Editorial

Editorial: ::: UN VIEJO PROBLEMA :::

Nuevamente, un dantesco incendio arrasó con una veintena de ranchos en el A.H. “Unión del Sur”, una de las ultimas invasiones que se observan en el distrito de Nuevo Chimbote y cuyos terrenos, en este momento, se encuentran en conflicto debido a la naturaleza de los predios que son de propiedad del proyecto especial Chinecas.

El mencionado asentamiento es uno de los que se ubica en las denominadas 217 hectáreas, cuyos dirigentes y familias que lo ocupan venían lidiando con las autoridades por la legalidad de su posesión, empero, de pronto a sus naturales problemas que los inquietaban deben sumar esta tragedia que se inició en una de las viviendas de la zona.

A decir de los propios afectados, una cocina que preparaba los alimentos poco después del mediodía se inflamó y en cuestión de segundos alcanzó las esteras de las cuales están levantados los ranchos, provocando un incendio que se fue avivando y extendiendo en la medida que las edificaciones en ese lugar son precarias y de material altamente favorable a la combustión.

Los desesperados moradores que se hallaban en sus viviendas a esas horas salieron despavoridos con la finalidad de extinguir el fuego apelando a arrojar arena pues en la zona de carece de agua y es una de las causas para que se genera esta clase de desgracias.

Hasta que llegaron las unidades de la compañía de bomberos de Chimbote y Nuevo Chimbote, ya el fuego había avanzado alentado no solo por la precariedad de las viviendas sino por un fuerte viento que lanzaba las chispas hacia otros sectores e iniciaba otro punto de fuego ante la desesperación de los moradores.

Como ya las anteriores experiencias han demostrado que la única manera de impedir que se sigan extendiendo las llamas es destruyendo aquellos ranchos aledaños, los pobladores y miembros del servicio de serenazgo, que son siempre los que llegan primero a esta clase de siniestros, procedieron a arrancar los ranchos para cortar la línea de avance del fuego, fueron prologados minutos en que se debió hacer frente a la furia de las llamas hasta que, finalmente, se pudo controlar el siniestro.

Los periodistas que llegaron al lugar pudieron observar la destrucción y desolación que dejó este incendio, las decenas de familias que no podían contener las lágrimas porque en cuestión de segundos habían perdido absolutamente todo, apenas si se habían quedado con las prendas que llevaban puestas.

Así son estas tragedias, no dejan lugar a reacción alguna y las familias damnificados solo deben procurar escapar de las llamas para ponerse a buen recaudo, es difícil poder recuperar algo, la impotencia es tal que solo les queda observar como sus enseres y bienes que adquirieron con sacrificio son consumidos por el fuego.

Afortunadamente, la reacción de las autoridades fue inmediata, por lo menos las dependencias de la Municipalidad Distrital de Nuevo Chimbote llegaron a los pocos minutos para tratar de paliar el dolor de esta gente, llevando alimentos, frazadas, colchas, carpas, así como maquinaria pesada para poder eliminar los restos chamuscados y dejar todo listo para que los afectados puedan comenzar de cero.

Tras los dolorosos resultados de este nuevo siniestro queda siempre la incertidumbre por las acciones o campañas que emprenden las autoridades y las entidades competentes para mitigar las consecuencias de esta clase de tragedias, pues no es la primera ni será la última que se registren en estos asentamientos.

Y, es que desde hace muchos años se viene diciendo y repitiendo la necesidad que sensibilizar a los pobladores de las zonas más deprimidas, especialmente a estas familias que viven en invasiones y zonas en donde no existe ninguna clase de servicios, en donde las viviendas se levantan en base a material recuperable y que es propicio para la propagación del fuego y, por ende, aquellos requieren de charlas y capacitación a efectos de conocer las formas y maneras de impedir que se inicie un siniestro.

La indebida manipulación de las cocinas es uno de los factores comunes que ha promovido estos siniestros, la utilización de pirotécnicos por parte de los niños en las fiestas de fin de año, la quema irresponsable de desperdicios en medio de viviendas de esteras, así como una serie de factores que a los pobladores hay que decirles y repetirles para impedir que su accionar imprudente pueda generar esta clase de siniestros.

Lamentablemente, este trabajo de orientación no se percibe en estos lugares, se deja librada la suerte de esta gente  a lo que determine el destino cuando existe la posibilidad de disminuir los riesgos con un debido adiestramiento a los pobladores, con indicaciones precisas no solo para que conozcan las formas y modos de hacer frente a una desgracia sino, fundamentalmente, para que tengan siempre en cuenta cuales son las maneras de prevenir e impedir que se produzca una desgracia.

Solo después que se registran esta clase de hechos, cuando ya se han producido los daños y se lamentan las consecuencias de un siniestro se vuelva a tocar este tema, se trata de sacar cuerpo a las responsabilidades y se trata de señalar a quienes debieron tener en cuenta tal o cual cosa, cuando se sabe que para eso existen dependencias de defensa civil, para eso se dispone de presupuesto en los planes de prevención de las entidades públicas y edilicias.

Ya es tiempo que las autoridades dejen de lamentarse a posteriori cuando ocurren estas desgracias, de nada vale buscar culpables y señalar a quienes se vieron envueltos en las causas del siniestro, lo que se tiene que hacer desde ya es sensibilizar a la población, enseñarle una y otra vez que es lo que tiene que hacer para evitar los siniestros, solo de esa manera se podrá mitigar lo que ya es un viejo problema.

Ya muchos problemas tiene esa gente con las disputas por la naturaleza de los predios y los vaivenes políticos que los exponen a medidas y acuerdos que los dejan a expensas der un masivo desalojo, ahora con esta desgracia tendrán que sumar esfuerzos para dejar atrás la pérdida absoluta de sus bienes. Ya es momento de tomar el toro por las astas.