Editorial

EDITORIAL ::CLAMAN COMPASIÓN::

No cabe duda que cualquier intento que se haga por proteger a las mujeres de la irrefrenable violencia que se ejerce en estos tiempos contra ella, tanto así que han generado un importante movimiento de masas bajo el slogan “Ni una menos”, no prosperará ni obtendrá los resultados esperados si es que la administración de justicia no endurece su accionar y no aplica las leyes más drásticas que se han dictado, precisamente, para consolidar ese objetivo.

Decimos ello porque aquellos sujetos que creen que por la vía de los golpes pueden someter a sus parejas o cualquier otra mujer, saben y son conscientes que el castigo que se les reserva no es el contundente que muchos esperan para los cobardes que son capaces de levantarle la mano a quien los ha acompañado por muchos años y quienes en el algún momento le juraron amor eterno.

La semana pasada por ejemplo, un individuo con síntomas de ebriedad fue detenido por agentes del serenazgo y de la Policía Nacional luego de atender el llamado de vecinos del distrito de Nuevo Chimbote que trataron de contenerlo cuando agredía de manera salvaje a su pareja, con quien acababa de salir de una reunión social y se habían trenzado en una agria discusión, por lo menos quien gritaba, blasfemaba y lanzaba golpes era el individuo que fue captado por las cámaras de vídeo cuando tenía a la mujer sometida en el suelo y casi inconsciente.

Ya en la sede policial se pudo conocer que el sujeto la emprendió contra su pareja por el hecho que deseaba seguir libando licor en una reunión social en la que ambos departían, sin embargo, la mujer quiso retirarse, también había bebido y no se sentía en condiciones de seguir en la reunión, hecho que indignó al marido que, muy macho, la reprendió no solo con insultos sino a los golpes ya en la vía pública.

Seguramente que esta clase de sujetos no solo se incentivan con el licor sino con un perverso afán de lucimiento que los lleva a sostener riñas en plena vía pública, como si la presencia de extraños lo motivara a seguir pegándole a su mujer.

Lo más grave es que ya en la Comisaría de Buenos Aires se pudo conocer que el individuo era nada menos que un regidor de la Municipalidad Distrital de Guadalupito, condición que debería haberse considerado como un agravante a su conducta personal y ameritar una drástica sanción por el pésimo ejemplo que ofrece a la comunidad.

Inclusive, los periodistas se quedaron conmocionados cuando llegaron hasta el calabozo de la Comisaría a pedido del mismo concejal, aparentemente por que se hallaba arrepentido, sin embargo, trató de justificar su accionar señalando que no fue una paliza la que le dio a su mujer sino solo un golpe que fue de casualidad, cuando discutía con ella y al voltear se golpeó en la cara con su puño, agregando que este movimiento violento lo hizo a manera de juego pero terminó en un hecho fortuito.

No sabemos si semejante coartada la presentó también en su manifestación policial y ante la Fiscal a cargo de este caso, pues de ser así sería realmente una ofensa a la inteligencia de cualquiera, pues pensar que alguien puede jugar al boxeador utilizando la cabeza de su mujer como una “pera loca” es sencillamente un absurdo.

Empero, cuando todos pensaban que la justicia enviaría a este pésimo regidor a la cárcel, como se procede en otros casos de violencia similar, la Juez de la causa terminó liberando al sujeto porque, según se precisó en la audiencia, la Fiscal de Nuevo Chimbote, Sara Chira Tello, no presentó un pedido de prisión preventiva como correspondía, sino que llegó a la sede del Juzgado con una negociación bajo el brazo, había convenido con el abogado del agresor una terminación anticipada de proceso inmediato, había propuesto que se le castigue con condena condicional y el pago de 500 soles por reparación civil a cambio que se declare culpable y se de por terminado el proceso penal que le esperaba.

Nuevamente, el beneficio de la Terminación Anticipada lleva a los Fiscales a deshacerse de los juicios a pesar que existen de por medio imputaciones graves, como es la alevosa agresión a una mujer, al margen de las lesiones que pueda arrojar el certificado médico legal pues ellos suelen ser sumamente indulgentes en algunos casos.

Recordemos la cobarde agresión que le propinó un ex Policía a su ex conviviente a quien la agarró a golpes en la puerta de la comisaria de Buenos Aires, las imágenes nos mostraron una salvaje paliza en la que la mujer recibió toda clase de puñetes en el rostro, sin embargo, el reconocimiento médico legal arrojó unos parámetros de descanso médico e imposibilidad de trabajar que colocaron los hechos como lesiones leves y por ello la Fiscalía negoció igualmente un acuerdo de terminación anticipada y dejaron al sujeto en libertad a pesar de la extrema violencia que se aprecia en las imágenes.

Algo similar ha ocurrido en esta oportunidad, sin embargo, la Fiscal no había reparado que existe una ley que determina que en casos de violencia contra la mujer u otro miembro del grupo familiar se prohíbe que se suspenda la ejecución de las penas, en otras palabras, no era posible presentar un acuerdo de terminación anticipada porque no procede en estos casos, siendo mucho más grave que al no existir un pedido de prisión a la Juez no le quedó otro salida que exigirle a la fiscal que presente una acusación y dejó en libertad al detenido.

¿Dónde queda la justicia?. Quienes dirigen el Ministerio Público deberían detenerse un momento a analizar el desempeño funcional de sus integrantes, no es posible que la Fiscal llegue a la audiencia con un pedido de terminación anticipada que es ilegal y en el cual ni siquiera menciona que el agresor tiene la condición de regidor de un Municipio Distrital, lo que constituye una causal agravante en este caso.

El deficiente accionar de los operadores de justicia solo apaña la impunidad, de nada vale que miles de mujeres salgan a las calles a demandar más energía contra los agresores y feminicidas si en los casos de rutina vemos que a los matones les abren las puertas de los calabozos y se deja un peligroso mensaje de impunidad para quienes son víctimas de una violencia irracional e irrefrenable y claman compasión. A los hechos nos remitimos.