Editorial

Editorial: ::: EXCESO INACEPTABLE :::

Hace poco más de una semana, la Policía debió trasladar a la sede de la Comisaría de Buenos Aires a un grupo de personas que habían protagonizado un escándalo en una vivienda de la segunda etapa de la urbanización Bellamar, en donde provocaron una serie de destrozos en el interior de una vivienda.

Lo curioso es que todos los intervenidos entre los que habían mujeres y un menor de edad, eran de nacionalidad venezolana, forman parte de esa numerosa colonia que ha llegado del vecino país llanero para asentarse en nuestro Puerto, huyendo de la crisis que se vive en su país por la presencia de una dictadura tirana y asesina como es la que encabeza Nicolás Maduro.

Lo cierto es que estos personajes han llegado de pronto a nuestra ciudad y buscan emplearse en cualquier actividad, aun cuando no sea aquella para la cual se prepararon en su país, por el contrario, cualquier plaza es suficiente para ellos.

Y dentro de lo complicado que es albergar a tanta gente, los neochimbotanos han recibido de buen talante a los visitantes, en muchos casos los han apoyado y han establecido amistades y relaciones de trabajo diversas, como se puede ver a diario en las calles.

Sin embargo, la semana pasada un grupo de esta gente llegó a la vivienda de un maestro de obra en Bellamar y le destrozaron la casa, irrumpieron con insultos y groserías y no escatimaron que en el interior se encuentren niños y ancianos, la emprendieron contra los propietarios, los agredieron y le destrozaron sus enseres.

Lo que habría motivado la reacción irracional de estos desacreditados visitantes es que el propietario de la vivienda es un maestro de obra que trabaja en construcción  y hasta una obra que viene ejecutando a la cual llegaron dos de ellos para rogarle que los contrate, habiéndose tomado sus servicios solo por la buena voluntad del contratista pues tenía su planilla completa pero, ganado por ese sentimiento solidario que existe en estos lares, los incluyó en su cuadrilla de trabajadores.

Lo que no contaba el maestro de obra es que el propietario de la vivienda se retrasaría en los pagos, razón por la cual tuvo inconvenientes para poder cancelarle a los trabajadores y les pidió que esperen a que el dueño pueda contar con capital y cancele la deuda para poder pagarles como corresponde.

Esto, que es natural en cualquier actividad, no fue del agrado de los extranjeros, quienes llegaron hasta la vivienda del maestro de obra a reclamarle a gritos y amenazas, razón por la cual fueron rechazados por el aludido.

Fue entonces que a los quejosos no les quedó otra idea que ir a buscar a sus coterráneos y regresaron con 15 de ellos para emprenderla a golpes y gritos contra el hombre que les dio trabajo, destruyeron su casa y por ello ocho de los agresores fueron detenidos por la Policía y llevados a los calabozos.

Lo más incomprensible de todo esto fue la actitud del Fiscal que estaba a cargo de las pesquisas, pues lejos de reprender a esta gente y llamarles la atención por su actitud negativa hacia una nación que les estaba dando la mano, los dejó en libertad alegando que no se podía individualizar los cargos para cada uno y dispuso citarlos para el futuro de las investigaciones, sin que siquiera los haya apercibido con pagar los destrozos que hicieron en la vivienda del agraviado.

Cuando tomamos conocimiento de los hechos protagonizados por los ciudadanos venezolanos nos contagiamos de una ira incontenible en la medida que aquellos están en este país buscando una oportunidad de trabajo y de un futuro promisorio, han llegado pidiendo clemencia para que los acojan y les otorguen una oportunidad de trabajo, incluso, se ha advertido que han llegado a desplazar a muchos jóvenes peruanos de los puestos de trabajo eventual de allí que lo menos que pueden hacer es someterse a las normas de nuestro país y respetar los derechos de los demás,

Si bien es cierto que los dos trabajadores, a  quienes no se les pudo cancelar por una circunstancia fortuita, tienen derecho a reclamar y hasta quejarse, que lo hagan en las instancias competentes que apelen a los procedimientos que existe en nuestra legislación y acudan a los organismos que pueden atender esta clase de reclamos de índole laboral.

Es la manera como procede cualquier persona civilizada, lo que no pueden hacer sin dejar de violar las leyes peruanas, es apelar a la violencia, reaccionar como trogloditas y destruir la propiedad ajena porque eso tanto aquí como en su país constituye un delito.

Eso lo saben bien quienes han arremetido contra la vivienda de la persona que les dio trabajo, ellos son conscientes lo que es un delito y no pueden alegar que reclamaban algo justo cuando no era la manera de hacerlo.

Hay un sabio dicho popular que dice “no vale morder la mano que te dio de comer” y está relacionado con la ingratitud, con la reacción de quienes habiendo recibido la ayuda de alguien luego lo traicionan y lo perjudican.

Los ciudadanos venezolanos que se han afincado en nuestra ciudad deben tomar en cuenta esto, somos conscientes y conocemos a algunos que saben responder la mano solidaria y amiga de los neochimbotanos, que entienden que si hay algo que deben hacer es agradecer el solo hecho que les permitan ganarse un espacio y trabajar de manera honrada para ganarse un pan.

Alguien dijo que deberían expulsar a todos aquellos venezolanos que atentan contra los derechos de los peruanos y se referían ciertamente a quienes han llegado a delinquir, a aquellos que se dedican al robo y la estafa, sin embargo, nosotros consideraríamos en este mismo grupo a los belicosos e intolerantes como este conjunto de personas que fueron detenidos luego de haber destruido los bienes de in hombre cuyo único pecado es darles trabajo y fallar en el pago por una circunstancia ajena a su posibilidad.

Estamos frente a un episodio realmente lamentable las autoridades deben evaluar detenidamente esta clase de hechos, no se puede pasar por alto una actitud matonesca de quienes llegaron a nuestra ciudad a demandar una oportunidad y terminan agraviando a los demás. Este es un exceso inaceptable que solo afecta y desprestigia a una mayoría de la colonia venezolana que no son como ellos.