Opinión

APUNTES SOBRE LA REFORMA DEL SISTEMA DE PENSIONES

Por: CPC SERGIO AGURTO FERNANDEZ (PARTE I)

EXPOSICION DE MOTIVOS

El sistema previsional es un tema controversial que siempre genera divididas corrientes de opinión, pero todas coincidiendo en garantizar al trabajador una jubilación digna, percibiendo una pensión que satisfaga sus expectativas como para sobrellevar su ancianidad sin penurias económicas. Suena bonito, pero el asunto es cómo lograrlo.

Hasta antes de incursionar en el mercado previsional las actuales AFPs, era el Estado el que tenía el monopolio de esta actividad, promoviendo la participación obligatoria de todos los trabajadores, en las instituciones públicas que se iban alternando en el tiempo, y eran las que se encargaban de la administración de las aportaciones (Caja Nacional de Seguridad Social, Seguro Social del Empleado, Fondo Especial de Jubilación de Empleados Particulares, etc.). La no individualización del pago de los aportes, impedía precisar el fondo de jubilación que tenía acumulado cada trabajador, en cada etapa de su vida laboral. Quién sabe si para sus creadores este detalle no era necesario, seguramente con la equivocada pretensión de que la nueva entidad emergente (ONP) pase a convertirse en un pliego presupuestal del gobierno, hecho que demuestra ser un tremendo error.

Conocido es que, mientras no existía una frondosa cartera de pensionistas, el Estado tenía a su disposición este fondo de jubilación como una fuente de financiamiento, a costo gratuito, para la ejecución de obras públicas, pero sin la exigencia del retorno ni de la inversión ni de los intereses, con el previsible riesgo de desfinanciarlo, como que así ocurrió; y el Estado en un acto de aparente generosidad, cumple con proveer de los recursos que la ONP necesita para este fin.

El Estado tiene la sagrada misión de crear los mecanismos legales para brindarles protección a sus ciudadanos, que, bajo el paraguas de la igualdad de oportunidades, puedan acceder obligatoriamente a la afiliación a un sistema previsional. Hay que tener presente que el término de la vida laboral (65 años), marca el inicio de la segunda etapa en la vida de todo ciudadano, para revertir el arduo trabajo de años por el disfrute de una vida sedentaria sin complicaciones económicas; pero así como está diseñado este modelo, la esperanza de alcanzar ese mañana mejor, casi en el ocaso de su existencia, no es más que una utopía y un espejismo que se desvanece por los estragos de una mísera pensión; sistema que urge reformarlo, urgentemente.

Nuevo aire con olor a reforma se respira en el ambiente político, con la aparición de un renovado plantel de entusiastas congresistas, con pretensiones de dejar huella en la vida nacional, por lo que auguramos llegar al año 2021 con remozado rostro.

El Tesoro Público está potencialmente sobrecargado de subsidios y programas sociales, como para endosarle obligaciones previsionales que no le corresponde; lástima que no todos cumplen con los objetivos de su creación, porque en muchos de ellos hay miles de avezados oportunistas que se incorporaron de contrabando. Entonces en este tema es preferible, en atención a los nefastos antecedentes, que el sistema previsional debe manejarse en el ámbito del sector privado.

Ningún ciudadano que genere rentas de cualquier categoría, debe considerarse un excluido del sistema previsional, si entendemos que la jubilación es un derecho inherente al trabajador, cuya incorporación y aportes al fondo individual corre por su cuenta. El país quiere que su población de la tercera edad sea económicamente auto sostenible, sin la pretensión de ser una carga para el Estado.

LA O.N.P.

Ahora, el sistema previsional a cargo del Estado, ha fracasado por el manejo político que se le dio, tales como: 1) Apropiación de los fondos pensionarios para destinarlos a obras públicas; 2) Incorporación de pensionistas golondrinos de regímenes distintos, provenientes de instituciones desactivadas; 3) Otorgamiento de pensiones de jubilación a trabajadores con menos de 20 años de aportación, que ahora cobran la pensión mínima (S/ 500-);  4) La pretensión de un candidato presidencial de otorgar la jubilación a los taxistas y moto taxistas sin el sustento de una base aportante, etc.

Entonces es evidente que la solución del problema previsional, no va por ese lado, pero sí la corriente reformista bien puede empezar por ahí, con: 1) El cierre definitivo de la ley 19990, no admitiéndose a nuevos afiliados; 2) Hacer un rastreo de los expedientes de jubilación por la existencia de posibles “empresas fantasmas”; 3) Hacer lo mismo con los expedientes de viudez, donde hay fundadas sospechas de que las mafias internas filtran información al exterior, para “casar” a los jubilados solteros fallecidos, con mujeres solteras vivas. ¿Acaso la ONP no tiene una OCI como para efectuar labores de campo en este tema?

Todo esto en términos reales significa una incontenible filtración de recursos en perjuicio de la ONP, pero negligentemente se evita buscar la causa del problema y se opta por lo más fácil, que es establecer un tope máximo en el pago de las pensiones, en perjuicio de los jubilados. No es culpa del trabajador que hasta ahora no se haya encontrado o no se haya creado una entidad capaz de satisfacer las justas expectativas pensionarias del trabajador, como para dignificar su ciclo de vida pos laboral.

La experiencia con la ONP debe ponernos en alerta sobre lo que no se debe de hacer en este tema. Pero por todo lo acontecido tenemos que admitir que la ONP ya cumplió su ciclo y debe ir camino a su extinción, por ineficiente, si es que no queremos convertir a ella en otro programa social del gobierno y al gobierno en una mega beneficencia pública. Si se optara por hacer un corte en este sistema, se garantiza que la vigencia de la ONP, dada la edad cronológica de los afiliados, no iría más allá de los 20 años, o sea hasta la desaparición del último jubilado.

¿QUE LOS CESANTES DE LA LEY 20530 DEBEN PASAR A LA ONP?

La reforma del sistema nacional de pensiones, de aquí en adelante, debe contemplar la unificación en una sola entidad, que no sea la ONP, la administración de los fondos pensionarios de todos los trabajadores. Es de suponer que hay en el gobierno gente pensante con capacidad de darle solución a este enojoso problema de larga data, sin el auxilio económico del Estado.

Hasta ahora los cesantes de la ley 20530 vienen cobrando sus pensiones en la misma entidad donde trabajaron y cesaron, por lo tanto, forman parte de ese pliego presupuestal, situación que nos parece razonable y con eso no se congestionan las funciones de la entidad a la que se pretende transferirlos.

Decíamos, la ONP ya colapsó desde el momento mismo en que es el Estado el que paga la planilla de los jubilados de la ley l9990, y esto es desde hace muchos años atrás, en razón de que los aportes previsionales no alcanzan a solventarlo y porque hace rato la ONP ya colapsó. Aquí no funcionó el sistema piramidal.

La ONP está sobrecargada de funciones, no solo administra a sus pensionistas sino también a algunos cesantes de la 20530 cuyas entidades de origen fueron desactivadas; de igual forma administra los recursos del FONAHPU, que pertenecen a los cesantes y jubilados, bono que reciben siempre que sus pensiones sean inferiores a los S/. 1,000-.

Esta saturación de funciones la convierten en una entidad monstruosa, y como tal, susceptible de cometer errores (abusos) en perjuicios de sus jubilados, cuyos reclamos ocasionan una sobrecarga procesal en los despachos judiciales, donde los expedientes demoran una eternidad en ser resueltos; peor aún, parece no darse cuenta de que hay enormes filtraciones de dinero ocasionado por expedientes fantasmas que originaron el cobro  delictuoso de pensiones de jubilación y de viudez, ¿Es difícil detectarlos?, ¡NO!, todo es cuestión de olfato y de intuición administrativa. Señores de la ONP por favor investiguen este desaguisado que tanto daño le hace al Estado. Primero que sean competentes con lo que tienen entre manos antes de encomendarles mayores encargos.

Por todo esto consideramos que sería un craso error que los cesantes de la ley 20530 pasen a formar parte de la ONP, si así como está no puede con lo suyo, mucho menos va a ser eficiente con una sobrecarga de trabajo que le pretenden endilgar.

Siempre en el Perú toda reforma en materia de pensiones, ha fracasado, y no se puede permitir que esta vez ocurra lo mismo; pero para que ello no suceda, se debe de abrir los canales de comunicación para que el ciudadano común opine, que con seguridad tendrá mucho que decir, porque siente en carne propia los estragos de ineficientes reformas hasta ahora implementadas. Hay que despojarse de celos mediocres y escuchar la voz del pueblo.

CONVERTIR A LA ONP EN UNA AFP ESTATAL

Definitivamente el Estado debe desligarse del negocio previsional, no está dentro de su competencia y menos de sus habilidades. El pretender convertir a la ONP en una AFP estatal, sería un craso error político que tiempo después lo estaríamos lamentando, como ahora lo hacemos con la ONP. Aprendamos de las experiencias pasadas, admitiendo que no se puede seguir desactivando instituciones por incompetentes que sean, si antes no se tiene entre manos una inteligente solución del problema; es decir que no se puede crear una nueva institución, sobre los escombros financieros de otra, como que resultaría siendo un híbrido, de cuyo fracaso se daría por descontado.

¿Qué de activos y qué de pasivos podría aportar la ONP?, nada de activos, pero sí mucho de pasivo como lo sería la frondosa cartera de pensionistas; con un lastre de tal magnitud es casi imposible que una nueva institución pueda salir a flote, sin el salvavidas del gobierno.

Si así fuera, creándose la AFP estatal como una alternativa viable, estimamos que el camino a seguir sería: 1) Corte definitivo de la ley 19990 para no seguir inflando la carga con nuevos afiliados; 2) Quedarse la ONP con toda su cartera de pensionistas y a los aportantes activos transferirlos a la AFP estatal, con su respectivo “Bono de Reconocimiento”; 3) En tal condición el Estado tendría que seguir aportando para el pago del íntegro de los pensionistas que se quedaron en la ONP, durante los próximos 15 o 20 años, hasta el deceso del último jubilado; 4) La AFP estatal se iniciaría o con los aportantes activos recibidos de la ONP o empezar con “0” aportantes.

Entonces aquí tiene que haber un antes y un después en materia previsional, teniendo a la ONP como un punto de quiebre, disponiéndose que ésta debe entrar en un proceso de desactivación a largo plazo, y así se iría limpiando el camino para consolidar la reforma del sistema nacional de pensiones que se pretende llevar a cabo.

Hay un aspecto que se debe tener en cuenta: en el mercado laboral existe un contingente humano en permanente rotación, que migra de un centro de trabajo a otro. En estos periodos cortos de trabajo, hay aportes al sistema previsional que se han ido acumulando pero que ahora están congelados con un destino incierto, y esto porque los titulares no alcanzaron acumular los años mínimos de aportación (20 años) al término de la vida laboral (65 años).

Estos pasivos en los estados financieros de la ONP, son aportaciones truncas y que está en la obligación de reembolsarlos a sus legítimos propietarios, en el entendido que esos aportes obedecieron a un mandato legal a cambio de obtener una pensión de jubilación, aspiración frustrada que no se llegó a concretar; por lo tanto, es de justicia que se proceda a su devolución.alt