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Editorial: ::: PROTECCIÓN ES CLAVE :::

Un sujeto ha sido condenado a cadena perpetua por haber abusado sexualmente de su sobrina de apenas tres años de edad. Una mujer ha sido enviada 9 meses al penal de Cambio Puente por haber abusado de su propia hija, mientras que un sujeto ha sido detenido en el interior de su habitación en la que mantenía sometida a una menor de 12 años edad. Finalmente un sujeto ultraja a su hermana que padece alteraciones.

Estos son hechos que se han registrado la semana que pasó y cualquiera que los revisa y analiza termina preguntándose ¿Qué diablos está pasando en la sociedad? ¿Cómo es posible que se produzcan hechos de esta naturaleza?

En el primer caso, ha sido el Juzgado Penal Colegiado de la Corte del Santa el que ha aplicado la máxima pena a José Luis Caqui Quispe (60), un depravado sujeto que aprovechaba la ausencia de los padres de la menor para dar rienda suelta a sus bajos instintos, siendo la madre de la víctima quien descubrió este abuso al advertir un cambio en el carácter en la pequeña. Tras la denuncia penal el pervertido fue capturado dentro del Muelle Municipal de Chimbote el pasado 15 de febrero del año en curso, gracias al Programa de Recompensas del Ministerio del Interior por cuyo paradero ofrecían S/20 mil soles.

La menor reveló a la Fiscal y los peritos de psicología en cámara Gessel que su tío, a quien identificaba como “Lucho”, llegaba de visita a su domicilio ubicado en AA.HH. Señor de los Milagros de Chimbote cuando sus padres salían a trabajar y en medio de supuestos juegos infantiles aprovechó para abusarla, hecho que pudo ser advertido pues la pequeña lloraba demasiado, no quería comer, se agarraba de los cabellos y hasta arrojaba las cosas, por lo que al enterarse del hecho procedieron a denunciarlo.

De otro lado, el último fin de semana terminó la pesadilla para miles de huarmeyanos que repudiaron a Danik Marianella Farfán Retto, una desprejuiciada mujer que fue descubierta cuando abusaba de sus propias hijas menores de edad a las cuales dejaba en estado de inconciencia para cometer los actos aberrantes en complicidad con su actual pareja César Martínez Grande, quien se encargaba de registrar las imágenes con su equipo celular.

Justamente cuando este sujeto pierde su equipo de telefonía, quienes lo hallaron pudieron ver las escabrosas imágenes y de alguna manera la hicieron llegar al padre de las menores y los familiares de la mujer, pues aquellos son oriundos del Distrito de Culebras, un puerto relativamente chico en donde todos se conocen.

Todo lo que sucedió en torno a este caso ya es de dominio público, incluso la fuga de la mujer al Cusco, el abandono de las menores en la Plaza de armas de esa ciudad y su posterior captura en un centro de hospedaje.

Lo que no ha podido dejar de llamar la atención a quienes seguimos este espantoso hecho es que la mujer haya derramado lágrimas en la audiencia de prisión a la cual fue sometida y que haya tratado de negar los cargos cuando las imágenes son más que evidentes.

Es que nada, absolutamente nada, justifica el accionar desquiciado de esta mujer para abusar de sus propias hijas, de niñas que son su sangre y a las cuales es la primera obligada en proteger pero que las convirtió en objeto de sus desviaciones y, probablemente, en los apetitos perversos de su actual pareja, sobre quien también se ha dictado mandato de prisión y viene siendo intensamente buscado por las autoridades.

El tercer caso corresponde a un sujeto de 21 años de edad que ha sido sorprendido por la Policía en el interior de la habitación de su domicilio del A.H. Golfo Pérsico, con una menor de solo 12 años, a la cual mantenía retenida y sometida a sus bajos instintos, hecho que se registraba a pesar que en la vivienda se hallaba su madre que fue quien indicó a las autoridades que su progenitor se encontraba con la menor y autorizó el ingreso para el rescate de la niña.

El sujeto fue identificado como José Manuel Torres Acuña (21) quien fue denunciado por Santos Vásquez Benites de Huaychao (34), quien alertó sobre la desaparición de su hija de 12 años de edad y que había recibido información en el sentido que posiblemente se encontraría en casa de un sujeto conocido como “Pepe”.

Fue de esta manera como pudo ser aprehendido el sujeto que ya tenía en su poder a la menor por espacio de dos días y quien sabe que es lo que podría haberle hecho en caso su madre no haya recibido información sobre su paradero.

En este caso, llama poderosamente la atención la actitud de la madre del detenido en la medida que si ella era consciente que su hijo adulto estaba con una menor en su habitación era ella la llamada a alertar a las autoridades o, en todo, caso exhortar a su hijo a que lleve a la menor a su vivienda.

Se trata solo de tres casos registrados en la última semana, sin embargo, a  lo largo del año nos hemos encontrado con una  serie de hechos cada cual más repudiable que el otro, de violaciones, ultrajes, agresiones, etc., contra menores de edad, con el agravante que los protagonistas terminan siendo los familiares de las víctimas.

Esto nos hace recordar que hace algunos años las autoridades promovieron una campaña para proteger a los menores bajo el slogan ¡Si los sabes, denúncialo!, con la finalidad de terminar con el temor de quienes sabiendo que algún familiar ha abusado de otro no lo acusa por temor al escándalo y porque es consciente que aquel se iría preso, empero, esto último es lo que se merece el agresor y no puede ocultarse.

Lamentablemente esa campaña se diluyó o por lo menos ya no se conoce hasta donde avanzó, lo cierto es que venimos comprobando que se siguen cometiendo estas fechorías contra los menores, se ha visto estos casos en los cuales la característica es la absoluta desprotección de los agraviados.

Un menor edad debe estar al cuidado permanente de su padres, no puede mantenerse solo ante extraños e incluso ante familiares, tiene ahora que aprender a medir el peligro pero para que ello no suceda los padres deben estar permanentemente con ellos, de lo contrario, seguiremos asistiendo a este escenario tenebroso de las agresiones contra aquellos por parte de la gente de su propio entorno.

Los padres tienen que entender que la protección es la clave, un menor de edad no puede dejar de ser controlado por sus progenitores, no pueden quedar expuestos al peligro que acecha ahora en las calles y en las propias viviendas. La solución está en sus manos.