Hace tres días, el viernes pasado la Contraloría General de la República ha hecho público el resultado de una auditoría realizada a finales del mes de abril pasado (del 21 al 24), a un total de 97 Hospitales del Sistema Nacional de Salud, integrado por (14) del Ministerio de Salud, (32) del EsSalud, (46) de Gobiernos Regionales, (3) de las Fuerzas Armadas y (2) de la Policía Nacional. O sea, prácticamente el 50% del total de 200 hospitales habilitados en el país para el tratamiento de pacientes con Covid-19. Se auditaron hasta siete aspectos diferentes, desde la implementación de salas de aislamiento, pasando por disponibilidad real de profesionales de la salud, continuando con la disponibilidad de equipos biomédicos, y terminando, entre otros más, con el funcionamiento de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI). Y el resultado fue, digámoslo claro, deprimente.
En el aspecto humano se detectó una disminución de los profesionales requeridos de cerca del 30%, ya que en promedio atienden el 74% de los médicos, el 76% de los enfermeros/as y el 72% de los técnicos. ¿Por dónde anda el resto? Al parecer, de vacaciones.
Contabilizaron 656 camas UCI para pacientes con Covid-19, de las cuales 445 estaban ocupadas lo que indica que a la fecha de la visita había 211 camas libres y además se comprobó la existencia de 632 ventiladores-respiradores mecánicos operativos de los cuales 453 estaban ocupados lo que indica que había 179 ventiladores-respiradores libres, lo que lleva a la conclusión de que había un déficit de 32 ventiladores mecánicos para cubrir el total de camas UCI. Pero, también se detectó que 80 ventiladores mecánicos estaban inoperativos y que 50 de ellos correspondían a hospitales adscritos a gobiernos regionales. Por otra parte se localizaron 65 establecimientos de salud que carecen de sala de aislamiento con presión negativa, necesaria para conseguir la contención del virus de los pacientes en el interior de una sala. En lo referente a recursos humanos se pudo verificar que había un total de 1.829 profesionales de la salud, entre enfermeras especialistas en cuidados intensivos (701), médicos especialistas en medicina intensiva (294), técnicos en enfermería (767) y tecnólogos especialistas en fisioterapia respiratoria (67), pero dado que la normativa nacional de previsión de personal sanitario necesarios para la correcta atención de pacientes de Covid -19, aprobada por el Ministerio de Salud vigente en el momento del control es de 2.581 profesionales, se concluye que en los hospitales visitados hay un déficit de 752 profesionales en las UCI de Covid-19, principalmente de enfermeras especialistas en cuidados intensivos y de médicos especialistas en medicina intensiva. Pero, lo más chocante fue el hecho de encontrar centros en los que había superávit de profesionales que podían ser transferidos a otros establecimientos con déficit y necesidades de atención, o chóferes sin ambulancia y ambulancias sin chofer.
Hasta aquí hemos visto una rápida imagen de la situación sanitaria generalizada del país, integrada por hospitales, medios y personal profesional adscrito al sistema de salud. Son tantas las deficiencias e insuficiencias detectadas por la Controlaría de la Nación que ha tenido que dirigirse a todas las instituciones del Estado para poner en su conocimiento tan grandes falencias, mientras el Parlamento Nacional ha tenido que intervenir aprobando la Ley que declara el Sistema Nacional de Salud en emergencia por un período de 12 meses a partir de la entrada en vigor de la nueva ley. Además, se considera de interés y necesidad pública nacional el incremento paulatino del presupuesto del sector salud hasta llegar en un plazo de tres años al 8% del Producto Bruto Interno (PBI).
Haciendo punto y aparte, pasaré a describirles que son esas unidades tan mentadas de las UCI, y que tanta resonancia han adquirido, para en el próximo artículo narrarles la historia sobre sus orígenes y evolución a través del tiempo.
Se conoce con el nombre de Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), aquellas instalaciones especializadas dentro de las áreas hospitalarias donde se practica y proporciona Medicina Intensiva, entendiendo por tal la especialidad médica que aporta soporte vital y supervisión o monitorización de los signos vitales del paciente. Estas UCI, también pueden encontrarse en aviones acondicionados como hospital, helicópteros, buques y furgones o autobuses. También puede haber UCIs super especializadas como son las Unidades Coronarias o de Cardiología, las de trasplante de órganos, las de cuidados posoperatorio o polivalentes, las de pediatría y las neonatales, estas últimas para los bebés hasta 28 días de vida. Los profesionales que las atienden, personal médico y de enfermería están altamente especializados y dotados de un altísimo grado de vocación profesional. El médico intensivista está especializado en atención crítica y dotado de los conocimientos y habilidades necesarios para la realización de tal atención. Los enfermeros/as también están altísimamente especializados en enfermería intensiva producto de una formación exigente y muy profesional que les hace ser importantísimos en el rol de la Unidad. Estos profesionales tienen un ratio de actuación de 1:1 o de 2:1 lo que quiere decir que atienden a un paciente por enfermero/a o como máximo dos. En lo que se refiere a los criterios para la inclusión de un paciente en la UCI, son fundamentalmente dos: 1) Que el paciente precise un elevado nivel de cuidados y 2) Que sea un paciente recuperable. El nivel o grado de cuidados estará siempre en función de las necesidades del paciente, pudiendo establecerse niveles de atención. Así en un nivel 2 estarían aquellos pacientes que requieren una observación o intervención más frecuente, con el soporte de un sistema orgánico (por ejemplo, respiración). En un nivel 3 se encontrarían aquellos pacientes que requirieran un soporte respiratorio básico o avanzado junto al menos otros dos soportes de sistemas orgánicos (por ejemplo, Cardiovascular y Renal). En este nivel se encuentran aquellos pacientes complejos que requieren soporte por fallo multiorgánico.
Los derechos y garantías básicos de un paciente en una UCI, en síntesis, son:
La implicación del paciente en cuidar de su propia salud es un principio relevante en toda estrategia de atención.
Debe ser informado de manera clara, precisa, entendible y suficiente sobre las condiciones de su estancia en esa UCI
Los tratamientos que impliquen riesgos, como los procedimientos diagnósticos o terapéuticos invasivos que pudieran originar repercusiones negativas en la salud del paciente, requerirán siempre que la situación lo permita, su consentimiento por escrito.
Moraleja: El problema ya no es sólo encontrar cama sino también quién te encame adecuadamente.
Así sea. EL VIGÍA.