El Superintendente Nacional de Fiscalización laboral, Juan Carlos Requejo Alemán, llegó a nuestra ciudad la semana pasada tras conocer la desgracia que se había registrado al interior de una fábrica de hielo del P.J. Villa María, en donde el anterior fin de semana falleció un trabajador triturado por una máquina del referido centro fabril.
La presencia del alto funcionario coincidió con la intervención que realizaba el organismo que dirige a través de sus representantes en Chimbote y Ancash, con la finalidad de inspeccionar las condiciones en las que se hallaba la fábrica cuando se registró el accidente que acabó con la vida de una persona.
Y personalmente, el máximo funcionario del organismo que tiene facultades para supervisar a las empresas de todo rubro, observó como los representantes de la empresa le cerraron las puertas a los inspectores y se negaron a que se verifique el lugar de la tragedia con la evidente intención de mejorar las cosas y limpiar la secuela de esta tragedia.
Seguramente la intención de los representantes de la empresa fue la de maquillar las cosas porque después franquearía el ingreso, empero, esas actitud son necias y tardías, pues la autoridad debe reaccionar en el acto y sancionar las decisiones intolerantes e ilegales de quienes deben responder ante un hecho de estas características.
De inmediato, la SUNAFIL, como se le conoce por sus siglas, procedió a clausurar temporalmente esta empresa fabril y adoptó las medidas que caben ante estas situaciones que están debidamente reglamentadas y que reservan las sanciones más drásticas a quienes solo entorpecen la labor de los inspectores.
Y la medida se hacía tan evidente por cuanto ese mismo día el fiscal de turno que estaba iniciando las investigaciones contra los que resulten responsables de la muerte del trabajador Orlando Michael García Llauri, de 26 años de edad, también fue impedido de ingresar y, esencialmente, de reclamar los videos de las cámaras internas de seguridad de la empresa fabril a efectos de conocer cómo ocurrieron los trágicos hechos.
Esto ponía en evidencia la marcada rebeldía de los representantes de la empresa no solo para acatar las órdenes de la autoridad sino, esencialmente, para responder por un hecho de sangre que la obliga a compartir este tremendo dolor que ha generado el fallecimiento de uno de sus trabajadores.
Todo esto ocurrió luego que en la Fábrica de Hielo Frío Ward, el trabajador Orlando Michael García Llauri, de 26 años de edad, cayó estrepitosamente entre los fierros de una máquina trituradora al intentar recoger una herramienta, quedando atrapado ante la desesperación de sus compañeros que trataron de apagar lo más pronto posible la máquina. El joven trabajador perdió las dos piernas y falleció en el acto, por lo que las autoridades debieron concurrir hasta el P.J. Villa María para los efectos de levantar el cadáver y dejar constancia en actas del escenario en donde se había registrado el fatal desenlace.
Los deudos del trabajador sumamente dolidos demandaron que las autoridades investiguen y sanciones a los responsables de esta tragedia y es que, en realidad, es lo menos que se puede hacer teniendo en cuenta que se ha perdido una vida.
Los accidentes de trabajo son producto de la negligencia y la falta de previsión y en ellas concurren una serie de factores por los cuales debe responder la empresa, como son los elementos de seguridad ante una instalación fabril, las indumentarias de trabajo, los equipos de protección, de acuerdo a la actividad que se realiza, además de los protocolos de seguridad y todo lo que se requiere de acuerdo a la ley de seguridad y salud en el trabajo.
Justamente, esto es lo que necesitaban verificar los inspectores de la SUNAFIL cuando llegaron el mismo día de la tragedia, el sábado 08 de este mes y cuando retornaron el lunes 10 pero en ninguno de los dos casos les permitieron el acceso ante la rebeldía de la empresa, lo que dio lugar a su clausura.
La autoridad no estaba dispuesta a dejar de realizar su tarea en la medida que el tema de la seguridad es sumamente sensible en estos tiempos, hace solo un mes y medio se registró una tragedia en la capital de la república en la que fallecieron dos jóvenes estudiantes que trabajaban en labores de limpieza en una empresa concesionaria de la transnacional Mc Donalds que funciona en San Isidro.
Los jóvenes estudiantes se costeaban sus estudios con estas tareas que realizaban durante la madrugada, sin embargo, se llegó a determinar que ellos no solo eran obligados a trabajar sin indumentarias de seguridad, sino que había existido una advertencia en relación a una falla en una maquina dispensadora de gaseosas que se hallaba en el ambiente en donde ellos limpiaban, la cual soltaba electricidad cuando la tocaban.
Lamentablemente, ningún responsable de la empresa atendió este llamado y el personal siguió trabajando en estas condiciones, por lo que, cuando la joven trapeaba el ambiente llegó a tocar algún cable pelado que estaba haciendo fallar esta máquina y quedó prendida electrocutándose, generando la inmediata reacción de su enamorado que trató de arrancarla y lo que consiguió es electrocutarse también.
Cuando los demás compañeros desactivaron la energía ya era demasiado tarde, ambos habían fallecido y la consecuencia no solo fue sino producto de una grave negligencia en la que tiene responsabilidad la empresa al no haberle otorgado a la maquina el mantenimiento necesario cuando le informaron que estaba fallando.
Por ello es que el Superintendente Nacional no vaciló en viajar a Chimbote ante la muerte del trabajador en la fábrica de hielo, era consciente que de por medio existiría alguna grave negligencia que ha derivado en el deceso de una persona y solo unos días después se pudo conocer que un accidente similar ocurrió hace 10 años en el mismo lugar, con la misma máquina y en la misma empresa.
No cabe duda que la falta de celo ha provocado una verdadera tragedia, es cierto que todos llegaremos al inexorable destino que nos alejará de esta vida, pero fallecer en las circunstancias en la que perdió la vida Orlando Michael García Llauri es infausto y de ninguna manera puede quedar impune. Que este deceso sirva para que en adelante se adopten todos los correctivos necesarios para que no vuelva a ocurrir.