Una joven estudiante universitaria, quien recién este año comenzaba a internarse en la educación superior y había conseguido ingresar a la Universidad Nacional del Santa para estudiar Comunicación Social, perdió la vida trágicamente la semana pasada en un accidente automovilístico.
Muchos podrían decir que accidentes ocurren a diario, empero, este que nos anima a comentarlo es uno de aquellos en donde la imprudencia y la temeridad se dan la mano no solo para enlutar un hogar y dejar sumida a una familia en un intenso dolor, sino que apaga esa llama de la expectativa por un futuro prometedor para una jovencita.
Los hechos ocurrieron al promediar la una de la tarde del pasado miércoles 08, en la intersección de la esquina de la avenida Pardo con el jirón Moquegua cuando el auto Toyota modelo Yaris de placa de rodaje A7P:010 ingresaba para la avenida y la motocicleta circulaba de norte a sur.
La motocicleta conducida por Jean Franco Huaranga Meza (21) se desplazaba por la avenida Pardo, llevaba en el asiento posterior a su compañera de estudios Nicole Lavado Villanueva, ambos retornaban del centro de Chimbote hacia el cono sur y fue en esas circunstancias que se encuentra con el vehículo cuyo chofer no tomó las debidas precauciones antes de cruzarse por la vía preferencial.
El impacto fue avasallador, los dos jóvenes salieron volando y cayeron pesadamente al pavimento llevando la peor parte la jovencita que quedó tendida en el pavimento y sin reacción alguna, se había golpeado la cabeza con el pavimento, mientras que su compañero tuvo más suerte al sufrir serios traumatismos pero estaba consciente.
Cuando los paramédicos del Serenazgo llegaron al lugar del accidente eran conscientes que la jovencita estaba sumamente grave pero aun así, con los extremos cuidados de los primeros auxilios, la trasladaron en la ambulancia al hospital La Caleta pero no resistió mucho, cuando los médicos la ingresaron a traumashock, la joven dejó de existir.
Una trágica secuela para un cumulo de responsabilidades, no solo de los choferes cuyo deslinde corresponde a la autoridad aun cuando es más que evidente, sino de la autoridad edil que desde hace mucho tiempo está vacilando respecto a las previsiones que debe adoptar en una vía de tráfico vehicular fluido y de obras instituciones.
No es la primera ni será la última vez que se registre un accidente en esta avenida principal de Chimbote, por el contrario, lo extraño sería que no exista un hecho trágico en esta vía, tal como lo han advertido los vecinos y comerciantes de las numerosísimas cuadras de esta vía y como lo han expresado en múltiples protestas.
En efecto, en otros accidentes registrados en esta misma avenida, la mayoría por atropellos con secuela de muerte, llevaron a los pobladores a realizar plantones y reclamos ante la municipalidad provincial del santa en la medida que tras su remodelación había quedado sin rompemuelles y ello era solo una invitación a los choferes para que impriman mayor velocidad.
Por ello es que ante los continuos accidentes los pobladores reclamaron con justa razón a la municipalidad para que reponga no solo los semáforos que existían allí antes que se ejecute el proyecto sino los rompemuelles que son complementos de la regulación del transporte y obligan a los choferes a reducir los límites de velocidad.
La Municipalidad accedió a este pedido y ha llegado a colocar algunos semáforos así como afianzar los rompemuelles, empero, es evidente que esto no ha sido suficiente, existen sectores en donde aún se pueden desarrollar límites de velocidad importantes que resulten capaces de derivar en accidentes tan violentos como el registrado la semana pasada con la muerte de una jovencita.
No se trata solo de rellenar decenas de cuadras de la avenida Pardo con rompemuelles o semáforos, eso sería absurdo y antitécnico, empero, lo que se tiene que hacer es promover una cultura de respeto por la seguridad vial, infundir en los chimbotanos desde el hogar y la escuela la necesidad de respetar las normas de tránsito.
Y, en ese sentido, lo que se requiere es que la Municipalidad señalice la avenida Pardo, coloque los letreros preventivos relacionados con la velocidad permitida y con las advertencias de vía preferencial o de pasos peatonales, señalizaciones que no existen y que lleva a los choferes a conducir de la manera que se les da la gana.
En la mayoría de las grandes ciudades de otros países los choferes no dejan de respectar las señalizaciones, no se exceden de los límites de velocidad y no violan los reglamentos de tránsito con la facilidad e impunidad como lo hacen en nuestro país.
Ello es solo consecuencia de una arraigada cultura vial que se forma y perfila desde la cuna, los choferes saben desde antes que aprendan a manejar, es decir, desde el hogar y la escuela, que deben respetar por encima de cualquier eventualidad, las normas de tránsito, ellos no se atreven a infringir los límites de velocidad en la medida que son conscientes que no solo se harán merecedores a una fuerte multan, un arresto y la suspensión de la licencia de conducir, sino porque saben que de esa manera solo contribuirían a promover accidentes que pueden tener consecuencias fatales.
De allí que para cambiar este horripilante estado de cosas, con una avenida como Pardo que es el cementerio de muchas familias y el suplicio de muchas otras cuyos familiares han perdido alguna extremidad en un accidente, se tiene que comenzar de cero.
Nada se logra con que la autoridad edil solo coloque más semáforos, rompemuelles, ojos de gato y cuantos aditamentos procuren la reducción de los límites de velocidad si esa obligación civil no se les mete en la cabeza a los niños y ellos crecerán con aquella advertencia que será la única herramienta efectiva para reducir los límites de velocidad.
Lo mismo ocurre con los choferes que conducen en estado de ebriedad, eso no se aprende en la escuela, por el contrario, ello se forma desde la cuna, forman parte de los valores que cultiva una persona y lo lleva a respetar las leyes y la vida de oos demás.
La trágica secuela del accidente registrado en la esquina de Pardo y Moquegua, que se ha llevado una vida cargada de posibilidades y expectativas debe motivar a los funcionarios, los colectivos civiles y los organismos estatales a comenzar a diseñar líneas y estrategias que permitan enfrentar con eficacia la tradicional indiferencia de los choferes por respetar las reglas de seguridad vial. Sino formamos a nuestros niños de una manera radicalmente distinta en materia de seguridad vial nada lograremos para reducir los accidentes con secuelas tan funestas como la comentada.