Editorial

Editorial: ::: COMPROMISO PENDIENTE :::

Cuando la Municipalidad Provincial del Santa dispuso el cierre y clausura temporal del mercado Modelo, apelando a un impresionante resguardo policial, los chimbotanos respiraron aliviados en la medida que, por fin, la autoridad edil había decidido endurecer su accionar y hacer respetar el derecho de los ciudadanos a recorrer un centro de abastos limpio, ordenado y seguro.

Y es que estas características, que son elementales en cualquier establecimiento que recibe diariamente a cientos y miles de personas, no destacaban precisamente en el Mercado más antiguo y tradicional de Chimbote, aquel que es el símbolo de toda ciudad y que está enclavado en el corazón mismo de la ciudad.

Hace más de una década el mismo Municipio decidió limpiar los pasadizos y las calles aledañas del Mercado Modelo que se habían convertido en una verdadera guarida para delincuentes, puestos anclados en plena vía pública., cientos de comerciantes informales que habían tomado las calles aledañas, basura acumulada en toneladas que no se podía retirar por la impresionante tugurización que existía a su alrededor, fueron erradicados definitivamente por la autoridad edil para rescatar un mercado que muchas generaciones de Chimbotanos virtualmente no conocían.

Despejado y con calles remodeladas, el mercado modelo tomó un nuevo cariz allá por las finales de la década del 90, un nuevo rostro que debería conciliar con el movimiento comercial y bullente que ha caracterizado a un puerto industrial y comercial como es Chimbote, empero, ese rescate que fue aplaudido por toda la población poco a poco se fue difuminando en las arterias principales de la ciudad porque los propios comerciantes no pusieron de parte para conservar el orden, la limpieza y la seguridad.

La tugurización paulatina de sus pasadizos, la invasión de comerciantes informales en las calles aledañas y la presencia de basura por sus pasadizos, al margen de la invasión de los pasajes por comerciantes que decidieron sacar sus mercaderías hacia esa franja por la cual deben transitar libremente los compradores, puso una nota negativa que la Municipalidad fue advirtiendo paulatinamente y apercibiendo a los conductores de los puestos para que se ordenen y para que mejoren sus instalaciones.

La privatización de este centro de abastos quitó el protagonismo a la autoridad edil pero no por ello dejaba se ser el organismo fiscalizador para el cumplimiento de las disposiciones legales, como por ejemplo las mejoras que ya requería este centro de abastos en relación a sus instalaciones eléctricas y el techado.

Por ello es que la comuna, por intermedio de sus áreas competentes, emplazó reitera-damente al gremio de comerciantes para que mejoren sus instalaciones, le hizo llegar un pliego de observaciones que deberían ser subsanadas, por lo que, ante la indiferencia y desdén de sus dirigentes, no quedó otro camino que apercibirlos con el cierre y la clausura de sus instalaciones, algo que tomaron deportivamente y sin la seriedad del caso, por lo que solo se alarmaron cuando llegó la hora de ejecutar la orden.

Sin embargo, la última oportunidad que le dieron a los comerciantes para que cumplan con las subsanaciones ha concluido la semana pasada el alcalde y funcionarios ediles realizaron una inspección a este centro de abastos y llegaron a la conclusión que la advertencia había servido de mucho porque los conductores de los puestos habían mejorado muchas deficiencias aun cuando, era evidente, no habían terminado con todas las que, en su momento se les exigió,

De allí que muchos pensaron que al no haberse agotado todo el pliego de observaciones correspondería ejecutar la advertencia y disponer la clausura por espacio de 30 días, sin embargo, el alcalde ha decidido ser más flexible con los comerciantes, ha saludado el esfuerzo que han realizado pero les ha conminado a terminar con todos los requerimientos para lo cual se tomaría su tiempo a efectos de adoptar la medida más conveniente.

Esto significaba que las áreas competentes de comercialización, mercados y defensa civil deberían emitir sus informes para llegar a la conclusión si se ejecuta la medida o se amplían los plazos, siendo evidente que se optará por esta última.

Esperemos que la decisión resulte la más conveniente para la población, el alcalde y sus funcionarios deben ser conscientes que existe un compromiso pendiente por parte de los comerciantes y hay que obligarlos a cumplirlos en su integridad.

CRIMEN NO PAGA

Una mujer que fue condenada por la justicia a 25 años de cárcel y que se encontraba prófuga de la justicia, fue detenida la semana pasada por efectivos de la Comisaría de Buenos Aires que incursionaron en una vivienda del P.J. Tres de Octubre y la encontraron escondiéndose en el tercer piso del inmueble.

Se trata de Fanny Bolaños Vásquez, quien el año 2013 asesinó a su esposo luego de colocarle veneno en la sopa que le sirvió cuando llegó de trabajar a su domicilio del sector Los Alamos, en donde ambos vivían junto a sus dos hijos menores.

En aquel entonces la mujer dijo a la Policía que su pareja, identificado como Luis Córdova Ascencios, se había suicidado agobiado por una profunda depresión y hasta alegó que mucho antes había intentado hacer lo mismo, por lo que la pesquisa policial se detuvo al verificarse en la necropsia que la causa de la muerte era, efectivamente, la ingesta de sustancias fosforadas.

Todo parecía encaminado a quedar en la impunidad sino fuera por la inocencia de sus hijos que llegaron a confesar a los familiares de su padre que ellos no podían visitarlos porque su madre no lo permitía, temía que les dijeran que fue ella quien envenenó a su padre y ellos habían sido testigos de la forma como ocurrió.

Con estas manifestaciones y las pruebas recogidas posteriormente, la mujer terminó confesando su delito pero pudo huir antes que la justicia la sentencie. Ahora, con una drástica condena en ciernes tendrá que pasar casi el resto de sus días tras las rejas. Esto nos enseña, una vez más, que el crimen no paga.