Editorial

NO ESCARMIENTAN

Que duda cabe que la tecnología ha avanzado a pasos agigantados, especialmente, en el tema de las comunicaciones en donde se puede advertir que los aparatos de comunicación son cada vez mas sofisticados, ya no solo sirven para comunicarse de un extremo a otro sino para fotografiar, para escribir mensajes, etc, etc.

Pero como todo no es solo maravillas, estos avances siempre dejan algunas complicaciones que hace renegar hasta el más tranquilo de los mortales, como por ejemplo el sistema táctil de los teléfonos celulares que se manejan ahora solo pasando los dedos en la pantalla del aparato, lo que permite, por ejemplo, que pueda hacerse una llamada involuntariamente.

Se han presentado casos en que se activan llamadas que pasan inadvertidas pero que, al final de cuentas, en los recibos aparecen cuentas abultadas o “se comen” el crédito de los abonados, lo que genera la contrariedad del dueño del aparato.

Pero estas contrariedades de la tecnología suelen a veces jugar a favor de la sociedad, como ha ocurrido en el caso de un depravado sujeto que estaba sometiendo a la hija de su pareja y la mantenía en silencio bajo amenazas, empero, fue descubierto gracias a esas malas pasadas de la tecnología.

Nos estamos refiriendo al repudiable hecho protagonizado por Luis Enrique Camones Rodríguez quien la semana pasada ha sido condenado a cadena perpetua por el Juzgado Colegiado de la Corte Superior del Santa que lo hallo responsable del delito de violación sexual en agravio de su hijastra de solo 13 años de edad.

Este caso se registró en la vecina provincia de Huarmey, el sujeto había aprovechado la ausencia de la madree de la menor, quien salía a trabajar., para comenzar a acosarla, primero, y para someterla luego bajo amenazas contra su integridad y la de su madre, sin embargo, la divina providencia y los excesos de la tecnología permitirían poner al descubierto su maldad.

En efecto, de acuerdo a texto de la condena de los magistrados, la violación pudo descubrirse cuando la madre de la menor recibió una llamada de quien era su pareja, empero, al responder solo escuchaba llantos y gritos desesperados de su hija pidiendo que no le hagan daño y en medio de este triste escenario la voz del mounstruo que vivía a su lado que en ese mismo momento se hallaba violando a su niña.

La desesperación de la mujer fue tal que buscó a su hija sin éxito porque el malvado sujeto la había llevado en la mototaxi que conducía hasta un lejano paraje, empero, apenas la encontró y confrontó para que le dijera la verdad, no vaciló un minuto en dirigirse a la sede policial a denunciar al depravado y procurar que la Policía lo capture y lo lleve al lugar que le corresponde, la cárcel.

Pese a que el sujeto ha negado en todos los idiomas ser responsable del hecho y ha tenido la osadía de sostener que se trata de una venganza de la menor, los magistrados del Colegiado han podido establecer en base a las pruebas actuadas, esencialmente en el informe de cámara Gesell y el audio revelador de la comunicación telefónica, que es el responsable y por ello es que se le ha dictado una pena de cadena perpetua, lo que quiere decir que este individuo debe permanecer de por vida en el presidio.

Lo que no puede dejar de llamar la atención es que la condena que se ha dictado contra Camones Rodríguez debe ser la sexta o sétima que, con estas graves características, se dicta contra un procesado por delito sexual, incluso, si la memoria no nos traiciona la del Santa debe ser una de las sedes judiciales del país en donde se han evacuado mas sentencias drásticas de este calibre.

Sin embargo, los desviados sexuales siguen cometiendo esta clase de tropelías, pese a la contundencia de las penas establecidas por los magistrados los delitos no cesan, lo que demostraría que la tesis de los abolicionistas en Derecho penal, aquellos que sostienen que no debe existir pena de muerte porque ella (la sanción) no es ejemplar, tiene asidero en esta clase de delincuentes.

Y es que los casos se repiten uno tras otros, cada día que pasa los peruanos nos sobrecogemos mucho más cuando se escuchan esta clase de denuncias en donde el factor común es siempre el lazo espiritual, consanguíneo o por afinidad, siempre existe una relación de tipo familiar, social o amical entre la degenerado y la víctima.

Esto lo hemos escuchado siempre en las campañas que emprendieron hasta hace algún tiempo nuestras autoridades bajo el lema “si lo sabes, denúncialo”, aquella que trataba de sensibilizar a las personas a que no se callen y denuncien a los delincuentes sexuales a pesar que terminan siendo del entorno familiar-.

Ello porque este vínculo es el que detiene no solo a las víctimas de un ultraje sexual, sino a quienes forman parte de su entorno que, no solo por la vergüenza sino por el temor a tener que decidir el destino carcelario de una familiar, muchas veces prefieren callar y dejan en pie un lamentable trauma en las niñas y adolescentes.

No ha ocurrido en el caso en comento, la madre de la menor que fue ultrajada por su entonces pareja, quien tomó conocimiento de manera circunstancial de los repudiables ataques que su prole padecía por parte de quien debería actuar como un padre para ella, tuvo el suficiente valor no solo para denunciar el hecho sino para que el sujeto reciba el castigo que se merece, para no dejar en la impunidad un hecho execrable y ver la manera de reparar el grave daño psicológico que ha sufrido su menor hija.

Es oportuno destacar que los magistrados de la Corte del Santa han enarbolado las banderas de la verdadera justicia para la víctimas de la violencia familiar y sexual, especialmente cuando se trata de menores de edad, aplicando de manera drástica y categórica las penas que establece nuestra legislación penal, enviando de por vida estos maleantes que se aprovechan de la inocencia de las menores y que no vacilan en pasar por encima de los vínculos afectivos que los unen a ambos. Es evidente que estos delincuentes no escarmientan, por lo tanto, se requiere que la justicia mantenga esa línea firme de castigo y sanción para estos depravados. No hay otra salida que dejarlos para siempre en el presidio.