La Oficina Desconcentrada de Control de la Magistratura (ODECMA) ha iniciado anteayer lunes una investigación para los efectos de establecer si una servidora de la Corte Superior del Santa ha sido maltratada y humillada por un magistrado de esta misma sede judicial, en el marco de una intervención del órgano de control.
Esta pesquisa preliminar se realiza a efectos de establecer si existen suficientes elementos de juicio para iniciar una investigación disciplinaria al Juez laboral Luis Alberto Alvarado Romero, quien es el protagonista de estos bochornosos incidentes registrados la semana pasada en el segundo Juzgado de Paz Letrado de Familia de la Corte del Santa.
El referido magistrado la emprendió a gritos y presionó a la servidora del mencionado Juzgado, Eliza Regalado Castañeda, al extremo de obligarla a que se dirija a la sede de la ODECMA y se disculpe ante una servidora que aduce le respondió de mala manera por la vía telefónica.
Los hechos se registraron a consecuencia de la queja de un abogado ante la oficina de control de la Corte del Santa en la medida que en el Juzgado de Paz Letrado estaban demorando la expedición de copias certificadas que se deberían remitir al Ministerio Público, razón por la cual la secretaria de la ODECMA Wendy Arroyo se comunicó telefónicamente con la secretaria del Juzgado Eliza Regalado para conocer las razones de esta demora.
No sabemos si la intervención de la ODECMA funciona de esta manera, es decir a través de una llamada telefónica cuando lo menos que debería hacer es destacar uno de sus integrantes al propio Juzgado, empero, al margen de ello, al parecer, en el diálogo entre la servidora de la ODECMA y la secretaria del Juzgado, ambas trabajadoras de la Corte del Santa, se registró un dialogo que se tornó áspero en la medida que la primera de las nombradas le exigía una justa explicación en torno a la demora en el trámite solicitado.
A decir de la trabajadora de la ODECMA la secretaria le contestó de malas maneras y le colgó el teléfono, lo que ha sido desmentido por la secretaria quien señala que solo le hizo ver que por la excesiva carga procesal no estaban en condiciones de remitir inmediatamente las copias y lo haría la semana siguiente, empero, las rencillas surgieron en razón que la primera le exigía que le indique un día específico dentro de la semana.
Lo cierto es que después de esta llamada llegó al Juzgado el Juez contralor de la ODECMA, Luis Alvarado Romero, quien de manera prepotente, levantando la voz y de manera abusiva le exigió explicaciones a la secretaria Eliza Regalado por la forma como había respondido la llamada de la responsable del órgano de control, es decir, ya no estaba en tela de juicio la supuesta dilación en la expedición de copias, que era el motivo de la queja, sino lo que le preocupaba al magistrado era la supuesta falta de respeto hacia la servidora de dicha dependencia.
Lo cierto es que el juez contralor presionó y obligó a gritos a la secretaria del Juzgado a dirigirse a la Oficina de la ODECMA para disculparse con la servidora Wendy Arroyo, hecho que la subalterna debió cumplir y lo que la llevó a ingresar en una crisis nerviosa que dio lugar a una intervención médica y su posterior traslado a su domicilio a efectos que descanse, pues el shock por el maltrato y la prepotencia del magistrado la dejó muy mal.
Lo peor vendría un día después cuando amaneció con la salud resquebrajada y sus familiares debieron trasladarla a Essalud y luego a una clínica particular en la medida que los galenos le indicaron que por la impresión que había sufrido era posible que tenga un derrame ocular, situación que, afortunadamente, luego se descartó y la servidora pudo reincorporarse a su puesto esta semana.
Lo cierto es que los trabajadores del Juzgado de Paz y las magistradas que allí despachan han confirmado que si hubo maltrato por parte del Juez contralor, lo han hecho en el marco de un acta que se levantó a solicitud del sindicato de trabajadores que respondió al llamado de sus colegas el mismo día de los incidentes y, posteriormente, cuando han intervenido otros representantes de la ODECMA para deslindar responsabilidades.
Los trabajadores de la Corte que han opinado acerca de este tema han coincidido en precisar que la actitud del Juez Alvarado Romero es siempre la misma, de un trato beligerante y prepotente, suele levantar la voz y busca que atarantar a los trabajadores, razón por la cual se decidieron a solicitar en esta oportunidad la intervención de su gremio y promover esta pesquisa que, lamentablemente, se ha iniciado de manera equivocada.
Decimos ello porque la ODECMA es juez y parte de este asunto, el magistrado que está sujeto a la investigación y la trabajadora que supuestamente es testigo de una mala respuesta de la secretaria agredida, forman parte de esta misma entidad, de tal suerte que otros magistrados de esta misma dependencia no pueden estar a cargo de un deslinde de responsabilidades porque, definitivamente, no tienen autoridad para pronunciarse con la imparcialidad que requieren estos temas.
Seguramente, la intervención directa del despacho de la Presidencia de la Corte del Santa hubiera sido más apropiada para evitar que, posteriormente, se ponga en tela de juicio las decisiones que se adopten al respecto, lo que sí era justo e imprescindible es que se tome una medida respecto a esta forma repulsiva de maltratar a los trabajadores por el solo hecho de ejercer una dependencia sobre ellos.
No es posible que en tiempos en que se reclama el cese de la violencia contra las mujeres, después de haberse promovido a nivel nacional una movilización bajo el lema de “Ni una menos”, aparezca un magistrado que deja de lado la calidad profesional que debería caracterizarlo y arremete contra una servidora por el solo hecho de haber, supuestamente, respondido mal el teléfono a la servidora de la ODECMA.
Al margen de los rangos y posiciones, el Juez debería saber que respetos guardan respetos, si es que quiere intervenir con energía ante una negligencia en el accionar de los trabajadores que lo haga por los canales y con la cordura que corresponde, nadie puede convertirse en un necio, abusivo y malcriado para supuestamente sancionar la descortesía o desconsideración de otra persona. Esperemos que en este caso no emerja nuevamente la conocida muletilla esa del otorongo, basta de maquillar los malos hábitos de quienes, aparentemente, no llevan adecuadamente la medalla que les otorga el Poder Judicial.