Editorial

Editorial: ::: UNA VERDADERA TRAGEDIA :::

El pasado fin de semana, cuando la mayoría de chimbotanos había dedicado el día a sufragar en los últimos comicios congresales, una noticia conmovió al conocerse que un segundo joven que ocupaba el auto que días antes se estrelló con la parte posterior de un camión, había fallecido y sumaba de esta manera una segunda víctima de esta tragedia.

La información proporcionada por los canales policiales señalaron que el joven, quien se hallaba con diagnóstico reservado debido a que había sufrido un traumatismo encéfalo craneano grave, no resistió los tratamientos médicos y dejó de existir.

Se trata de Orlando Azaña Rodríguez, quien sería primo de la primera victima de este accidente fatídico registrado en la Panamericana Norte, a la altura de lo que antes fue el peaje de Besique, en donde re registró un “choque por alcance” es decir, que un vehículo colisionó con la parte posterior de otro.

Este hecho se registró el pasado miércoles 22 de enero y como consecuencia del violento impacto falleció la joven Freysi Azaña Obando, quien dejó de existir de manera instantánea luego del violento impacto que se generó justamente en la parte del copiloto, cuyo asiento ella ocupaba.

Lo extraño de todo esto es que el chofer del vehículo, quien ocasionó el accidente, resultó ileso pero lejos de auxiliar a sus pasajeros se dio a la fuga, se ocultó y escapó del lugar y esto solo ocurre cuando está en falta, cuando se encuentra con estragos de haber bebido licor y se trata de ocultar esta gravísima infracción a la autoridad que debe investigar los hechos.

Ha transcurrido ya mas de una semana de esta tragedia y hasta el momento quien estaba al volante del auto no se ha puesto a derecho y tampoco la Policía lo puede ubicar, menos aun se sabe si ya lo ha identificado pues esto no debería ser problema en la medida que la mujer que ha quedado herida sabe de quien se trata, incluso, los deudos deben saberlo en la medida que el auto es de propiedad de los padres de la joven que perdió la vida en tan trágicas circunstancias.

Empero, a pesar de todas estas alternativas, hasta el momento se desconoce del paradero del chofer y ello se podría colegir de la naturaleza de este accidente y del lugar del cual retornaban los ocupantes del vehículo.

Se ha señalado en la información proporcionada por la Policía, que los cuatro jóvenes que ocupaban el auto se habían dirigido a pasar un día de playa al balneario de Besique, lugar en donde no solo tomaron el sol y se refrescaron como lo hacen la mayoría, sino que habrían decidido tomar licor y se mantuvieron hasta altas horas de la tarde en un restaurante de la mencionada playa.

Ello explicaría las razones no solo del accidente sino de la fuga del chofer, pues tal como se aprecia en las imágenes y filmaciones que se han propalado hasta el momento, todo hace pensar que el chofer se quedó dormido en el volante o incurrió en el típico “pestañeo”, sea por el cansancio o porque estaba con los estragos del alcohol, lo cierto es que la posición del vehículo demuestra que el conductor advirtió de pronto que iba a colisionar con el pesado camión que estaba al frente e intuitivamente giró hacia la izquierda, procurando que el impacto mortal se registrara en el lado derecho del asiento del copiloto.

Por ello es que el chofer es el único de los ocupantes que salió ileso del accidente y lejos de ayudar a sus acompañantes y asistirlos para que, sin demora alguna, puedan ser auxiliados en un hospital, lo que hizo fue abandonar la escena, esconderse y escaparse en la primera oportunidad antes que llegaran los efectivos policiales.

Esta actitud es un claro indicio de responsabilidad por parte del chofer, esa que se debe asumir cuando se ha infringido las reglas y se han violado las leyes, pues si nadie lo ha hecho, si no hubiese estado en falta, no se tiene por que temer a las consecuencias de los actos y responder por lo que ha sucedido.

No hay que ser un perito para comprender que en este caso hay de por medio una responsabilidad que se debe asumir, jóvenes que salen de la playa, evidente maniobra negligente de un chofer y la fuga posterior del responsable de la colisión.

Afortunadamente, la cuarta ocupante del vehículo se viene recuperando, ha sufrido las consecuencias de los fuertes golpes que le ha generado el impacto del vehículo pero su estado es estable, por lo que será una pieza clave para que las autoridades conozcan lo que realmente pasó y así no tengamos que navegar en medio de las conclusiones y especulaciones que genera un violento accidente que, en el futuro, no deben volverse a repetir porque las causas se deben superar.

Infortunadamente, la fallecida Freysi Azaña Obando era juna joven emprendedora que se dedicaba al comercio de calzado y atendía a un pequeña hija de corta edad quien se queda en la orfandad, un cuadro realmente triste y penoso que se deriva de actuaciones irresponsables que la autoridad no puede dejar impune.

De la misma manera, las autoridades no pueden esperar un desenlace trágico para controlar a los choferes que salen de los balnearios, en años anteriores se extremaban medidas para ejercer el control de alcoholemia para los efectos de identificar a posibles choferes que manejan sus vehículos a pesar que se encuentran bajo los influjos del alcohol.

Si los jóvenes en muchos casos no miden el peligro y menos aun no respetan los estándares de una norma que hoy por hoy es dura cuando se trata de manejar un auto en estado de ebriedad y mucho más drásticos cuando se provoca un accidente en estas condiciones, entonces son las autoridades las llamadas a corregir ello y eso solo se consigue con el control permanente en la salida de los balnearios.

Para nadie es un secreto que un numeroso grupo de veraneantes acude a las playas para ingerir licor, entonces si esto es así no queda sino controlar y descubrir a quienes infringen las normas para castigarlos administrativamente con todo el rigor de la ley, hay que anticiparse a una verdadera tragedia como se ha vivido hace una semana en la Panamericana Norte.

Ya lo henos dicho y repetido varias veces, no hay que esperar una tragedia para tomar acciones en defensa de la vida y la salud.