Editorial

Editorial: ::: CERCO EFECTIVO :::

Un inusitado movimiento en los pasillos del Palacio Judicial advertía que algo estaba sucediendo en alguno de los juzgados de la Corte del Santa, y, efectivamente, pronto se conocería que una mujer que se encontraba como prófuga de la justicia desde hace tres años decidió salir de la clandestinidad y entregarse a las autoridades.

Se trata de María Ruiz Ávila, quien el año 2013 pagó y condujo a dos sicarios juveniles para que asesinen nada menos que a su cuñado, el apreciado comerciante de esa localidad Alberto Cobeñas Sernaqué, sin embargo, su plan se vio frustrado porque los asesinos fueron capturados a los pocos minutos de perpetrarse el crimen.

Todo indica que Ruiz Ávila era consciente que su suerte estaba echada, hacía solo tres semanas antes que el Ministerio del Interior actualizó la lista de los delincuentes más buscados del país y ofreció recompensa por información que conduzca al paradero de otros 72 prófugos, entre los cuales se hallada la asesina de casma, como se le conoce luego de los luctuosos sucesos registrados en la ciudad del eterno sol.

Acompañada de un abogado María Nery Ruiz Ávila llegó a la sede judicial, atravesó la oficina de la Policía Judicial y ni siquiera pudo ser identificada, subió al Juzgado correspondiente y se puso a disposición de las autoridades, consciente que en cualquier momento alguna persona de su entorno que conocía donde se estaba ocultando la delataría y sería capturada por las fuerzas del orden.

Son 20 mil soles que el Ministerio del Interior estaba ofreciendo por su cabeza, por ello decidió entregarse de manera voluntaria, terminó con los 36 meses de clandestinidad en los que se hallaba seguramente viviendo entre angustias y remordimientos, lejos de sus familiares y moviéndose sigilosamente en cada escondite al que llegaba.

Nery Ruiz Ávila no aparenta ser la despiadada mujer que el 20 de Mayo del 2013 desatara uno de los hechos de sangre más repudiable que recuerde la tranquila localidad de Casma, había llevado con antelación a dos jóvenes que procedían de los barrios más convulsionados de Trujillo, de la zona de Florencia de Mora en donde la vida delictiva se inicia virtualmente desde la niñez y hasta se transmite entre la familia, por ello allí se consiguen a jovenzuelos que son capaces de asesinar a terceros a cambio de una determinada suma de dinero.

Los enfrentamientos familiares de la hoy reclusa con su cuñado Alberto Cobeñas y la familia de éste habían llegado a extremos insospechables, las discusiones pasaron a enfrentamientos físicos y el odio había onnubilado ya a esta mujer que decidió contratar a sicarios para zanjar estas disputas, en una actitud realmente irracional.

Sin embargo, los jovenzuelos que llevaron a Casma eran delincuentes juveniles inexpertos, fueron alojados por la mujer en su domicilio y luego en un hotel, hicieron un seguimiento de apenas dos días hasta que pudieron identificar a su víctima y cuando perpetraron el alevoso crimen, en el interior del negocio del comerciante, lo hicieron sin que siquiera conozcan las calles de la ciudad de Casma y menos aún las vías de escape.

Esto dio lugar a que en su fuga ingresen a un avenida que estaba bloqueada, cuando quisieron retornar se encontraron con una turba de vecinos que los cercaron, los capturaron y le dieron una golpiza hasta entregarlos a las autoridades policiales.

Ese mismo día se conocería cuáles fueron los móviles del crimen, los agentes ya conocían que Nery Ruiz Ávila había perpetrado este crimen e incluso que el hermano del occiso, Raúl Cobeñas conocía los planes delincuenciales de su mujer y dejó que ésta siguiera adelante y perpetrara el crimen.

Hay un conocido adagio que dice que “el crimen no paga”. La historia está escrita con muchos de estos cobardes atentados criminales caseros y que terminan descubriéndose porque se elucubran bajo el siniestro manto del odio y la venganza, desde entonces Mary Ruiz Ávila no solo arruinó su vida, y destruyó a su familia sino que enlutó el hogar de quienes formaban parte de su propia sangre, algo realmente incomprensible.

Después de tres años decidió entregarse, porque no se puede vivir a salto de mata tanto tiempo y porque el Gobierno decidió poner un “cerco policial” que resulta efectivo, una medida que implica que no solo la buscan los Policías sino cualquier hijo de vecino que conozca su paradero. Bueno, así terminan quienes delinquen.

ULTIMA OPORTUNIDAD

El ex ejecutor coactivo de la Municipalidad Provincial del Santa, Adolfo Varas Vásquez, regresó al Palacio Municipal y rememoró aquellos aciagos momentos en que una celada promovida por un transportista lo ha llevado a las frías celdas del Penal de Cambio Puente.

Esto se produjo la semana pasada cuando el Juez que está a cargo de la investigación dispuso la realización de una diligencia de reconstrucción de los hechos, ordenó que todos aquellos que participaron y fueron testigos de la acusación de soborno que pesa sobre el ex funcionario edil proporcionen sus testimonios e impresiones de lo que sucedió.

Esta diligencia fue solicitada por la abogada del ex funcionario edil, en un intento por demostrar que los cargos son falsos, reforzando su alegato en el sentido que el transportista que lo denunció le tendió una trampa por no acceder a un pedido que le hacía para blanquear sus multas del sistema y que lejos de recibir algún dinero fue el denunciante quien lo arrojó en el cajón del escritorio y que nunca lo cogió, por el contrario, los restos del líquido que se le agregó a los billetes aparecen en sus manos porque el Fiscal lo obligó a sacar el dinero una vez que se puso en marcha la celada.

En realidad se trata de una versión sumamente complicada que tendrá que compulsarse con los testimonios y las otras pruebas que se hayan realizado en esta pesquisa, hay que recordar que los hechos resultan de una celada montada por la Fiscalía que es una prueba plena y contundente. Esta ha sido la última oportunidad que ha tenido el ex funcionario para tratar de convencer al juez que no solicitó coimas, de allí que el caso ha ingresado a su fase final previa al juicio oral. Veremos que dicen las autoridades.