Opinión

SAN PEDRITO Y SUS PESCADORES

Han transcurridos ya 2000 años desde que aquel hombre llamado Simón Pedro, realizaba sus tareas de pescador en el mar de Galilea, también conocido como lago Tiberíades o lago de Getsemaní, ubicado tierra a dentro, con agua dulce vertida por el río Jordán, enclavado en el Próximo oriente y concretamente en territorio de Israel. De aquel hombre, según los que lo conocieron y trataron, dejaron reflejada su personalidad en los Evangelios, describiéndolo como persona sencilla, generosa e impulsiva en sus intervenciones, que hicieron que Jesús de Nazare th, el Maestro, sintiera predilección por él, llegando a nombrarle su sucesor en la tierra, pasando a ser conocido como el “pescador de hombres” según palabras del propio Maestro. Aquel pescador, se acomodaba con mucha precisión al carácter rudo pero sencillo, exigente pero generoso e impulsivo pero también reflexivo que suele acompañar a quienes practican esa ancestral profesión. Y digo ancestral pues es desde tiempos prehistóricos la relación del hombre con las aguas y sus moradores, los peces. Existen grabados de hace 4000 años que muestran la captura a mano de pescados para la alimentación humana, siendo este el primer motivo de su captura. Hace tres mil años los fenicios (en el mar mediterráneo) llevaban sus pescados que previamente habían salado (para su conservación) por todos los pueblos ribereños, que los trasladaban hasta el interior, donde no tenían ese tipo de alimento. En tiempos de Simón Pedro los acaudalados romanos disponían de grandes piscinas con peces para practicar la pesca con caña como deporte y distracción favorita. O sea, desde el principio de los siglos la pesca fue realizada para la auto alimentación o la práctica deportiva. Es a partir del siglo XVII (1653) cuando Izaak Walton, escritor inglés, contribuyó al conocimiento de los métodos de pesca y divulgó sus extensas observaciones sobre los hábitos alimenticios de los peces, sus ciclos de vida y los problemas que había que superar para pescarlos. Él decía que el verdadero pescador es el que pesca por amor a esa actividad, y no aquel que lo hace para obtener un beneficio. A partir de Walton la pesca evolucionó hacia un arte, además de una ciencia, consiguiendo que los verdaderos pescadores no sólo se esfuercen en mejorar sus aparejos, tácticas y conocimiento de sus presas sino también en cómo proteger a las diferentes especies para que su supervivencia permita la continuidad de este arte ancestral. Dicho lo dicho, hay que ir concluyendo que la pesca es ante todo un arte de subsistencia que así se ha mantenido milenariamente por los tiempos, y más tarde convertida en ciencia, hasta la llegada de la era industrial en la que no cabe achacar a los adelantos tecnológicos la depredación de las diferentes especies marinas sino a la avaricia y afán de lucro de las grandes corporaciones para convertir el pescado en alimento indirecto, principalmente en harinas para piensos.

Los auténticos pescadores, al igual que aquéllos de hace 2000 años, rudos, arriesgados, desprendidos, generosos y valientes, que hace unos meses, el pasado 5 de Mayo, solicitaron al presidente Martín Vizcarra y a la ministra Rocío Barrios la postergación del inicio de la temporada de pesca industrial para que “se vaya minimizando la cadena de contagios por COVID_19, y que los más de 200,000 trabajadores desarrollen su actividad con sosiego”. En ese documento, el Sindicato de Pescadores de Chimbote y Anexos también indicaba “que los protocolos para la apertura de la actividad debían ser formales y validados por Produce, el Ministerio de Salud y el Ministerio de Trabajo con criterios uniformes y consensuados para todas las empresas pesqueras de esta industria”. También en su petición establecían que el protocolo debía ser implementado por cada empresa pesquera después de que Produce publicara la resolución para oficializar el levantamiento de la veda en lo que sería la primera temporada del año 2020. Además, solicitaban que se paralizara la convocatoria de trabajadores a embarcaciones pesqueras que se venía realizando, como en el caso de Hayduk, Diamante, Austral Group, Copeinca sac, y Tasa, en las que se localizaron hasta un total de 9 casos positivos de COVID-19. Pues bien, la respuesta fue dos días después un auténtico bofetón en pleno rostro pescador: el día 7 de Mayo se decretaba el inicio de temporada de pesca. Lamentable, muy lamentable, y tristemente deplorable. Tal y como habían anunciado los pescadores, ante las premuras inadecuadas, los protocolos deficientes y las múltiples e injustificables presiones de la Sociedad Nacional de Pesquerías, entidad presidida por Cayetana Aljovín , que en pocas palabras, representa descaradamente los intereses economicistas de las grandes empresas harineras y conserveras de los diferentes puertos del país, empezaron a sonar todas las alarmas habidas y por haber: uno tras otro, decenas y decenas de pescadores aparecían contagiados con COVID-19. En estos momentos se cuantifican en más de un centenar y lo peor, lo irreparable, lo que pudo evitarse, los sucesivos decesos, más de 10, a la fecha de hoy.

El lector sea o no pescador, debería leer alguno de los artículos de la señora Presidenta de la Sociedad Nacional de Pesquería, la tal Aljovín, que publica semanalmente, los viernes, en un diario de tirada nacional, donde podrá apreciar el talante “piscícola” que gasta la señora. Resultan tan elevadas sus miradas que desde la altura que las ejerce no parece enterarse de lo que humanamente está ocurriendo a nivel del mar, y si se ha enterado, lo disimula muy bien, con contagios masivos y muertes de honrados pescadores y ya no digamos en las profundidades marinas con la consiguiente depredación, sino que por el contrario, la señora dice que la flota del sur, que no actúa, está por una parte haciendo perder al Estado cientos de millones de soles que se los lleva la flota chilena. Prioridad de la nombrada, el money, el dinero, el mercantilismo más descarnado que uno pudiera imaginar, sin siquiera una frase de reconocimiento a los héroes del mar: nuestros humildes pescadores. Prioridad absoluta de la economía sobre el humanismo y la vida. Lamentable y vergonzoso para una sociedad, pero cierto cuanto digo.

Hoy 29 de junio, San Pedrito, los pescadores, y los hombres de buena voluntad, estamos de luto por la desdicha que acompaña a tantas y tantas familias de pescadores, afligidas por el dolor, la desesperanza o la pérdida de seres queridos y la indignación por el egoísmo deshumanizado de quienes tendrían que dar ejemplo de solidaridad y humanismo, y no lo hacen porque sencillamente, desconocen que es eso . Tanto la solidaridad como el humanismo, no se justifican con un “lo siento”, un pésame o un pago, sino apreciando lo que significa una vida, haciendo las cosas bien, sin fariseísmos ni egoísmos.

Hoy San Pedrito, como es santo, no puede manifestar su gran pesadumbre y dolor, aunque se le aprecia a simple vista su abatimiento y tristeza por cuanto está contemplando desde su altar. Querido Patrono, escucha las súplicas de estos tus siempre fieles pescadores que queremos seguir bajo tu suprema protección, así como te pedimos la máxima indulgencia para quienes teniendo esa obligación terrenal no la cumplen.

Moraleja: Encontrar un buen compañero de pesca, es encontrar un amigo para toda la vida.

Así sea.

El VIGÍA.