Editorial

Editorial: ::: UNO MÁS SÍ IMPORTA :::

Lamentablemente, se está haciendo una muy mala costumbre ver que efectivos de la Policía Nacional terminan siendo encarcelados en el mismo recinto en donde se encuentran los maleantes que se supone ellos deberían capturar en lo que es su noble misión, la lucha contra la delincuencia.

Empero, de un tiempo a esta parte de la mano con la pérdida de los valores en la sociedad, ya no vemos solo que los delincuentes salen de las dependencias judiciales enmarrocados rumbo al recinto penitenciario, sino que ahora los miembros de la propia Policía Nacional son los que protagonizan estos cuadros realmente desalentadores.

El último de ellos tuvo como protagonista al Suboficial de Tercera de la Policía Nacional Johnny Leonidas Matta contra quien se ha dictado una medida de prisión preventiva por espacio de 9 meses, la misma que lo cumplirá en el penal de Cambio Puente mientras es investigado por el delito de cohecho pasivo propio y concusión.

La medida restrictiva fue promovida por el fiscal anticorrupción Walberto Rodríguez Champi quien mencionó cuales son los hechos materia de investigación y los elementos de convicción así como las medidas de arraigo, que no cumplía el investigado.

Este caso fue materia de una información por parte de la prensa local y está relacionado con una intervención que hiciera el sub oficial denunciado al advertir que el conductor de una mototaxi estaba realizando maniobras temerarias en la pista y procedió a detenerlo.

En ese momento el Policía advirtió que el conductor, identificado como Emerson Gastulo Chauca López manejaba en estado de ebriedad por lo que lo despojó de sus documentos, entre ellos su billetera en la que guardaba su dinero.

El Policía se retiró a revisar los documentos y tras regresar le devolvió la billetera y le pidió al chofer de la mototaxi que se retire, no le impuso alguna papeleta ni lo obligó a acompañarlo hasta la Comisaría de Moro, como correspondía teniendo en cuenta su estado de inecuanimidad.

Tan escandalosa resultó su actitud que pese a su beodez, el chofer se animó a revisar su billetera y advirtió que el mal Policía le había sustraído los 200 soles que tenía en ella, razón por la cual no vaciló en acudir a la sede policial a denunciar este hecho y de inmediato se intervino al Policía a quien se le encontró el dinero del agraviado.

En la audiencia de prisión el Fiscal puso énfasis en el mal accionar del agente policial y el hecho que el agraviado ha podido acreditar la pre existencia del dinero, agregando que el arraigo laboral del denunciado no era de calidad debido a que S.O. Leonidas Matta está con proceso administrativo disciplinario en la misma Policía Nacional con probabilidad que sea retirado de la institución.

Agregó que tampoco tiene arraigo domiciliario ni familiar al no tener un inmueble propio y tampoco tiene familia, por lo que fácilmente se puede presumir que sin una medida de restricción podría no solo evadir la justicia sino perturbar la acción probatoria del proceso penal que se le está iniciando

En realidad estamos ante un hecho bastante grave, no se puede tomar este incidente como una criollada o una palomillada de un uniformado, pues lo que ha sucedido es un acto doloso, un hecho considerado como delito por la ley penal, como es la sustracción de dinero que le pertenece a un tercero.

Justamente, este accionar es el que deja mucho que desear porque no corresponde a un policía en servicio, es un acto propio de un delincuente y que se agrava por el hecho que el autor es parte la institución policial lo que debería motivar a las autoridades sancionar con un castigo mayor a este Sub Oficial que se pasó a la otra vereda, aquella que él mismo, como efectivo de la Policía, debería perseguir y procurar si encarcelamiento.

Lo más grave es que no se trata del primer o segundo sub oficial de la Policía que es aprehendido en flagrante delito de corrupción, por el contrario, existe casi una decena de estos casos con efectivos que han terminado tras las rejas.

Y es que para infortunio de los ancashinos y de todos los peruanos en general, aquella institución señera en donde sus integrantes tenían como carta de presentación una foja intachable de servicio ya no está vigente, desapareció con el curso del tiempo.

En la actualidad se lanza a las calles a jóvenes egresados de las escuelas sin que tengan mayor preparación y menos aún sin preocuparse en conocer sus reales antecedentes para evitar que exista infiltración de gente de mal vivir.

Inclusive, la propia superioridad ha reconocido que el tiempo de instrucción que tienen los jóvenes que recalan en la Policía Nacional es bastante corto, nos imaginamos que no deja margen a considerar situaciones tan elementales en el tratamiento con las personas que acuden a la comisarias, sino que ni siquiera están al tanto de lo que sucede con los padres o tutores de los niños que acuden a recogerlos

Antes era común ver a los Policías en la esquina, correctamente uniformado y controlando los movimientos en la vía pública, ese Policía que no acepta una coima y no pensaría en estar exigiendo dádivas o prebendas, por el contrario, el Policía era el estereotipo para nuestros niños y jóvenes que quieren ser como ellos.

Aquel Policía no solo te saludaba sino que estaba presto a auxiliarte en lo que fuera necesario, no queremos generalizar, empero, casos de este calibre ya no existen en la comunidad y ello porque los pequeños no son criados con los valores mínimos de la vida, no han sido controlados por sus padres y se han formado sin que tengan una familias constituida en donde el padre y la madre marcan la formación de los hijos.

Por ello es que vemos cómo es que Sub Oficiales como Johnny Leonidas Matta se ve involucrado en un accionar delictivo y es enviado enmarrocado hacia el Penal. Se trata de un segmento importante en la comunidad, la Policía se ha caracterizado siempre por su respetabilidad, no permítanos que se destruya esa imagen que nos acompañó desde niños, de allí que un caso más si importa a la entidad tutelar, amerita que se revisen la condición de sus miembros que no solo no están preparados para servir sino que tienen malas costumbres que amerita una calificación general pues en estos caso lo mejor que se puede hacer es “separar la paja del trigo”.