Editorial

Editorial: ::: DELICADA SITUACIÓN :::

El presidente de la república se excusó ayer ante la prensa nacional de emitir un enjuiciamiento respecto a la situación sanitaria, económica y política del país, al cumplirse los primeros 100 días de la emergencia nacional.

Y es que no haya querido rehuir el tema o las preguntas de la prensa, sino que es evidente que el pronunciamiento de un primer mandatario implica la voz de un organismo de gobierno que requiere de la venia de un consejo de ministros que ha trabajado permanentemente de la mano y avalando cada medida que se ha tomado al respecto, por lo que anunció que en la reunión con sus ministros el día de hoy se evaluarían los resultados de la gestión realizada hasta el momento.

Se entiende la posición del jefe de estado en la medida que la tarea titánica que se ha emprendido hasta la fecha no solo compromete a una persona o una autoridad de gobierno sino que incluye a todo un país que en los últimos tres meses ha observado con angustia cómo un enemigo invisible y asesino ha podido infiltrarse y contaminar a cientos de miles de compatriotas y arrastrar a la muerte a una parte de ellos.

Y es que las cifras que tiene en este momento al sala situacional del ministerio de Salud no dicen nada bien de una estrategia eficiente, inclusive, si se compara con otros países vecinos y si se mide con la premura con la que se aplicaron en el país, difieren radicalmente de los estándares del éxito que muchos esperaban.

Hoy por hoy, después de 100 días de emergencia nacional se puede decir que el Perú viene perdiendo la batalla contra el Covid 19, pero que no se ha rendido y sigue librando una lucha desigual pero encarnizada para erradicarlo de sus fronteras y en ello están comprometidos todos los sectores, aunque algunos más que otros.

Con más de un cuarto de millón de contagiados y más de 8 mil muertos, nuestro país es el segundo más afectado por la pandemia en Sudamerica, después de Brasil tiene las cifras más complicadas y riesgosas, pues el sistema de salud con el cual nos encontró la pandemia han hecho colapsar muchos hospitales y han dejado en el drama del abandono a muchos pacientes que han fallecido sin que se cuente con oxígeno y equipos que pudieran asistir a sus golpeados y diezmados sistemas respiratorios.

Y en este aspecto nadie puede renegar de la gestión del gobierno del presidente Vizcarra, no solo porque la inmediatez de la orden de confinamiento de carácter obligatorio y general evitó que se genere una verdadera tragedia por la multiplicación de muertes en los hospitales, a los mismos y desgarradores niveles que se ha visto en otros como España e Italia, sino porque se ha conseguido implementar, en medio de la emergencia, condiciones mínimas de atención que están paliando la situación.

Las ampliaciones de las unidades de emergencia y los hospitales temporales, teniendo como estandarte la Villa Panamericana, se constituyeron en tablas de salvación para miles de personas, aunque esto no haya podido tener tanta difusión como si lo tuvieron las 8 mil muertes registradas hasta el momento.

Lamentablemente, la idiosincrasia del peruano y la crisis de un país sin espalda financiera, provocaron que el necesario y efectivo aislamiento de los peruanos se rompiera desde un primer momento, se difuminó en un constante enfrentamiento de la población irresponsable con las fuerzas del orden como se vio en las calles las primeras semanas de la emergencia nacional.

Luego fueron los denominados “caminantes”, que no fueron otros que migrantes que se quedaron ahogados en la gran capital e intentaron retornar a sus pueblos de origen por sus propios medios, generando focos infecciosos similares a los mercados y las colas de los bancos.

Finalmente, la crisis económica, la falta de recursos llevaron a miles de personas a ganar las calles y colmarlas de informales, generándose de esta manera una serie de factores que contribuyeron a que las cifras no respondan a las medidas de la estrategia gubernamental.

Por ello los cien días de esta pandemia nos encuentra en la incertidumbre de reanudar las actividades económicas y restringir la cuarentena cuando el nivel de la contaminación en las calles es sumamente riesgoso.

En esta fase hemos llegado a un nivel en el que la salud de los peruanos será de su entera responsabilidad, el gobierno ya no puede controlar a las masas que están dispuestas a exponer su salud por la necesidad de trabajar y poder subsistir. Dios no permita que las cifras se dupliquen o tripliquen, empero, somos conscientes que esto puede ocurrir pues nos hallamos en una delicada situación.

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