Editorial

Editorial: ::: EXPECTATIVA FRUSTRADA :::

El ministro de defensa, José Huerta Torres, ha sido designado por el Presidente de la Republica, Martín Vizcarra, como coordinador del Ejecutivo ante las autoridades de Ancash en las acciones que se deben ejecutar ante el estado de emergencia por riesgo de lluvias que existe en nuestra jurisdicción.

Esta labor ya lo conocemos los chimbotanos en la medida que con ocasión del “Niño Costero”, el gobierno aplicó esta modalidad de designar a los miembros de su gabinete como coordinadores en las principales regiones que se vieron afectadas por las lluvias, desbordes y deslizamientos en aquellos años, y, en esa ocasión fue designada la entonces ministra de justicia Marisol Pérez Tello.

Caro que la diferencia es evidente en la medida que hace dos años atrás la ex Ministra llegó en medio de una emergencia desatada por los desastres naturales que arrasaron con carreteras, tierras de cultivo, puentes, afectaron colegios y dejaron dolorosos saldos de muertos y heridos.

Sin embargo, pese a ello la entonces Ministra Marisol Pérez cumplió un impecable rol, estuvo en todos los confines en donde la población necesitaba una mano y pechó cuando fue necesario a las autoridades locales y al propio ex gobernador con la finalidad de llamar la atención en la tarea que le tocaba realizar a cada uno de ellos.

En esta oportunidad, el coordinador José Huerta Torres., ministro de Defensa, llegó a nuestra ciudad con la finalidad entablar contacto con las autoridades y, se supone, con la finalidad de verificar los puntos vulnerables de los pueblos de nuestra provincia a efectos de emprender trabajos en los cuales se requiere de urgente inversión, especialmente aquellos en los que la amenaza de lluvia se cierne sobre los medios de transporte y expone la vida de las personas.

Por ejemplo, en  nuestra provincia las zonas más afectadas por las lluvias son los distritos de Macate, Moro y Jimbe, lugares en donde ya las lluvias cargaron los ríos y han provocado no solo desbordes que ha arrasado con carreteras sino que han provocado deslizamientos que han obstaculizado el paso de los vehículos.

Inclusive, los medios locales dieron cuenta de los serios estragos que generaban las intensas lluvias en zonas de la sierra como Pallasca, Caraz, Huari y Bolognesi, lugares en donde la emergencia ya se ha desatado y se espera la mano asistencial del gobierno central.

Sin embargo, cuando en nuestra ciudad se albergaba la esperanza que el Ministro llegue con medidas ciertas y efectivas, especialmente en lo que concierne al manejo de recursos y maquinarias, los chimbotanos vieron que descendió del helicóptero con pulcra vestimenta y sin llevar siquiera un maletín o cartapacio, estaba con las manos vacías y nadie sospechaba hasta ese momento que este sería su derrotero.

Ocurre que cuando se reunió con las autoridades locales y con el gobernador Juan Carlos Morillo, el Ministro puso en evidencia que venía con la billetera vacía, apenas si escuchó las necesidades apremiantes que expusieron los acaldes distritales para luego pronunciar un discurso tras el cual a cualquiera le daba ganas de darle para su pasaje de vuelta.

El Ministro dejó en silencio a los alcaldes y al propio Gobernador al señalar que todos los gobernantes, sean regionales o locales, estaban en condiciones de poner en marcha programas de prevención en la medida que cuentan con las herramientas suficientes para hacerlo, llamó la atención que no haya expresado su sorpresa por no haber visto trabajos de esa magnitud.

El titular del portafolio de defensa esbozó una cátedra sobre manejo presupuestal y gestión pública al señalar que todos los gobernadores regionales y alcaldes tienen una partida para gestionar el riesgo de desastres. Esa es la primera herramienta para hacer frente a las emergencias pues dijo que no era la única sino que existen hasta tres alternativas que les permitiría movilizarse de inmediato ante cualquier contingencia.

La segunda alternativa para hacer frente a los desastres es la declaratoria del estado emergencia, que es un dispositivo que emite el gobierno central y permite a las autoridades tener disposición inmediata los presupuestos y echar mano de procedimientos de adquisiciones o contrataciones directas, dejando de lado los procesos de selección y las licitaciones que suelen entrampar todo.

Agregó que otro instrumento de gestión de riesgos de desastres es el Fondo para Intervenciones ante la Ocurrencia de Desastres Naturales (FONDES), que permite la ejecución de proyectos de inversión pública (PIP) presentados por municipios o gobiernos regionales ante INDECI.

En otras palabras, el ministro se dio el lujo de llegar sin nada bajo el brazo y decirle a las autoridades de Áncash que en sus manos tienen la posibilidad de ejecutar los trabajos de prevención que requieren ante el riesgo de lluvias que ha declarado el gobierno, dejando entrever que la falta de iniciativa y de capacidad para manejar los procedimientos de la gestión pública no les han permitido avanzar en este aspecto.

Sin embargo, los chimbotanos no esperaban al ministro coordinador para instruir o orientar a alcaldes y al gobernador, lo que esperaban es que informe que acciones tomará el gobierno para hacer frente a las amenazas y riesgos que afronta nuestra provincia y que ya hemos vivido dramáticamente hace dos años atrás.

La gente lo esperaba para que informe las razones por las cuales un organismo como la Reconstrucción con Cambios no ha sido capaz de hacer casi nada en los últimos dos años para que los diferentes pueblos hagan frente a la adversidad, que se explique las razones por las cuales hasta la fecha no se inicia obra alguna.

Sin embargo, nada de ello estaba en su agenda, apenas si recorrió alguno que otro lugar pero, como se dice en el argot popular, sin ensuciarse los zapatos. Que diferencia con la labor cumplida hace dos años atrás por la ex ministra Marisol Pérez, quien no tenía a la mano un buen discurso para sacar cuerpo a la responsabilidad, sino una agenda en la que registró la realidad de los pueblos y demandó de inmediato la ayuda que se requería para rehabilitar puentes y carreteras y para proteger los cauces que es lo que se demanda en este momento. Las frustradas expectativas de las autoridades se traducen en la incertidumbre que expresan los dirigentes de los pueblos aledaños al río Lacramarca, quienes temen que pueda crecer e inundar nuevamente toda esa zona. Esperemos se equivoquen.