Editorial

Editorial: ::: TOTALMENTE DESCALIFICADO :::

“Los Fiscales son responsables por las infracciones que cometan en el ejercicio de sus funciones, así como en los casos de conducta irregular o que los hagan desmerecer el concepto público”

Esto es lo que señala la Ley Orgánica del Ministerio Público cuando se refiere a las infracciones y faltas disciplinarias de los miembros del Ministerio Público y nos trae a colación un hecho insólito hasta el momento y que trascendió la semana pasada en la sede judicial de nuestro Puerto.

Ocurre que el Juez de Investigación preparatoria Jorge Chavez Tamariz expulsó de una audiencia al Fiscal Provincial Jorge Ricser Flores, al advertir que el agente del Ministerio Público había llegado y tomaba parte en la audiencia oliendo a licor, por lo que procedió a suspender la diligencia y ordenó que se ponga este hecho en conocimiento de la Oficina de Control Interno de la cita institución.

El incidente se generó en el marco de una audiencia en la cual las imágenes nos permiten observar a un Fiscal que no estaba a la altura de su investidura, estaba sentado de costado en el escritorio que le corresponde a los miembros del Ministerio Público, con el saco abierto y la camisa desabotonada, no llevaba corbata y dejaba la impresión que no se había preparado para tomar parte en una audiencia con la formalidad que se requiere.

Lo más grave es que el Juez dio cuenta que en todo el ambiente se percibía un olor a licor y que ello se registró desde que el Fiscal había ingresado al recinto, incluso, el magistrado solicitó la relatora que se acerque y verifique el estado del magistrado, por lo que la empleada confirmó que olía a licor.

Fue entonces que el Fiscal reaccionó aleonado por las acusaciones del Juez pero no lo hizo para contradecirlo sino para confirmar que, en efecto, había tomado licor pero que lo había hecho la noche anterior, lo que quería decir que en ese momento se sentía sobrio y por ello es que había acudido a la diligencia.

Esta respuesta solo motivó al Juez a corroborar lo que había advertido y dispuso que un efectivo de la Policía Judicial se acerque para que escolte al Fiscal hasta la puerta principal del Palacio Judicial, lo que significaba que no solo lo estaba expulsando de la audiencia sino que ordenaba que salga edificio porque consideraba que no se encontraba en condiciones de desempeñarse en ese estado.

Si la memoria no nos traiciona es la primera vez que se ha registrado un hecho de esta índole en la administración de justicia de nuestra ciudad, por lo menos es el primer caso que trasciende públicamente, lo que ha generado una serie de reacciones por parte del Decano de los Abogados y de la propia titular del Distrito Fiscal del Santa rechazando la actitud del Fiscal Ricser de presentarse a la audiencia con rastros de licor.

Un día después el acusado declaró a los medios de prensa que denunciará al Juez por abuso de autoridad ya que si bien admite que había bebido licor y que por ello dejaba percibir un olor a bebida en el recinto judicial, ello no quiere decir que estaba ebrio, por el contrario., estaba lúcido y en condiciones de poder tomar parte en la diligencia, inclusive señaló que posteriormente, a raíz de la queja ante la oficina de control interno le practicaron un dosaje etílico en el que el resultado arroja que presentaba 0.14 grados de alcohol por litro de sangre, lo que es mucho menor del mínimo que es 0.50, señalaba el magistrado.

En realidad, como ante algunos periodistas lo llegó a reconocer, no existe nada que justifique la conducta del Fiscal al presentarse en audiencia expeliendo olor a licor, eso en realidad es una afrenta a la respetabilidad de la administración de justicia, no se permite siquiera a un investigado en esta condición y menos se podrá comprender que así llegue un representante del Ministerio Publico.

Y es que lamentablemente el Fiscal parte de un craso error para tratar de disimular la grave falta que ha cometido, hace alusión al mínimo de alcohol que se permite en una persona pero el rango al que hace alusión es el que se establece para quienes estoan al volante de un vehículo, es el límite de alcohol para que un chofer para no cometa un delito.

No se trata de un nivel que se le exija a cualquier hijo de vecino para desempeñar sus funciones, la falta del Fiscal se concreta por el hecho mismo de llegar a la audiencia oliendo a licor, ni siquiera se afirma que se encontrara en estado inecuánime, lo que habría sido ciertamente mucho peor.

El fiscal acusado ha señalado que había bebido licor la noche anterior en una reunión familiar y por ello es que cuando ingresó a la audiencia dejaba sentir el olor porque no había desayunado y “no había masticado un chicle” para disimularlo, algo que se asume como risible, más aun cuando todos saben que beber la noche anterior no expone a la persona a muestras de etilismo al día siguiente, como sí se observa cuando la persona se amanece libando licor o lo hace hasta altas horas de la madrugada.

De allí que la pregunta que se cae de madura es ¿están prohibidos los jueces y fiscales de beber licor? Definitivamente que no, son seres humanos como cualquier otro, puede celebrar como todos, tienen ganas de alternar y divertirse, sin embargo, ello no los puede hacer perder la razón para entender que tienen un límite y, fundamentalmente, que tienen que cuidarse y velar por una imagen de respetabilidad que le exige la institución.

Lo que ha hecho el Fiscal Jorge Ricser es desmerecer la imagen y concepto público de su institución, no ha velado por las consideraciones que debe tener como delegado de su institución ante la administración de justicia pues no se necesita estar en estado de ebriedad o inecuanimidad para faltar el respeto al Juez, a las partes y al público que toma parte en una diligencia judicial.

Esperemos que el Fiscal Jorge Ricser entienda que en este caso no existe justificación alguna, que la existencia o no de rencillas con el magistrado que lo expulsó de la audiencia no cambia en nada la grave infracción en la que incurrido y que tiene que convenir que estamos ante un acto totalmente descalificado, que seguramente tendrá su sanción a nivel disciplinario. Veremos qué es lo que finalmente hace el Ministerio Publico como institución ante este inusual incidente en el que, asumimos, debe dejar sentado un precedente.