Editorial

Editorial::: IMPRUDENCIA Y TEMERIDAD :::

Un joven estudiante del quinto ciclo de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional del Santa fue despedido por sus compañeros en el recinto universitario poco antes que sus restos fueran inhumados en el cementerio de la ciudad, luego de haber fallecido víctima de una imperdonable negligencia de un efectivo policial que, paradójicamente, era su amigo.

Christian Valderrama de la Cruz falleció tras unas horas de agonía luego de haber recibido un disparo de bala en la cabeza en una confusa acción en la cual el único testimonio que se tiene es el del presunto homicida, un joven efectivo de la Policía Nacional con apenas un año de servicio.

Se trata del Sub Oficial Ángel Cruz Félix, quien luego de trasladar al estudiante al Hospital La Caleta, se dirigió a su unidad y se puso a derecho señalando el incidente registrado y entregando su arma de reglamento con la cual fue victimado el estudiante.

Como era previsible, la institución tutelar manejó este hecho bajo absoluta reserva, los medios de comunicación solo conocían los hechos por lo que había trascendido a través de sus familiares y solo cuando el efectivo policial fue puesto a consideración del juez en audiencia pública se pudo conocer de primera mano su testimonio y los chimbotanos pudieron comprobar la ligereza con que se manejan las armas de ciertos efectivos policiales.

Ello porque el Sub Oficial Cruz Félix confesó que la muerte de su amigo Christian Valderrama se produjo luego que éste intentara manipular su arma de reglamento, la misma que se la despojó y fue en ese instante que se accionó el arma, una versión controvertida en la medida que cabe la posibilidad que el mismo custodio le haya entregado el arma pensando que el muchacho jamás la accionaría.

De la misma manera, esta coartada debe ser materia de una exhaustiva pesquisa a nivel judicial en la medida que tiene que ser coherente con otras pruebas que debe actuar la Fiscalía, una de las cuales y la imprescindible es la pericia balística que determinará la trayectoria de la bala.

Hay que tener en cuenta que en la necropsia realizada al cadáver del estudiante se consigna que el proyectil quedó alojado en la parte baja y posterior dela cavidad craneana, con una trayectoria de arriba hacia abajo, entonces resulta poco convincente la versión del disparo casual cuando los dos jóvenes se hallaban en el interior de un vehículo.

La dirección del disparo es la misma que se hace cuando alguien remata a una persona, de primera intención es difícil pensar que se haya producido en las circunstancias que ha narrado el efectivo policial en la medida que el tiro le ingresó por la frete, es decir, que se hizo delante hacia atrás, por lo que en el proceso penal las autoridades deberán terminar si la versión coincide con lo que indique la pericia balística que deberá practicarse en función a la descripción realizada por el médico forense.

No hay que olvidar que este hecho se produce apenas dos meses después que otro efectivo policial muy joven, igualmente con poco tiempo de egresado de la escuela de Policía protagonizó un hecho similar y victimó a su amigo también de un disparo en la cabeza, efectuado con un arma que llevaba consigo.

Los hechos fueron igualmente sumamente confusos, se hallaban únicamente los dos amigos y el efectivo policial, identificado como Anthony Jonathan Morales Hernández, de apenas 20 años de edad, terminó accidentalmente con la vida de su amugo Bruno Urdániga Chávez, en el interior del edificio en donde éste vivía.

Por lo menos esta es la versión que otorgó a las autoridades, reconociendo que había sido llamado por el occiso para ingerir sustancias alucinógenas y se dirigían a la azotea del edifico con ese objetivo, cuando se pronto el fallecido le extrajo el arma que llevaba en el bolsillo del pantalón y al tratar de despojársela se accionó la misma.

Sin embargo, este agente policial no tuvo la misma suerte que el anterior, pues el Juez de Investigación preparatoria admitió el pedido de la Fiscalía y dispuso su internamiento en el penal por espacio de siete meses mientras se realizan las investigaciones que permitan esclarecer los hechos.

Ello porque en este caso, a diferencia del que acaba de suceder, el Ministerio Público ha denunciado al efectivo policial por delito de Homicidio Simple no ha recurrido la figura del homicidio por negligencia en la medida que no le cree ni un quinto a la versión del sub oficial de la Policía en el sentido que el occiso le había quitado el arma y trató de quitársela para evitar problemas.

Por el contrario, la Fiscalía ha sindicado al custodio de haberle efectuado un disparo a quemarropa por motivos que aún se desconocen y se apoya en las huellas de sangre halladas en el lugar de los hechos que no coinciden con la versión proporcionada como coartada.

De allí que no se entiende como en dos casos exactamente iguales la justicia toma decisiones diferentes, puyes no se puede olvidar que en el caso ocurrido la semana pasada el Juez ha dictado medida de comparecencia restringida contra el Sub Oficial Ángel Cruz Félix, amparado únicamente en su arraigo laboral por tratarse de un efectivo policial que en ningún momento renegó su responsabilidad y tras asistir al herido se dirigió a su destacamento parta poner en conocimiento los hechos y entregar su arma.

En donde existe un mismo hecho debería existir el mismo derecho, señala una máxima jurídica que no se cumplen en este caso, no se entiende el trato disímil para dos sub oficiales que han incurrido en la misma falta, en la temeridad de portar armas cuando no están de servicio y dejarla en manos de gente inexperta, de sus amigos que lo primero que hacen es manipularla con el peligro que ello representa.

De la misma manera, debe llamar la atención del alto mando policial la escasa preparación que muestras los jóvenes Policías que recién egresan de las aulas de la escuela de Sub Oficiales en la medida que la primera regla que ellos deben tener presente es que las armas de fuego solo son de su uso personal, bajo ningún concepto pueden caer en manos de terceros pues lo que suceda con ellas es de su absoluta responsabilidad. Hay que reforzar estos criterios en la formación policial de lo contrario, seguiremos observando esta clase de tragedias que enlutan hogares y demanda que se haga justicia con cada uno de estos hechos lamentables.