Editorial

EDITORIAL: ::: GOLPE BAJO :::

Hace solo unos días la conocida periodista Milagros Leyva hizo una dramática amonestación al gobierno central, a los gobiernos regionales y los Municipios exhortándolos a que no permitan que la gente que quiere regresar a sus lugares de origen, espantados por la miseria que está dejando la pandemia del coronavirus, se muera en el trayecto por el hambre, frío y el desaliento.

Afirmaba que si la gente se muere es por el abandono de las autoridades y tratándose de seres humanos, de peruanos que tienen derecho a una vida decente, el Gobierno debe hacer todo lo posible para asistirlo en estos momentos de angustia y desesperación.

Todo parecía correcto, la demanda era prudente, sin embargo, se sostenía en un “trágico hecho” que se habría suscitado en la carretera de Pativilca-Huaraz, en donde un menor de tres años de edad habría fallecido en los brazos de su madre cuando ella regresaba de Lima tras haberse quedado varada en la capital tras decretarse la emergencia.

“Teodosia” se llamaba la presunta mujer y la periodista clamaba ayuda para ella, exigía que las autoridades le pidan perdón por lo que había sucedido, exclamaba que no era posible que hubiera gente que haya permitido que esto ocurra.

Inclusive, la periodista llamó al Gobernador Regional de Ancash, Juan Carlos Morillo, en la medida que sectores de la prensa huaracina y de opositores a su gestión lo sindicaban como el responsable.

Claro que al final de la entrevista le quedó claro a la periodista que la habían sorprendido al informarle que la autoridad regional no había hecho nada respecto al problema de los llamados “caminantes”, cuando en realidad el Gobernador ya había conseguido transportar a más de 1,100 personas hasta Chimbote y Huaraz.

Sin embargo, lo que seguramente jamás imaginó la curtida periodista es que la tal Teodosia no existía y que la muerte del menor era producto de una falsa información que solo pretendió dejar mal parado al Gobernador de Ancash, que solo intentó culparlo de una muerte inexistente.

Y es que el mismo Gobernador le dijo a la periodista que no habrían encontrado a la mujer, que estaban tratando de ubicarla para ayudarla, cuando en ese momento no sospechaban que todo ello no era sino producto de una farsa.

La comisaría de Barranca, el hospital de sector, la municipalidad distrital, ninguna entidad dio cuenta de algún incidente o accidente en esa vía, los rastros de “Teodosia”, eran absolutamente enigmáticos.

Pero la farsa se pondría al descubierto cuando se descubre que la fotografía de la mujer con su hijo correspondía a un accidente registrado el año 2017 en la ciudad de Chiclayo, y, se mostró la información propalada por RPP con la misma fotografía de la supuesta “Teodosia”. Una evidencia que no dejaba duda alguna del fraude que se había montado y que sorprendió a una experimentada periodista.

Sin embargo, lo que no se puede perder de vista es la maldad y la alevosía de la que hacen alarde los enemigos del Gobernador para dejarlo mal parado, no es posible que esta clase de maniobras se pongan de manifiesto en medio de una crisis sanitaria, cuando el pueblo hace frente a una amenaza mundial de muerte y las autoridades deben doblegarse para tratar de contener la arremetida del contagio.

Esgrimir a estas alturas un golpe bajo como los que se aplican en la politiquería, es lo menos que nos podríamos haber imaginado. Que ruin y repudiable puede ser en esta coyuntura la ambición de los enemigos del gobernador para inventar la muerte de un niño.

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