Editorial

EDITORIAL ::JUGANDO CON FUEGO::

“Chimbote es una bomba de tiempo” dijo alguna vez un curtido y experimentado oficial de la Compañía de Bomberos de Chimbote luego de haber tomado parte en la extinción de un incendio que se registró en lo alto de una ladera de uno de los tantos pueblos y asentamientos que tiene el Barrio San Pedro.

Y lo decía porque mucho más complicado que apagar el fuego había sido el traslado de los carros bombas y el arribo de los hombres de rojo hasta el lugar del siniestro, lo que conllevó a que las llamas hayan ganado mucho terreno y generen una verdadera desgracia en ese alejado sector habitacional.

La falta de carreteras de acceso, el crecimiento informal de barriadas germinadas en la invasión de lotes de terreno, fueron los factores que contribuyeron al cuasi fracaso de la acción de los bomberos y fue entonces que el entonces jefe de la Compañía de Bomberos lanzó una frase que no parece haber conmovido a muchos por entonces.

Justamente, cuando explicó todo este tema señaló que las dificultades para llegare a los extremos de la ciudad la encuentran también en los mercados de la localidad, señalando como ejemplo el mercado Progreso que por entonces ocupaba gran parte de las calles aledañas y en donde era imposible ingresar, tanto así que un amago de incendio en aquellos años generó las mismas dificultades que tuvieron los hombres de rojo para asistir a esas poblaciones en donde no había siquiera caminos por los cuales avanzar.

Y en aquella ocasión el Jefe Bomberil advirtió la necesidad de ordenar los mercados, no solo por la tugurización que suele generarse en sus pasadizos y en los exteriores por la presencia del comercio informal, sino porque su infraestructura no ha sido diseñada con lo necesario para prevenir, por ejemplo, un incendio de regulares magnitudes, sus instalaciones eléctricas crecieron sobre la base de aplicaciones artesanales, no contaban con proyectos eléctricos y la amenaza de los cortos circuitos eran latentes, mientras que sus techos y el acondicionamiento de los puestos los hacía vulnerables ante un incendio.

Desde entonces es muy poco lo que cambiado en los diferentes mercados de la ciudad, aun cuando, no podemos dejar de soslayar, ha sido evidente el esfuerzo que ha realizado el comité provincial de Defensa Civil para demandar, en nombre de la autoridad municipal, el cumplimiento de las medidas de seguridad tanto en su infraestructura como en las instalaciones internas de cada uno de ellos.

Esto ha sido posible solo con los apremios que puso en marcha la comuna, recordemos que ya en una oportunidad el Mercado Modelo fue clausurado y aun cuando este castigo solo se extendió un día, fue suficiente para que los comerciantes comprendan que deben poner todo su esfuerzo y atención en la implementación de las medidas de seguridad.

En aquella ocasión el cierre obedeció a la indiferencia de los comerciantes para levantar las observaciones realizadas por los inspectores tanto de la comuna provincial como de otras entidades preocupadas por este tema como la Defensoría del Pueblo y el Ministerio Público que acompañaron permanentemente estos operativos, todas ellas relacionadas con la falta de seguridad en el centro de abastos, uno de los más importantes de la ciudad.

Lo mismo ha ocurrido en el Mercado Progreso en el casco urbano y en el Mercado Buenos Aires en Nuevo Chimbote, en donde la amenaza de la clausura ha obligado a los comerciantes a mejorar su infraestructura acorde con las observaciones formuladas por los representantes de Defensa Civil.

Sin embargo, estos son paliativos que buscan garantizar no solo la seguridad de las personas que concurren a estos centros de abastos sino la propia integridad de los comerciantes que trabajan diariamente en este lugar, empero, nunca falta alguna negligencia u omisión que finalmente genera siempre una desgracia.

Esto ha ocurrido el último fin de semana en el Mercado Alfonso Ugarte, ubicado en el corazón de la ciudad, en donde por causas que son desconocidas un puesto se envolvió en llamas y amenazaba con extenderse hacia otros de no haber sido por la oportuna reacción de comerciantes, vecinos y de los miembros el Serenazgo que llegaron de inmediato para amenguar el fuego hasta que lleguen los efectivos de la compañía de bomberos que se encargaron de extinguir definitivamente las llamas.

Es un verdadero milagro que este siniestro haya sido controlado de inmediato pues es evidente que dadas las condiciones en las que se encuentra este mercado, las conocidas carencias en materia de lucha contra incendios y su antigüedad, se corría el riesgo que los puestos fueran arrasados por el fuego.

Su ubicación cerca a la sede de la compañía de bomberos y de la presencia de los efectivos del serenazgo permitió que el fuego fuera controlado de manera oportuna y que no se consume una tragedia como pudo haber ocurrido en algún otro centro de abastos.

De allí que este hecho nos permite concluir que, al margen de las medidas que adopten los comerciantes contra su propia voluntad, es importantísimo que las autoridades se mantengan siempre vigilantes, que mantengan el monitoreo permanente sobre todos los centros de abastos y que apliquen sanciones si es necesario a efectos que se cumplan las normas mínimas de seguridad.

Los comerciantes deberían ser los primeros interesados en que se levanten todas las observaciones y en cumplir las disposiciones de la autoridad, pues cuando se registra un siniestro los más perjudicados son ellos mismos, no solo porque se pondría exponer su integridad física o la de sus clientes, sino que se podría echar a perder toda su mercadería que es el sustento de sus familias.

Muchos consideran que en los mercados se está jugando con fuego, lo mejor es que se ciñan y respeten las exigencias de seguridad porque de lo contrario se pueden exponer a una desgracia como estuvo a punto de ocurrir en el mercado Alfonso Ugarte. Un mínimo de reflexión ante lo que puede representar un siniestro de gran consideración.