Opinión

DEL CORONAVIRUS AL DENGUE

Por: Gustavo Tapia Reyes, periodista y profesor.

Debido a la impresionante cobertura en los medios, la pandemia del Coronavirus, científicamente llamado Covid-19, ha logrado una extraordinaria difusión. Ha puesto en evidencia cómo, en un mundo globalizado, las distancias geográficas se acortan de increíble modo al extremo de, una vez hecho el hallazgo de un nuevo tipo de neumonía, cuyo origen era entonces desconocido, empezaron a multiplicarse los reportajes en radio, televisión, periódicos e Internet, centrándose en la sumatoria permanente de contagiados, produciéndose a la fecha unos 21,000 muertos, distinguiéndose las calles vacías en la milenaria China, solo algunos desplazándose en bicicletas, cubiertos de tapabocas, hablándose de un horror de horrores surgido de la tradición culinaria de comer sopa de murciélago, alertándose sobre el riesgo de las enfermedades de animales siendo transmitidas a los humanos.

Resultó un segmento tendiendo a captar algo mayor a la salud pública, quebrando lo emocional o lo psicológico de los habitantes esparcidos a nivel de los cinco continentes, todavía ciegos respecto a ver el crecimiento progresivo de una pandemia, exportándose hacia otros países, recuérdese Italia, decretándose una cuarentena procurando frenar su avance, de ninguna manera la conversión de estos días en propios de vacaciones forzadas, inconscientes ante la proliferación de casos, ordenándose la salida de policías y militares impidiendo a los ciudadanos sigan paseando; Alemania, optando por lo mismo, habiéndose detectado el contagio se producía de persona a persona (a través del aliento, los estornudos o las superficies infectadas); Francia, con el gobernante Emmanuel Macron admitiendo la imposibilidad de controlarlo, estableciendo asumir del pago de los créditos pendientes más la suspensión de costos en alquileres; España, paralizando la Primera División en consonancia a lo decidido en la Champions League, anunciando el jefe de gobierno Pedro Sánchez se destinará 200,000’000,000.00 de euros para morigerar los efectos en empresas y en Estados Unidos, gracias al mandatario Donald Trump, negando pueda causar estragos en su país, varió luego a preocuparse en las consecuencias financieras, cuando, de cara a las generales de noviembre-2020, presentándose a la reelección, enfrentará a Bernie Sanders o Joe Biden.

Mientras tanto, construir en apenas diez días un hospital dedicado a tratar la pandemia, respetar rigurosamente los protocolos de atención y de aislamiento, comenzaron, en China, a rendir sus frutos, deteniéndose la expansión. Pese a los 3,230 fallecidos, deslumbraron al mundo sumido en 462,000 personas contagiadas, repartidas en 187 países, preguntándonos si tal vez no estábamos conscientes de tal incremento, aceptando la precariedad de los sistemas de salud en África y en Latinoamérica, particularmente nuestro país, haciendo al presidente Martín Vizcarra en la siguiente semana de revelar el caso cero, determine el Estado de Emergencia Sanitaria, inmovilizando a los ciudadanos en casa, salvo sean trabajadores de mercados, grifos, alimentos, boticas y farmacias, bancos y cajas, radios y canales de televisión, cerrándose las fronteras de Iñapari, Brasil; Aguas Verdes, Ecuador; Tacna, Chile; río Putumayo, Colombia y Desaguadero, Bolivia, aparte de, buscando ponerle coto al Covid-19 alcanzando el grado 3, prohibir el ingreso de vuelos provenientes de Europa y Asia. 

Pero, controlada la pandemia ¿recuperará su habitual cauce la salud pública? Más bien, en nuestro país deberá servir de aliciente hacia el enfoque de una agresiva política en la materia de tener a médicos especializados, laborando en hospitales del Ministerio de Salud (MINSA) y Essalud, adecuadamente equipados en el afronte de emergencias. En absoluto desaprovechemos la ocasión de enfrentar a la Tuberculosis afectando a los estratos sociales de menores ingresos económicos, adheridos a una pésima alimentación, facilitando la irrupción del temido bacilo de Koch, causante de esta enfermedad infectocontagiosa que, al reproducirse en los pulmones, provoca esputos contaminantes, enumerándose alrededor de 37,500 pacientes, dentro de la característica de ir aumentando año tras año, observándose al 2018 una incidencia consistente de “Muy Alto Riesgo” en los departamentos de Ucayali (170.0), Madre de Dios (157.3), Lima (143.4), Ica (138.4), Loreto (116.5) y en la provincia constitucional del Callao (158.9); de “Alto Riesgo” en Tacna (113.5), Moquegua (80.1), La Libertad (76.9), Lambayeque (63.3), Ancash (57.8) y Arequipa (55.0); de “Mediano Riesgo” en Tumbes (48.4), Huánuco (47.1), Junín (46.7), San Martín (31.0), Cuzco (30.4) y Amazonas (29.8) y de “Bajo Riesgo” en Ayacucho (28.3), Puno (28.3), Piura (22.2), Apurímac (17.2), Pasco (14.5), Cajamarca (14.3) y Huancavelica (9.3).

Sería igual de absurdo ignorar la continua reaparición del virus del zika, propagándose a mayor escala durante la época de lluvias e inundaciones, trasmitido por el mosquito del género Aedes aegypti, desovando en lugares donde hay agua estancada, pudiendo ser lagunas existentes, charcos residuales o depósitos mal cerrados. Se torna amenazante respecto a quienes habitan en las cercanías, especialmente mujeres embarazadas, ocasionando microcefalia en el feto, manifestándose en una fiebre de 38.5°, conjuntivitis, erupciones cutáneas, malestar generalizado o cefaleas constantes, dolores musculares y articulares, durando un intervalo 2 a 7 días, habiéndose detectado enfermos en Chincha (Ica), Jaén, Pucará (Cajamarca), Zarumilla, Aguas Verdes (Tumbes), Iquitos, Caballococha, Yurimaguas (Loreto) y Manantay (Ucayali). O la espantosa Chikungunya, cuyo agente transmisor es el mismo mosquito anterior, picando de arranque a un sujeto enfermo y, después de varios días, pica a una persona sana, infectándola en automático, suscitándosele una fiebre alta, fuertes dolores en las articulaciones, salpullido en el tronco y en las extremidades, dentro de un dilatado malestar, descubriéndose a una serie de casos importados de Puerto Rico, República Dominicana, Guatemala, Venezuela, Brasil y Colombia.

Por último, también hallamos la inmensurable presencia del Dengue, una enfermedad infecciosa, sistémica y dinámica, propia de climas tropicales o de regular calor, facilitando el fortalecimiento de, otra vez, el mosquito Aedes aegypti poniendo sus huevos en cualquier lugar o recipiente de agua estancada, aliendo a volar anhelando víctimas, dándose la incubación de 5 a 8 días, albergando las abruptas fases febril, crítica y de recuperación, percibiéndose un dolor abdominal espontáneo o de palpación, sangrado de las mucosas, vómitos persistentes, acumulación de fluidos, letargia e irritabilidad, entre otros síntomas, contándose, siempre de acuerdo a reportes del MINSA, 12,288 enfermos y 25 muertos, pudiendo padecer el dengue clásico, de bastante frecuencia o el dengue hemorrágico, representando un mayor peligro, inherentes a una temporada, ampliándose a muchas naciones del sur de África y de Europa, agregándose Latinoamérica (Bolivia, Brasil, Nicaragua, Paraguay, Venezuela, Panamá, Colombia, Ecuador, Honduras, México y territorios del Caribe) donde, en el 2010, según estadísticas de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) cobró 1’147,000 muertos de los 1’800,000 de casos comprobados, distribuidos básicamente en las regiones de Loreto (81.31%), San Martin (5.97%) y Madre de Dios (5,78%).

Pero, ante la carencia de la publicidad otorgándole al covid-19 una vigencia tenebrosa, ni la Tuberculosis, el Zika, la Chikungunya o el Dengue han merecido (frenando así pueda seguir diseminándose) la urgente e indispensable atención en el Perú, menos en el mundo.