Opinión

HISTORIA Y DESARROLLO DE LA MEDICINA INTENSIVA

En el ámbito social hablar de las distintas especialidades médicas resulta bastante habitual, pues es una de las ciencias en las que se apoya el género humano tanto para prevenir como curar las diferentes dolencias que pueden acontecerle a lo largo de su vida. ¿Quién no ha hablado alguna vez de los profesionales que integran el mundo de la medicina y reconocido sus consejos y prescripciones para preservar nuestra salud? Hablamos y nombramos al Cardiólogo, Neumólogo, Ginecólogo, Hematólogo, Anestesiólogo, etc, etc, con la mayor naturalidad del mundo. Pero cuando oímos lo de Intensivista o lo que es lo mismo profesional de la medicina Intensiva, nos suena a algo desconocido. Y se le da este nombre para indicar el ejercicio médico de intensidad continuada que se aplica en el paciente crítico. Quizá sería más entendible para el profano hablar de Cuidados Críticos, pero generalmente se evita el término crítico, por una parte, para hacer menos cruenta o alarmista su denominación, que en ese caso hace referencia al paciente, y por otra, para hacer referencia directa al tipo de medicina y grandes cuidados (intensivos) que practican los especialistas en Medicina Intensiva.

Así pues, la Medicina Intensiva es la rama de la Medicina que se ocupa del paciente crítico, considerado como aquel que presenta alteraciones fisiopatológicas que han alcanzado un grado de severidad tan elevado que representen una amenaza actual o potencial para su vida, y al mismo tiempo sean susceptibles de recuperación. Por todo ello, son cuatro las características básicas que definen al paciente crítico: A) Que padezca enfermedad grave. B) Que exista una potencial reversibilidad de la enfermedad. C)Necesidad de asistencia y cuidados continuos de enfermería. D) Necesidad de un área tecnificada (UCI). También cabe añadir que la UCIs son Servicios de carácter polivalente, que funcionan en conexión con los otros servicios del hospital y atienden tanto a pacientes enfermos como quirúrgicos con el denominador común de su estado crítico y al mismo tiempo potencialmente recuperable.

Llegados hasta aquí y con el objeto de dinamizar la lectura paso a explicar los orígenes de la “joven” Medicina Intensiva. Digo “joven” por su implementación más bien reciente en la ciencia médica.   

El nacimiento de la práctica de la Medicina Intensiva puede considerarse tan antigua como la propia medicina, pero el punto de partida de la especialidad podría iniciarse durante las guerras napoleónicas en las que los heridos en combate, considerados graves, pero recuperables, eran evacuados del campo de batalla en carretones especialmente habilitados para tal función y ubicados en lugares concretos. Posteriormente durante la guerra de Crimea (1853-1856) en la que se enfrentaron el Imperio ruso y el Reino de Grecia contra el Imperio otomano (Turquía), Francia, Reino Unido y el reino de Cerdeña que terminó con la derrota de Rusia, fue una figura femenina, Florence Nigthingale la enfermera que agrupaba a los heridos más graves en un área especial del hospital de campaña  para que recibieran cuidados especiales, consiguiendo bajar la mortandad en un porcentaje elevadísimo, del 40% habitual al 2% , siendo muy querida por los combatientes y marcando el camino a la terapia Intensiva moderna.

En la década de 1920, el médico Walter Dandy agrupaba en una sala especial a los pacientes neuroquirúrgicos graves para que fueran vigilados y atendidos intensamente. En los años 30 en Alemania se preparaban locales en los que se atendía a los recién intervenidos. Fue en la Segunda Guerra Mundial cuando se desarrollaron las llamadas salas de choque y los servicios de recuperación posquirúrgica, antecedentes de las salas de cuidados intensivos que se especializaron aún más en las guerras de Corea y Vietnam, con los avances y conocimientos en ventilación mecánica, técnicas de reanimación, reemplazo renal, monitoreo hemodinámico y con el empleo de los antibióticos.

Entre los años 1947 y 1952 hubo una gran epidemia de poliomelitis que obligó a concentrar pacientes con parálisis respiratoria en unidades llamadas de Respiración Artificial, que constaban de un “respirador de hierro” o “respirador Drinker” de presión negativa. Inventado en 1928 este aparato requería que el cuerpo del paciente se introduzca en una cápsula de hierro en la que se creaba un vacío alrededor del cuerpo, lo que obligaba a las costillas y por lo tanto a los pulmones a expandirse permitiendo la entrada de aire. Pero las complicaciones llegaban cuando el paciente estaba inconsciente y no era capaz de tragar su propia saliva o el estómago regurgitaba provocando el consiguiente ahogo. Pues bien, en el año 1952, en plena epidemia, el hospital Blegdam de Copenhague (Dinamarca) que disponía de 500 camas y un sólo “Respirador de Hierro” se vio completamente desbordado, y el personal sin saber cómo ayudar. Allí trabajaba un anestesista danés, Bjorn Aage Ibsen que había laborado en Boston (EEUU) y fue el que cambió el rumbo de la situación. Ibsen, ideó un sistema que solucionó el problema. Propuso un cambio radical en la forma de afrontar la enfermedad, sugiriendo que los pacientes con polio pudieran ser tratados de la misma forma que los que provenían de cirugía. Su idea consistía en introducir aire directamente en los pulmones para expandirlos y después permitir que el cuerpo se relaje y exhale por sí solo. Y además propuso el uso de la traqueotomía, técnica que se utilizaba brevemente en alguna operación pero no en una sala de hospital. El médico jefe Dr. Alexander Lassen no creía que fuera a dar resultado pero ante la situación tan desesperada en la que se encontraban accedió a la petición de Ibsen. El primer paciente en recibir el nuevo tratamiento fue una niña de 12 años llamada Vivi, que se estaba muriendo por la parálisis respiratoria provocada por el virus de la polio, que por cierto, sigue siendo incurable y sólo se dispone de vacuna preventiva. Ibsen consiguió mantener con vida a la pequeña Vivi.

En realidad se encontraban con el problema de que la forma de introducir el aire por el tubo de goma era manual, teniendo que apretar rítmicamente una bolsa o perilla de laboratorio para forzar la entrada del aire a los pulmones. Entonces el Dr. Lassen reclutó todos los efectivos que pudo y los organizó en turnos de 35 a 40 personas, llegando a disponer de 600 enfermeras y 250 estudiantes de medicina que iban rotando. Esto significaba que durante horas, todos los paciente de poliomelitis reunidos en una sala eran atendidos por sanitarios que sistemáticamente apretaban un pedazo de goma para mantenerlos con vida, manteniendo un ritmo que tenía que ser constante y vigilante. Un descuido o un desperfecto en el sistema podía hacer que el paciente muriera. Los resultados hablaron por sí solos, la mortandad se redujo del 87% inicial al 31%. Ibsen y Lassen marcaron el inicio de los Cuidados Intensivos contemporáneos. La semana próxima veremos la continuación.

Moraleja: El problema actual no es de virus, camas, ventiladores o profesionales de la medicina sino simplemente de incompetencia.

Así sea. El VIGÍA