Si les soy sincero empezaré diciéndoles que el estado de emergencia que acaba de ampliarse hasta el 31de Agosto nos lo hemos ganado a pulso, pues de bastante de nuestro actuar dependía la posible mejoría en las cifras de la pandemia, y debido a nuestra actuación seguiremos enclaustrados teóricamente. Además el motivo es el repunte de delincuencia que se ha notado en estas últimas semanas, por lo que el “aislamiento social” se mantendrá en cinco regiones y en 20 provincias, una de ellas la nuestra, de 10 departamentos. Siguiendo con eso de la sinceridad también les diré que mi opinión es coincidente con encuestas de países de nuestro entorno en el sentido de que cuando salgamos de la situación crítica actual nuestras formas de vida evolucionarán en el sentido de que seremos mucho más proclives a cultivar la familia, bastante más hogareños, las compras se incrementarán por Internet, las consultas médicas se harán a distancia, se viajará menos, las salidas a restaurantes se espaciarán así como el ir a ver “tiendas”, mientras teatros y cines serán poco visitados. Por otra parte se ahorrará más, se hará mucho más ejercicio en casa y se trabajará desde casa. Todo ello producto del poco conocido hasta ahora, coronavirus Sars Cov 2.
Siguiendo con lo de la “sinceridad” diré que es un concepto bastante diferente por su amplitud con el de “sinceramiento” con el que se da título a este artículo, pues aunque en un principio parten de un mismo origen después divergen. Veámoslo. La palabra sinceridad proviene del latín “sinceritas” que significa honestidad, sin fingimientos o intenciones retorcidas. Se trata de una cualidad moral que se basa en el respeto y acercamiento a la verdad con los demás y con nosotros mismos. Decimos que una persona es sincera cuando no tiene dobleces y actúa según piensa y cree sin intentar perjudicar a nadie, ni ocultar nada. No siempre se puede ser totalmente sincero y a veces hay que utilizar las “mentiras piadosas” para evitar la susceptibilidad del otro, evitando de esa manera enfrentamientos. Por eso la sinceridad a veces hay que utilizarla con cierta cautela. Sinónimos de sinceridad pueden ser franqueza, honestidad y honradez. El antónimo, sería hipocresía.
El término “Sinceramiento” proviene del latín “sincerare” que significa “purificar” y se puede utilizar en alguna de estas dos acepciones: a) para justificar la culpabilidad o no de alguien a quien se adjudica un dicho o hecho, o b) para hablar sinceramente con alguien, contándole algo que se mantenía oculto. Así pues, mi hipotético sinceramiento con ustedes significará, una de dos, o que estoy tratando de justificar mi posible culpabilidad de un dicho o hecho mío, o que quiero contarles con sinceridad algo que les mantenía oculto.
Pues bien, cuando leemos que por fin se sinceró la cifra de decesos por Covid-19, elevándolas a más de 43,000, cuando se ha venido diciendo de forma reiterada hasta el empecinamiento, que eran unos 18.000, nos están haciendo referencia a una de las dos acepciones antes apuntadas. Voy a serles sincero una vez más, creo firmemente que se refieren a las dos. Creo se trata, por una parte justificar la responsabilidad de quien nos daba los datos erróneamente y por otra desvelarnos ahora lo que se mantuvo oculto. O lo que es lo mismo, una hipocresía descomunal por parte de nuestros dirigentes, que han y siguen tratando a la ciudadanía, no como tales, sino como súbditos. Va siendo hora del sinceramiento de muchos hechos y cosas que están sucediendo, y para muestra estos botones: sincerarse acerca de por qué el número de hospitales públicos son insuficientes para atender a una mínima parte de la población; sincerarse de por qué se está tratando de potenciar las clínicas privadas si a la hora de la verdad, como es el caso actual, se inhiben y no se puede contar con ellas en absoluto; sincerarse por qué no hay UCIs mínimamente, ni profesionales especialistas que las manejen; sincerarse por qué los insumos de seguridad e higiene para los profesionales de la medicina son inadecuados e insuficientes; sincerarse por qué la falta de previsión en las existencias de oxígeno y ventiladores mecánicos; sincerarse por qué el abandono de miles de ciudadanos amazónicos; sincerarse por qué el Estado que lo integramos todos tiene que estar supeditado a grupúsculos elitistas; sincerarse por qué a estas alturas miles de niños siguen sin las tablets prometidas; sincerarse por qué a estas alturas del siglo XXI miles de niños peruanos continúan con anemia; sincerarse por qué cientos de policías, médicos y enfermeras caen abatidos en el devenir de su trabajo; sincerarse por qué se le llama Es Salud, cuando no lo es; y así se podría hacer una lista interminable de sinceramientos.
Moraleja: El problema no es de personas sino del sistema que los sostiene.
Así sea. EL VIGÍA