recursos destinados al rancho policial, en una denuncia formulada por los propios efectivos de la Policía y verificada por las instancias de control interno.

Así como los malos manejos con el rancho policial, también se han conocido casos de aprovechamiento de los dineros destinados al combustible de las unidades y de otras áreas, todo ello porque lamentablemente existen malos efectivos que no piensan en su institución, en la entidad que les da de comer y presencia en la sociedad, y, que al incurrir en delito o falta grave la más afectada termina siendo la imagen señera de nuestra policía nacional.

El jefe de la división policial ha debido dejar su oficina porque hizo un llamado al orden al jefe de Inspectoría, le exigió que las notificaciones al personal investigado no se realicen de manera conjunta en un mismo día sino de manera escalonada con la finalidad que no afecten el servicio y no tengan que dejar todos sus puestos en un mismo día, hecho que habría generado tirria en el Inspector que haciendo valer sus influencias se ha quejado a la alta dirección y por ese solo hecho han separado al coronel Acuña.

Esto es sintomático, cuando existen muchos otros hechos sumamente más graves y delicados en la Policía Nacional se les ocurre suspender por 15 días al Jefe de la División Policial por un caso trivial y absurdo, cuando estamos en estado de emergencia y cuando la delincuencia está poniendo en jaque nuevamente la seguridad como consecuencia de los continuos crímenes. No llegamos a entender la lógica de la alta dirección de la Policía, empero, es evidente que la crisis policial está golpeando sus fibras más sensibles, esperemos salga de pronto de este escabroso trance.