Editorial

Editorial: ::: DOS AÑOS PERDIDOS :::

El Consejo Regional de Ancash decidió la semana pasada “encargar” el despacho de la Gobernación al vice gobernador Enrique Vargas Barrenechea quien estará premunido de todas las facultades y atribuciones legales para tomar la dirección de la región, tras el encarcelamiento de Waldo Ríos Salcedo.

La decisión se adoptó en virtud a un acuerdo mayoritario de los miembros del pleno regional de Áncash, en la cual se advierte que aún existen rezagos de personajes aturdidos que le siguen haciendo el jueguito a un gobernador como Waldo Ríos Salcedo cuya suerte está virtualmente sellada y ha quedado definitivamente de lado en lo que resta de su gestión.

Este acuerdo sucedió a otro que abordó la situación jurídica de Waldo Ríos Salcedo quien, como ya es de amplio dominio público, ha sido condenado a cinco años de cárcel efectiva por la Sala Penal Liquidadora de la Corte Superior de Ancash, con sede en Huaraz, como consecuencia de un juicio por delito de colusión que se le siguió a consecuencia de hechos registrados durante su gestión como alcalde de esa sede regional, allá por los años 1999 y 2000.

Y es que en virtud de la condena judicial, de manera automática la ley orgánica de gobiernos regionales determina la suspensión de la autoridad regional y la encargatura al vice gobernador hasta que se deslinde su situación que lo ha llevado a tener que ser sometido a una pena restrictiva de la libertad.

Sin embargo, la aplicación de este mecanismo legal importa el cumplimiento de ciertos requisitos que establece la ley, como la implementación de un trámite en el que se respete el debido proceso y esta atribución constitucional pasa, ineludiblemente, porque se respete el derecho a la defensa del suspendido.

En buen romance, antes que los miembros del Consejo Regional puedan sancionar la vacancia deben escuchar lo que tenga que decir el gobernador regional, y, en la medida que se encuentra privado de su libertad, internado en el Penal de Huaraz, puede hacerlo por escrito o por intermedio de algún abogado que designe a su elección, inclusive, puede no esgrimir argumento alguno, empero, para ello se le debe notificar y advertirle de la realización del proceso de suspensión.

Solo después que se cumpla con este trámite, con la ponencia o el silencio de Waldo Ríos, el pleno regional recién podrá acordar la suspensión del cargo por espacio de 120 días como máximo, luego de lo cual se evaluará su situación si es que la impugnación que ha planteado su defensa contra la condena judicial no se ha dilucidado en la Corte Suprema.

Esto ha sido aprobado por unanimidad, sin embargo, en la medida que hasta que se cumpla con que este trámite el gobierno regional no puede quedar a la deriva y acéfalo, lo que han dispuesto los consejeros es que mientras ello ocurre el vice gobernador Enrique Vargas Barrenechea asuma “por encargatura” la Gobernación Regional, todo ello con él ánimo de no dejar acéfala la maquinaria administrativa de la Región.

En realidad la decisión del pleno regional es la más justa y racional, se dicta pensando en el futuro de una Región que ha sido golpeada y maltratada por la pésima elección de sus autoridades desde hace más de tres períodos, por lo tanto, era imprescindible que se impida el caos y desgobierno si es que el titular de la Región está en la cárcel.

Sin embargo, para sorpresa de propios y extraños hubo diez consejeros que votaron en contra de la encargatura de Enrique Vargas Barrenechea, esgrimieron argumentos absurdos y mezquinos, olvidaron que su misión no solo es legislar y fiscalizar sino promover la estabilidad del gobierno regional, apuntalar un manejo positivo y coherente, empero, con la actitud puesta de manifiesto de negarle a Ancash el derecho de ser conducida por alguien mientras su anterior conductor estaba en la cárcel, es lo más mezquino que se ha podido escuchar en estos últimos tiempos.

Los consejeros sabían que no existe otra salida legal, son conscientes que la suerte de Waldo Ríos está sellada, ha sido objeto de una condena judicial a pena efectiva, por ende, su situación de recluso no variará sino hasta que la Corte Suprema revise el expediente y el fallo expedido por la Sala penal Liquidadora vía casación.

Solo en esta instancia final se podrá dilucidar si la sentencia condenatoria ha sido expedida con arreglo a ley, puede ser modificada o puede ser revocada, antes no se podrá modificar la condición jurídica de Waldo Ríos porque ni siquiera procede un Habeas Corpus cuando la medida restrictiva ha sido expedida por un órgano judicial competente y en el marco de un proceso penal regular en donde se le garantiza su derecho a la defensa.

Inclusive, para que este recurso impugnatorio se resuelva se requiere de un plazo que frisa los 8 o 10 meses, tal como ha ocurrido con otros procesos penales, entonces, votar en contra de la gobernabilidad de Ancash, en contra de lo que determina la ley para remplazar a un funcionario suspendido, es solo parte de una mezquindad que resulta realmente preocupante a la luz de todo lo que ha acontecido.

Lo que nos deja este acuerdo es que vuelve a la Gobernación regional Enrique Vargas Barrenechea, como en Enero del año pasado, cuando juramentó porque Waldo Ríos se hallaba en ese momento inhabilitado, en otras palabras es como si los ancashinos retrocediéramos un año y 10 meses en nuestro calendario, volvemos a fojas cero en esta gestión regional inoperante, incapaz e ineficiente.

Muchos tienen todo el derecho de dudar de la capacidad del gobernador encargado pues ya se ha visto cuál es su techo y como se ha desempeñado en la primera parte del año, sin embargo, solo nos queda esperar que la aventura que le significó estar medio año al frente de la Gobernación de Áncash le haya abierto suficientemente los ojos como para comprender que necesita rodearse de gente más capaz y efectiva, tiene que ser consciente de sus limitaciones en materia de administración pública regional y, fundamentalmente, debe compulsar el hecho que Ancash ha perdido dos años si se tiene en cuenta que estos dos últimos meses del año es poco lo que puede avanzar. Por el bien de Ancash, esperamos equivocarnos y que la intervención de Vargas Barrenechea sea radicalmente diferente a lo que nos ofreció  hace poco más de un año. Al fin y al cabo, soñar no cuesta nada.