El juez Luis Pérez Granados decidió enviar 9 meses al Penal de Cambio Puente a un individuo que es acusado de flagelar a sus dos hijos menores de edad con un cable eléctrico y por haber transgredido medidas judiciales de protección que era consciente que pesaban en su contra.
La orden de prisión preventiva se dictó contra Elias Otiniano Villanueva, un sujeto de 26 años de edad que no vaciló en castigar a sus dos pequeños hijos, un niño de siete años y su hermanito de tres, quienes resultaron con lesiones en el rostro, espaldas, piernas y brazos ocasionados por la salvaje agresión de la que fueron víctimas por parte de su propio padre.
Y no podía dudar ante las evidencias fotografícas que la fiscal Zaira Silva Gamarra presentó al juez como parte de su requerimiento de prisión preventiva de nueve meses, precisando que los hechos ocurrieron la noche del 25 de noviembre pasado en la vivienda del investigado ubicada en el asentamiento humano Lomas de San Pedro por la desaparición de 100 soles.
El magistrado evaluó la conducta del progenitor basado no solo en las repudiables huellas que presentaban los menores en el cuerpo, sino en el hecho que el sujeto es un tipo violento que había sido objeto de una medida judicial de protección para los efectos que no se acerque a menos de 200 metros de su conviviente e hijos, empero, pese a ello los atacó de manera salvaje.
Y en el desarrollo de la audiencia en la que se decidió dictarle prisión preventiva se sucedieron dos hechos curiosos que no podían dejar de llamar la atención: uno es el relacionado con el falso arrepentimiento del agresor y el otro es la conducta absurda y timorata de la madre de los menores.
En el primer caso llorando el imputado negó que flageló violentamente a sus hijos sosteniendo que accidentalmente les impactó el cable cuando golpeaba a la madre de sus pequeños, versión que de por sí no lo ayuda en nada en razón que siempre existe una agresión a un miembro del entorno familiar y consecuentemente la sanción a imponérsele será drástica.
Sin embargo, para el magistrado esta versión resultaba risible debido a que no les podía caer el cable accidentalmente en la nariz de uno de los niños, y en ambos en la espalda, muslos y brazos.
En el segundo caso, la conviviente de Otiniano Villanueva, es decir la madre de los niños que presenció la salvaje agresión a sus vástagos y quien ha sido también víctima de los arrebatos de su ex pareja, intentó mediar por el atacante y minutos antes del inicio de la sesión visitó al juez en su despacho para pedirle que no envíe al penal al investigado. Obviamente, el magistrado no le hizo caso.
Finalmente, el juez Pérez Granados ponderó que la probable pena de cárcel para Otiniano Villanueva sería de hasta 21 años debido a que sería procesado por los delitos de lesiones graves por violencia familiar en agravio de sus dos menores hijos y también por desobediencia y resistencia a la autoridad al violar la medida de protección en favor de su pareja.
Quienes estuvieron ese día en la sala de audiencia no pudieron lamentar la actitud de la mujer que insistía en que el agresor no debería ser enviado a la cárcel y al término de la diligencia se mostró enojada y se atrevió a faltar el respeto al juez.
Esto último no debe dejarse pasar por alto en la medida que es una de las razones por las cuales subsiste en nuestra ciudad el fenómeno de la violencia contra la mujer, se mantiene vigente ese flagelo social porque la misma parte agredida lo permite.
No se puede entender como es que una mujer que ha sido constantemente atada por su ex pareja, que se ha visto precisada a recurrir a la justicia y que por ello ha merecido una medida de protección a efectos de prohibir que el agresor se le acerque a menos de 200 metros, pueda finalmente abogar en su favor para que la justicia no lo sancione como se merece.
No se puede entender cómo es que una madre puede abogar por un sujeto que ha violentado a sus hijos de la manera mas salvaje que alguien se pueda imaginar, que ha visto como sus vástagos de apenas 7 y 3 años de edad han sido castigados con un cable eléctrico y les dejaron terribles huellas en el cuerpo.
El solo hecho que la mujer se dirija al despacho del Juez para pedirle que no lo envíe a la cárcel a pesar de la gravedad de los hechos y de los delitos que se investigan, nos da una idea del enorme manto que cubre a esta clase de delitos.
Así como esta mujer existen muchísimas que se resisten a que sancionen a sus agresores por temor, porque piensan que luego serán más agredidas, porque entienden que el padre de sus hijos debe mantenerlas y no podrá hacer si es enviado a la cárcel, porque finalmente se acobardan y se echan para atrás ante las denuncias que formularon.
Hasta ahora no podemos dejar de pensar en los graves incidentes generados hace solo unas semanas cuando un agente de la Marina de Guerra golpeó de manera violenta y cobarde a su pareja en la vía pública, lo hizo como si la mujer fuera un hombre, con puñetes y patadas, sin que le importe un comino que se encuentren en la calle, por ello finalmente fue detenido por las autoridades.
Sin embargo, cuando todos esperaban que envíen a ese cobarde tras las rejas porque ahora las leyes si lo permiten, la agraviada que estaba aun con manchas de sangre y huellas de hematomas en el rostro y otras partes del cuerpo, se negó a formular cargos contra el sujeto, se limitó a llorar y desistirse de cualquier acción legal contra su atacante.
Lamentablemente, en un escenario así es difícil que las autoridades puedan hacer algo por ellas, empero, hay que reconocer que en los últimos tiempos el numero de acusaciones se ha incrementado, se pone de manifiesto que las mujeres van perdiendo el temor y por ello ha crecido el numero de denuncias, empero, siempre existe ese porcentaje de agraviadas que se resisten a plantear cargos, como el de esta madre que finalmente, en medio de las lacerantes huellas de los golpes en los cuerpecitos de sus hijos, se atrevió a pedirle al juez que no envíe al agresor a la cárcel. En estos casos se requiere de magistrados que, sin ambages, no dudan en encarcelar a estos matones que no escarmientan.