Editorial

UN BURDO ENGAÑO

Jóvenes estudiantes y padres de familia han reclamado la semana pasada por el intempestivo abandono de la filial en Chimbote de la Universidad “Alas Peruanas”, entidad educativa que ofrecía estudios universitarios en nuestra ciudad y que había captado a un buen número de estudiantes que eligieron sus servicios pensando que obtendrían el anhelado título profesional en sus aulas.

Aun cuando la universidad “Alas Peruanas” no es una entidad educativa superior de trayectoria y prestigio en el país, en base a una campaña publicitaria galopante, de pronto consiguió llamar la atención de muchos jóvenes Chimbotanos a los cuales ofrecía las principales carreras profesionales que existen en el país.

La ilusión de los jóvenes no se hizo esperar, pensaron que con esta entidad universitaria, cuya sede central se encuentra en Lima, tendrán la oportunidad que no encontraban en otras casas superiores de estudios pues en esta clase de filiales en realidad no existe examen de admisión, solo los pagos de matrícula y pensiones de enseñanza.

Sin embargo, pese a que esta filial no contaba con una sede universitaria adecuada y conveniente como para llevar adelante una carrera universitaria, no contaba con aulas, laboratorios, servicios de biblioteca, que resulten adecuados para un sistema universitario, en esas condiciones pudo funcionar con el aval de un sistema universitario por entonces manejado por la tristemente célebre Asamblea Nacional de Rectores.

La filial de la Universidad Alas Peruanas fue el prototipo de la enseñanza universitaria establecida como negocio, no solo como una empresa que cuyo principal objetivo es obtener una ganancia y utilidad, sino como un engranaje de lucro como se ha impuesto en los últimos años para hacer descender los índices de calidad en el sistema universitario del país.

Sin respaldo alguno, con un limitado número de estudiantes, sin infraestructura y con una plana docente que no tenía un cartel importante, la Universidad decidió cerrar las puertas de su filial en Chimbote sin darse el tiempo necesario para comunicar esta decisión a sus estudiantes.

Cuando los jóvenes que cursan estudios advirtieron que lo que habían estudiado ya no servía para nada trataron de reclamar, sus propios padres llegaron a las oficinas en donde solo encontraron a una jovencita que les decía que podrían trasladar sus estudios a la sede central de Lima.

Esto es realmente absurdo, si estos estudiantes chimbotanos tuvieran la posibilidad de viajar a Lima para establecerse en algún hospedaje o pensión y poder restudiar en esas condiciones en la capital de la república lo hubieran hecho hace mucho tiempo, por el contrario, la característica de una filial es precisamente trasladar la infraestructura universitaria a una determinada ciudad para satisfacer las necesidades de estudio de una comunidad educativa que no tiene la posibilidad de llegar a su sede principal.

Por ello es que esta decisión de cerrar su filial en Chimbote solo se percibe como una burda estafa y así lo señalaron los padres de familia cuando dieron a conocer esta situación a la prensa y cuando manifestaron su decisión de tener que adoptar acciones legales para recuperar lo que habían invertido hasta ese momento, no solo el dinero que pagaron durante los años que estudiaron en nuestro puerto sino por el tiempo que les hicieron perder con el cuento de “los estudios universitarios”.

Sin embargo, tratándose de un hecho en el que los afectados no son solo uno, dos o un grupo de personas, sino que es una masa que se ha visto seriamente perjudicada con este accionar doloso por parte de las autoridades de la Universidad “Alas Peruanas” debería existir alguna entidad que haga valer los derechos de los estafados, que procure encausar las acciones y medidas correspondientes para sancionar una actitud ladina y audaz.

De la misma manera, la ciudad de Chimbote se ha visto afectada por esta Universidad que ha utilizado el nombre de nuestro puerto para engañar a miles de jóvenes que tenían la expectativa de una profesionalización, de allí que debería ser la Municipalidad Provincial la que asuma un pronunciamiento de rechazo y repudio a esta falta de respeto y atropellos para jóvenes chimbotanos que han sido virtualmente timados con este burdo engaño. Esperemos que alguien haga respetar a nuestra ciudad.

LACERANTE REALIDAD

Este 2016 que termina no ha sido, indudablemente, un buen año para el establecimiento Penal de Cambio Puente, en cuyo interior han fallecido cuatro reclusos, algunos de ellos por causas que aún son desconocidas.

El último fue Hitler López Velásquez, quien hace dos semanas fue hallado sin vida en su celda sin que exista algún signo de violencia u otro que determine su muerte, razón por la cual el Fiscal de turno de la Cuarta Fiscalía Provincial dispuso el levantamiento del cadáver e investigará las causas de este deceso en la medida que los familiares no se comen el anuncio de la dirección del Penal que sería una muerte natural.

Muchos deben recordar que en noviembre pasado fue asesinado el interno Henry Palacios Sifuentes en hechos hasta la fecha no son esclarecidos pero que denotaron una suerte de ajuste de cuentas por la manera feroz como actuaron los homicidas, quienes le aplicaron 32 puñaladas para quitarle la vida.

Pero además en este año han fallecido otros dos reclusos, recordamos que en el mes de febrero fue hallado sin vida en su celda Josías Gil Salazar y en Junio fue el recluso César Felipa Cotrina quien apareció sin vida también en su celda.

No se puede soslayar que el Penal de Cambio Puente está tugurizado y la tuberculosis ha sido una de las enfermedades que acecha a los presidiarios por su fácil manera de contagiarse, de allí que es muy posible que las muertes registradas en este año se deriven de esa lacerante realidad penitenciaria, por lo que la nueva autoridad debe fijarse una meta para el año que comienza y ella tiene que estar necesariamente relacionada con la eliminación de cualquier posibilidad que vuelva a dejar de existir un reo en el Penal.