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DESCARADO

Así como en esta pandemia se ha advertido el cultivo de los sentimientos de solidaridad por parte de los peruanos, también ha reaparecido ese lado negativo y delincuencial que siempre se esconde y está al acecho en nuestra comunidad. Nos referimos a la criollada y la corrupción, la especulación que se puso de manifiesto cuando la población se volcó a las farmacias en busca de medicamentos propios para la atención del COVID 19, tanto así que ya no se encontraba ni siquiera el conocido Paracetamol. Los precios volaron, como en su momento ocurrió con el papel higiénico cuando se decretó por primera vez la cuarentena en el país. Sin embargo, lo que se ha descubierto hace solo unos días en Puente Piedra, en Lima, a solo unos metros del centro recreacional en el que se encuentran aislados los denominados “caminantes” que desean regresar a Ancash, es realmente repudiable e inaceptable. Allí la Policía identificó al alcalde de Casca, distrito de la provincia de Mariscal Luzuriaga, Nilo Villavicencio, quien había acondicionado un inmueble como centro de evaluación de los interesados en viajar de retorno a Ancash, en donde les ofrecían la prueba PSR de descarte del COVID a 100 soles. Luego de este pago y la toma de muestra le extendían al interesado el certificado negativo y con ese documento quedaba habilitado para viajar. Sabrá Dios si es que realmente hacían alguna prueba, lo cierto es que una autoridad no puede traficar con la necesidad de la gente, peor aún un alcalde a quien el Estado le confía recursos para hacer frente al nuevo coronavirus. Esperemos que la Fiscalía que ha tomado conocimiento de este caso, pues el alcalde fue intervenido atendiendo a la denuncia de los afectados, lo denuncie y le caiga todo el peso de la ley, incluso, debería ser separado del cargo hasta que se deslinde su responsabilidad.

MISERABLES

Lo que ha descubierto la Contraloria General en Lima, con el tráfico de pruebas moleculares donadas a las clínicas privadas, tiene ese mismo sesgo de descarado aprovechamiento del alcalde de Casca. Ocurre que, gracias a un convenio con el Ministerio de Salud, las clínicas privadas recibieron un gran lote de pruebas a efectos que ayuden al Gobierno a tamizar a la población, a los sospechosos del COVID 19 a efectos de aislarlo o internarlos en un centro de salud. Para ello, las Clínicas deberían tomar las muestras y efectuar un cobro simbólico por lo que representa su trabajo, es decir, por el material de extracción de muestras y el trabajo de su personal asignado a este monitoreo, lo que se consideraba sería un cobro menor. Sin embargo, las Clínicas abusaron de su posición, se aprovecharon que la población desconocía la naturaleza de esas pruebas y comenzaron a cobrar como si ellos hicieran el servicio y fueran las dueñas de las pruebas. Entre 400 a 600 soles fue lo que cobraron estas Clínicas cuando ni siquiera realizaban el examen, pues enviaban las muestras al Instituto Nacional de Salud y luego informaban al paciente el resultado, quien pensaba que toda era chamba de la Clínica. Que tales miserables, nos sabrán disculpar pero no encontramos otro calificativo para tan ladino accionar, se impone la intervención del Ministerio Público y la sanción de estos hechos pero no con una multa, como lo ha propuesto el Jefe de Estado, pues eso solo les hará cosquillas a los propietarios de estas clínicas, se debería imponer penas de cárcel porque se han aprovechado de la necesidad y se juegan con la salud de la población.

MINERAS

Las empresas mineras han decidido donar medio millón de kits para la detección del COVID 19, como parte de sus actividades de responsabilidad social. Se agradece y saluda semejante aporte en estos tiempos de pandemia, sin embargo, creemos que las empresas de este conglomerado podrían ser más generosas aún. En el caso de Ancash, por ejemplo, amasan una impresionante fortuna derivada de la explotación de los minerales a costa de la salud de los pueblos y de la contaminación del ecosistema. En nuestra Región se encuentra la Minera Antamina, quien debería mostrarse más explícita para con la salud de los ancashinos, más aún cuando debe tener en cuenta que el nivel de contagios es bastante elocuente y que hasta sus propios trabajadores se vieron de pronto en una emergencia tras contaminarse. Claro, existe ese famoso adagio que dice “A Caballo regalado, no se le mira los dientes”. La compañía minera opera en Ancash, y si es generosa debe comenzar por el lugar que le dio la oportunidad de progresar y enriquecerse con nuestros minerales.

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